"En el Guasmo, Los Lagartos nos tienen a los vecinos como escudo"
El aumento de la violencia en el Guasmo Norte persuadió a los vecinos a cerrar con rejas el acceso a sus calles. Ahora, el grupo de delincuencia organizada de Los Lagartos aterroriza el sector y usa los enrejados a su favor, según el testimonio de un morador.
En el Guasmo Norte, en sectores como el del Colegio Carlos Estarellas, una decena de calles que dan al río Guayas están enrejadas.
Primicias
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Lo llamaremos Ramón, tiene 30 años viviendo en el Guasmo Norte, al sur de Guayaquil. Y cuenta cómo la banda delictiva de Los Lagartos usó el miedo de los vecinos a su favor. La instalación de rejas metálicas en las calles le sirve ahora a las mafias como protección.
El Guasmo Norte es parte del Distrito Sur, uno de los más violentos de la ciudad, pero en ese sector, a orillas del río Guayas, la paz reinó hasta fines del año pasado.
Con el aumento de los asaltos, la extorsión y la violencia, el bloqueo de calles con enrejados se ha extendido allí sin control, como en decenas de barrios en la ciudad.
“Los Lagartos tienen control mayoritario del Guasmo Norte, pusieron un vigilante en las puertas de los enrejados, les ponen candado, hacen fiestas e impiden el ingreso de la Policía, sin mencionar que tienen salida a la ría”, cuenta el profesional, de 51 años.
Las calles enrejadas de sectores como el del Colegio Carlos Estarellas, en el Guasmo Norte, conectan con el Guayas.
En ciertas rejas han colocado letreros de "prohibido la entrada a tráileres con combustible" que ingresan a abastecer embarcaciones de forma irregular en el río.
El bloqueo sistemático de calles con rejas en distintas zonas de la ciudad se realiza sin ningún tipo de permiso o regulación.
El Municipio de Guayaquil informó que trabaja en una ordenanza para establecer un protocolo, autorizar cerramientos debido a medidas de autoprotección ciudadana o garantizar la circulación de vías que en ningún caso serán susceptibles a bloqueo.
Este es el testimonio de un profesional, vecino del Guasmo Norte, quien habló con PRIMICIAS a condición de conservar el anonimato:
“Calentaron la zona para obligarnos a poner las rejas”
“El remedio se está convirtiendo en algo peor que la enfermedad. Nadie pudo prever qué tan bueno o malo sería poner una reja, cercar la calle, para tratar de blindarse contra la delincuencia.
Hasta inicios de año, el Guasmo Norte fue un sector pacífico, en un área llena de puntos críticos como el Guasmo Sur, donde se han suscitado constantes matanzas y violencia sin límite, así que al inicio colocar estas rejas no parecía tan mala idea.
El nivel de inseguridad que se incrementó desde finales del año pasado llevó a los vecinos a realizar colectas para financiar los enrejados y bloquear el acceso vehicular, entre el ingreso principal del barrio y la ría.
Son rejas que pueden costar entre USD 1.500 a USD 5.000 y en un barrio de clase media a media baja, dividido para 15 o 20 familias, no es un gasto menor. Ahora hay calles con rejas fortificadas.
"Ya no sé si las bandas comenzaron a calentar la zona con balaceras y muertes violentas, que antes no teníamos, para aumentar el miedo y obligar a la gente a colocar las rejas".
Extrañamente hubo vecinos que ofrecieron pagar buena parte del valor y ya allí comenzamos mal, porque hay sectores en los que todos nos conocemos, pero en otros no se sabe quién es quién. Sí, teníamos a miembros de bandas delictivas entre nosotros.
La mayoría de los enrejados se instalaron hace unos cuatro meses. ¡Oh, sorpresa! Luego de instalar estos cercos ha regresado cierta tranquilidad".
“Se quitaron la máscara”
"La zona más afectada es la del Colegio Carlos Estarellas, donde una decena de calles están cercadas. Resultó que las rejas fueron financiadas en parte por las propias bandas organizadas, por Los Lagartos que son los que tienen control mayoritario del Guasmo Norte.
Ahora vemos incluso a adolescentes saliendo de estas calles con pistolas, subametralladoras y fusiles. Cuando hay un operativo, la Policía no puede entrar inmediatamente porque las puertas tienen candado.
"No pasa en todas las calles. Pero lo que hemos visto es que pasando las rejas viven líderes de las bandas, una vez que se vieron protegidos por los cercos, se quitaron la máscara".
Los mismos Lagartos se han encargado de poner a supuestos celadores, una persona que cuida el ingreso, que a menudo no es más que otro miembro de la banda.
Nos preocupa porque estos grupos, que salen a delinquir o a pelearse con Los Tiguerones en otros sectores, luego vienen a esconderse acá y el celador le cierra la reja con candado para impedir el paso de la Policía o de la banda contraria.
"Los que contribuimos para adquirir las rejas estábamos protegiendo sin saberlo a líderes de grupos delincuenciales".
Los Lagartos nos tienen a los vecinos como escudo. Los ciudadanos estamos siendo prácticamente escudo de las mismas bandas criminales que aterrorizan el sector.
Los líderes de las bandas hacen fiestas adentro, se sienten más seguros para armar sus bailes, cierran la calles y ponen el candado en los portones, con lo que se evita que llegue la Policía o miembros de otra banda a protagonizar una masacre, como las de más al sur.
Ningún vecino se puede quejar de la bulla de estas fiestas. Ni tampoco puede osar abrirle el candado a la Policía porque se echa de enemigos a estos mafiosos, sin mencionar que en caso de un operativo mayor, las mafias tienen salida y escape por el río".
Guasmo: Ocho tanqueros a la orilla del río
"Ahora por la noche vemos parqueados hasta ocho enormes tanqueros de combustible (cerca de la estación de la línea 135, PU), sin ningún disimulo, para abastecer a supuestos pescadores, pues recordemos que estamos a una calle del río.
La otra noche estaba en la panadería y de pronto nos vemos rodeados de cuatro tipos armados, que tenían sus motos del lado de adentro de las rejas, en una de estas calles.
"Hemos descubierto que hemos vivido en el barrio entre severendos narcotraficantes".
Me van a entregar el pan y escuché los gritos de ‘pégaselo, mátalo’, quienes estábamos ahí salimos corriendo. Eran cuatro personas, dos armados con pistolas, uno con una subametralladora y otro con un fusil.
Nos dimos cuenta de que habían rodeado a un señor que compraba también el pan, pero uno de los adolescentes, tendría unos 16 años, se dio cuenta de que el hombre no era a quienes estaban buscando, cuando el vecino alzó las manos y le dio la cara.
Tengo familia que ha cerrado sus negocios debido a la extorsión y el miedo, la gente dejó de salir y las ventas bajaron al punto de que solo alcanzaba para cubrir arriendo y servicio. Optaron por cerrar los locales a inicios de este año.
A un vecino, que tenía una ferretería grande, le pidieron de entrada USD 10.000 de vacuna (extorsiva) y cuotas de USD 500 semanales.
Como no pudo o no quiso pagar lo amenazaron de muerte. Tuvo que cerrar la ferretería. Se fue de la casa y este último fin de semana llegó con un camión de madrugada, a sacar sus cosas. Tuvo que llegar como un delincuente a llevarse sus cosas y dejó su casa botada".
Compartir: