Expandilleros de Guayaquil: "Del infierno de la calle sí se vuelve"
Al menos 22 expandilleros se han reinsertado a la sociedad trabajando en Gráficas Paz Urbana, una microempresa liderada por el exlíder de la Nación de Hierro, en Guayaquil.
George Asanza es el gerente de Gráficas Paz Urbana, en el centro de Guayaquil, donde trabajan 25 jóvenes que estuvieron en banda delictivas.
Manuel Yépez Núñez
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Hace 20 años, 'La Rata', 'Manito' y 'El Grifo' penaban por las calles de Guayaquil, aturdidos por los vicios y la violencia. Ser parte de la Nación de Hierro, con casi 3.000 integrantes, les daba cierto estatus en el mundo del hampa, donde las cosas se resuelven a sangre y fuego.
Sus vidas delictivas transcurrieron en la Nación de Hierro, bajo el mando de George Henry Asanza, un zarumeño de 48 años, que llegó a Guayaquil con su mamá a los pocos días de haber nacido.
En el colegio, Asanza se vinculó a la banda de Los Rebeldes y luego formó Los Alemanes, una agrupación que peleaba territorios con jóvenes de otras instituciones educativas.
Su afición por el baile, en especial al 'breakdance', lo llevó a frecuentar discotecas como Magnate y Latin Palace, tomadas por los Latin Kings y Los Masters.
Fue ahí donde se vinculó a la nación Hombres de Hierro, liderados por 'Tony', a quien Asanza derrocó por pedido de sus miembros. Fue él quien le cambió el nombre a Nación de Hierro y firmó un acuerdo de no agresión con las demás bandas.
"Le decíamos a la gente que pertenecía a una familia, aunque no teníamos ningún parentesco. En la calle, éramos una familia".
George Asanza.
Pero ese acuerdo se rompió a mediados de los 90, cuando uno de sus miembros fue agredido en un centro comercial por integrantes de los Latin Kings y Ñetas.
Así inició una guerra que ha dejado miles de muertos en las calles guayaquileñas, que se mantiene hasta hoy con nuevos protagonistas: Los Choneros, Lobos, Tiguerones, Mafia-18 y más.
"Empezó una carrera armamentista para defenderse y la gente comenzó a robar porque no tenía un trabajo fijo", cuenta Asanza. Eran armas artesanales que se compraban en el sector de la Bahía.
"Lo que un día fue la hermandad de cinco puntas (Latin Kings, Ñetas, Big Clan, Hierro y Hermanitos Ecuatorianos) se rompió en 1996".
George Asanza.
George Asanza pisó la cárcel 11 veces por escándalo en la vía pública, tenencia de armas y robo. La mayor de las penas fue la de ocho meses en la Penitenciaría del Litoral por el robo de un vehículo, "en el que no tenía nada que ver".
Pese a ello, se graduó en colegio nocturno con buenas calificaciones, mientras "cachueleaba" en lo que podía. Aprendió el arte del diseño en la imprenta de su padrastro, que más tarde le sirvió para fundar Gráficas Paz Urbana.
Pero antes lideró en un proceso de pacificación con la Fundación Ser Paz, de la mano de la activista Nelsa Curbelo, quien le pidió que entregara la armas en 2006, con el respaldo del entonces alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot.
Así nació la imprenta que fue la tabla de salvación de al menos 500 expandilleros que intentaban rehabilitarse. La alcaldía les donó USD 7.000 con los cuales compraron máquinas y computadoras.
"Arrancamos con Gráficas Paz Urbana, hace 17 años, el 10 de mayo de 2006, que fue inaugurada por Jaime Nebot".
George Asanza.
Este fue el preámbulo para inaugurar 10 microempresas más gerenciadas por miembros de las organizaciones. Los Latin Kings tenían una cerrajería, por ejemplo.
Incluso la desaparecida Corporación de Seguridad Ciudadana colaboró con las microempresas, fortaleciendo así Paz Urbana, un negocio de publicidad e imprenta con tres locales, que emplea a 20 exintegrantes de varias organizaciones en el centro de la ciudad.
"Nosotros no pedimos dinero, sino que nos den trabajo para poder ayudar a más gente".
George Asanza.
Pese a todo pronóstico, Asanza es sociólogo y tiene una maestría online en Conflictología por la Universidad Abierta de España. Por eso opina que ningún proceso de rehabilitación será efectivo si no hay trabajo.
'Papa George', que un día lideró a miles de jóvenes en la vida delictiva, ahora se convirtió en su líder espiritual, en su única esperanza de un futuro mejor.
"Si regreso a Durán, me matan"
'La Rata' nació en Santa Ana (Manabí) hace 32 años e ingresó a la banda a los 14, cuando sus padres lo trajeron al cantón Durán, en Guayas, donde reclutaba a los estudiantes de su colegio, tomado por Los Ñetas, para que ingresaran a la Nación de Hierro.
"Me fugaba de la escuela, era vago", reconoce el tercero de seis hermanos.
Su adicción a la marihuana comenzó a la par con su vida como pandillero, con su cara de malo, los brazos tatuados y la consigna de ganar dinero fácil robando hasta bicicletas.
Los problemas comenzaron cuando Los Ñetas juraron matarlo por cruzar la línea territorial en el centro educativo.
Por eso escapó de Durán para instalarse en Guayaquil, en el sector de la Entrada de la Ocho. A los 15 años, 'La Rata' ya enfundaba un revólver 38 manzana fija y otro calibre 22.
"Yo mismo las compré. La 22 me costó USD 70. El 38 me traje de Quito y lo compré en USD 25, cuando me quisieron matar".
Fue un primo de su primera esposa, miembro de Los Ñetas, quien le advirtió que lo iban a "quebrar" cuando salían de una fiesta. Y la promesa se cumplió una noche, en la que él y su pareja lograron escapar de un violento atentado.
Este fue el fin de su matrimonio, en el que procreó una hija que ahora tiene 14 años. Para su suerte, lo más cerca que estuvo de la cárcel fue adentro de un patrullero, del que logró bajarse gracias a que un amigo sobornó a un agente.
"Esa vez me cogieron con un 'fierro' (cuchillo), pero llamé a un pana y pagó un billete para que me soltaran"
Cuando no robaba, 'La Rata' trabajaba en la construcción a cambio de USD 60 u USD 80 que se hacían humo en segundos. Sin familia ni perro que le ladrara, el hombre 'tocó fondo'. Fue entonces cuando George Asanza le hizo una oferta que no pudo rechazar.
Un trabajo digno en Gráficas Paz Urbana, que le permitiría enderezar su vida y mantener a su nuevo hogar, en el que tiene una hija de casi dos años.
Ahora, 'La Rata' es José, un instalador de vallas publicitarias que gana USD 120 a la semana y que sueña con graduarse de bachiller, aunque aún no pueda ir a Durán, porque lo matan.
"Soy una persona diferente, tengo dos hijas a las que quiero ver crecer y que sean profesionales".
'Manito' "pagó piso" en Loja
'Manito' tiene 43 años y nació en Guayaquil, en el populoso sector de Cristo del Consuelo. Se unió a la Nación de Hierro a los 11 "por curiosidad". Su padre murió cuando él llegó al mundo "por una brujería".
Su madre se volvió a casar y lo dejó a él y a sus tres hermanos con sus abuelos, Jacinta y Eulogio. Cuando ellos murieron, "el mundo se me vino abajo". Lucha por contener las lágrimas, mientras repite que la sociedad es injusta.
Cuenta que cuando trabajaba como ayudante en una panadería, a los 10 años, el hijo de un abogado se robó su bicicleta. Cuando lo encontró, quiso recuperarla, pero el abogado lo acusó ante la Policía de que el ladrón era él y se lo llevaron detenido.
"Tuve que llorarle todo el camino al policía para que me soltara. Fue consciente y me dejó al pie de mi casa".
Su vida delictiva comenzó robando bicicletas, motos, carros, para comprarse ropa e ir a las discotecas. Aunque no se drogaba, sí traficaba con base de cocaína. "Fui alcohólico y mujeriego", asegura con cierta vergüenza.
Por cada paquete de 'polvo' que compraba en 5.000 sucres, ganaba 25.000 que gastaba en "borracheras". 'Manito' nunca se graduó del colegio porque "los muchachos como yo no tenemos expectativas, vivimos el día a día".
En 2009 se mudó a Loja con los USD 15.000 que ganó, cuando 'coronó' Europa con la mercancía camuflada en cremas. Llegó a gastar hasta USD 2.000 en una noche de locura. "Cuando uno tiene vicios, nunca llega a nada, solo hay problemas", reflexiona.
Pero su viaje a Loja tuvo un motivo: William Poveda, alias 'El Cubano', lo mandó a matar porque 'Manito' se rehusó a trabajar para él. En esa ciudad lo capturaron por narcotráfico y lo sentenciaron a 12 años de cárcel.
En ese centro carcelario intentaron matarlo porque defendió a otro preso que era extorsionado en el pabellón. "Por una deuda de USD 0,50 le querían cobrar USD 50 y como no pagaba, lo querían violar".
En represalia, lo sacaron de su celda para llevarlo a un calabozo donde lo golpearon tan fuerte que le desprendieron la retina de su ojo izquierdo. Dos años después, en 2015, sus hermanos pidieron su traslado a la Penitenciaría de Guayaquil.
"Ahí me di cuenta del verdadero valor de la familia", sentencia. 'Manito' recuperó su libertad gracias a una rebaja de penas. En Loja dejó a una hija, que en la actualidad tiene 20 años. Se llama Heidi y su sueño es ingresar a las Fuerzas Armadas. Él está dispuesto a apoyarla.
En 2016, este hombre de piel cobriza dejó el infierno gracias a Asanza y se convirtió en Javier, quien ahora comparte su experiencia con los jóvenes que llegan a Paz Urbana, rogando por una oportunidad para rehabilitarse.
'El Grifo' vivió bajo los puentes
'El Grifo' escucha con suspicacia los relatos de 'La Rata' y de 'Manito', mientras se camufla entre sus compañeros, pero se decide a contar su historia. Tiene 54 años y durmió bajo los puentes por su carácter violento, pero en especial por su adicción a las drogas y a la "guanchaca".
Es hijo de un conocido invasor de tierras del norte del Guayaquil y tiene 51 hermanos por parte de padre. 'El Grifo' participó en la apropiación de terrenos con Carlos Castro, Sergio Toral y Balerio Estacio, cuando la tierra "se ganaba a plomo".
De su madre prefiere no hablar, porque lo regaló a su tía, "que murió a los 88 años y me dio de todo". Gracias a ella estudió en el Colegio Mercantil, en Guayaquil, pero no se graduó "porque a los 13 años ya era pandillero en Los Peter".
Luego se unió a Los Rebeldes, donde fue uno de los cabecillas. Su vida transcurría entre la base de cocaína y la delincuencia. "Compraba 25 gramos para mi uso personal", cuenta sin ruborizarse.
"Sé lo que es aguantar hambre, frío. Viví en un mundo terrible. Tengo balas y puñaladas en el cuerpo"
Se movía a sus anchas por las calles Noguchi y Colombia, en el centro-sur de Guayaquil, con un revólver Smith & Wesson corto, una Colt 45 y otra Pietro Beretta. La Policía lo fichó por intento de asesinato, robo y posesión de armas y drogas. Ha pisado la cárcel 11 veces.
Y las 11 salió gracias a su tía, a quien le dice mamá. Una vez recibió un tiro en el abdomen cuando cometía un asalto, por lo que lo llevaron a un hospital, "pero no me quisieron atender porque era ladrón".
El 1 de julio de 2004, 'El Grifo' estaba tan drogado dentro de un túnel en la Entrada de la Ocho, en la vía Perimetral, que no podía mantenerse en pie. Una celebración lo sacó del letargo y pensó que se trataba del funeral de "paisanos, de esos que duran tres días".
Pero la algarabía se debía a una congregación de cristianos, donde un "varón me decía que Cristo me amaba". Y esa noche se fue a dormir preguntándose por qué Cristo lo podría amar, "si soy ladrón, drogadicto y no me quiere ni mi familia".
Desde ese día, y por decisión propia, consagró su vida a la religión. Él es Carlos y se integró a Paz Urbana, a la que considera una confraternidad, donde se desempeña como soldador, aunque ahora lo conozcan como el 'Pastor Grifo'.
Compartir: