Golfo de Guayaquil: Puerto Arturo, un pueblo fantasma por ataques de piratas
Comunidad de cangrejeros escapa de un pequeño pueblo en una isla del Golfo de Guayaquil. 17 familias abandonaron sus hogares tras un violento asalto y amenazas de grupos criminales.
Solo perros abandonados habitan la pequeña comunidad de Puerto Arturo, en el Golfo de Guayaquil. Familias abandonaron el lugar ante amenaza criminal.
Franklin Vega/Bitácora Ambiental
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Una docena de hombres armados y encapuchados irrumpió a medianoche en el pueblo. Tumbaron puertas en una veintena de casas de Puerto Arturo, isla del Golfo de Guayaquil, golpearon a los habitantes y se llevaron dinero, celulares, televisores o motores de lanchas.
Las 17 familias del poblado (unos 60 habitantes) se vieron obligados a abandonar sus hogares el pasado domingo 31 de marzo. Y se convirtieron en víctimas de desplazamiento forzado interno, tras amenazas y ataques de bandas criminales.
La más reciente incursión se produjo el 20 de marzo, cuando los delincuentes desembarcaron en una lancha tipo fibra en el poblado. Pero días después la situación empeoró pues presuntos grupos delictivos amenazaron con atentar contra la vida de los habitantes.
“Llegaron a medianoche, cuando estábamos dormidos, y fueron tumbando las puertas. Nos tiraron al piso y nos golpearon, pidiendo plata. Se llevaron motores y televisores”.
Poblador de Puerto Arturo.
Los comuneros todavía se recuperaban de un robo anterior, en agosto de 2023, en el que los delincuentes se llevaron también motores fuera de borda con los que trabajan las familias en los meandros en la captura de cangrejos.
El valor de estos motores no es menor, fluctúa entre USD 6.000 y USD 15.000.
“Tuvimos que salir porque los piratas se nos cargaron demasiado. En el primer robo se llevaron 10 motores, ahora unos cinco, no podemos estar regalando el fruto de nuestro esfuerzo, trabajando para otro”, dijo un poblador vía telefónica, que prefiere el anonimato.
Las familias desplazadas se han dispersado en busca de nuevas oportunidades a casa de familiares, en la población continental de Posorja o en otros poblados de la isla Puná.
Puerto Arturo, ubicado en la parroquia rural de Puná, perteneciente a Guayaquil, forma parte de una vasta extensión de manglares. Pero la comunidad está a una hora y media en lancha desde Guayaquil.
La Virgen salió y los perros se quedaron
Los pobladores alcanzaron a llamar al cuerpo de Guardacostas de la Armada, a un retén ubicado 15 minutos de distancia en lanchas rápidas, “pero llegaron al otro día a preguntar qué era lo que había pasado”, denunciaron. El asalto se extendió por unos 25 minutos.
Puerto Arturo es una comunidad de raíces ancestrales, con más de 100 años de ocupación reciente. De hecho, se ubica en un ramal interno de estero, en el extremo este de su isla, rodeada de otras islas, en la salida de los dos grandes ramales que rodean a Puná.
El lugar carece de servicios básicos, se abastecía de agua potable desde Posorja, pero las familias contaban con conexión a Internet y con generadores eléctricos que los asaltantes no alcanzaron a llevarse por el peso.
El pueblito cuenta con una pequeña capilla y la imagen de la patrona, La Virgen del Cisne, también abandonó el pueblo: los pobladores la dejaron encargada en Buenavista, otra población del Golfo de Guayaquil.
En su huida, los desplazados dejaron a 20 perros abandonados. Algunos pobladores volvieron luego por las mascotas. Y el Municipio de Guayaquil informó este sábado que durante una visita con organizaciones de rescate animal recuperaron a tres perros y un gato.
El Comando de Guardacostas de la Armada, que realiza patrullajes en el extenso territorio del Golfo de Guayaquil, les recomendó a los pobladores implementar medidas preventivas, como organizar guardias nocturnas y cercar con alambre púas 200 metros de orilla.
Pero los comuneros optaron por salir debido a la falta de recursos económicos para implementar medidas de autoprotección, que consideran poco efectivas sin la fuerza de las armas.
Según información de inteligencia militar, en los meandros y recovecos del Golfo de Guayaquil -ruta de salida de los buques con carga exportable del Puerto de Guayaquil- operan principalmente cinco bandas criminales.
Los Choneros, Los Lagartos, Los Tiguerones, Los Lobos y los Peaky Blinders son las organizaciones terroristas que se dedican al narcotráfico en el lugar -contaminando buques-, pero además roban y extorsionan a las comunidades de la zona.
El capitán de navío Iván Córdova, del puerto de Guayaquil, le explicó a PRIMICIAS que la amenaza de las bandas criminales en el Golfo ha sido en gran medida neutralizada desde inicios de año, principalmente en cuanto a robo a embarcaciones, camarón o motores.
En la Capitanía de Guayaquil, por ejemplo, no se ha registrado ningún reporte de robo este año ante el refuerzo de patrullajes, dijo el oficial. Sin embargo, persisten eventos como los de Puerto Arturo, en una zona perteneciente a Posorja, reconoció.
Al menos 12 comunidades extorsionadas
Franklin Vega, de Bitácora Ambiental, una organización que realiza visitas periódicas a la zona, reveló la preocupante situación que enfrentan las comunidades del Golfo en relación con el crimen organizado y la extorsión.
Él coincidió que mayores patrullajes navales en unas zonas provoca que la incidencia del delito migre a otros sectores.
Según Vega, la situación de Puerto Arturo está lejos de ser aislada y gran parte de las comunidades en la región viven amenazadas.
En al menos 12 comunidades los pobladores están pagando vacunas extorsivas o “cuotas de protección” de USD 20 semanales por cada pescador, cangrejero o conchero. Incluso, las organizaciones criminales cobran un extra por motor adicional en las embarcaciones.
Los motores fuera de borda de los pescadores se cubren con camisetas (rojas, blancas, grises). Y cada color corresponde a un grupo de delincuencia organizada al que pagan vacunas.
A pesar de la presencia de la Armada y los esfuerzos para controlar la situación, la presión sobre estas comunidades sigue en aumento.
Vega también destacó la importancia de los Acuerdos de Uso Sustentable y Custodia del Manglar como una herramienta vital para la protección de los ecosistemas locales.
Pero señaló que el Ministerio del Ambiente no estaba cumpliendo con su deber de renovar estos documentos a las comunidades, lo que genera preocupaciones adicionales, pues la violencia limita el margen de maniobra de organizaciones ambientales independientes.
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