Conductor secuestrado: "Me pusieron una funda en la cabeza, pensé que me iban a meter un tiro"
Un sobreviviente a un secuestro cuenta las horas de terror que vivió en manos de un grupo de hombres armados.
Conductor fue secuestrado. Foto del 18 de enero de 2024.
PRIMICIAS
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Pasó un mes y medio antes de que Juan (nombre protegido) se animara a salir de casa de luego de que fuera secuestrado.
A finales de 2023 pasó horas de terror en manos de hombres armados, quienes le exigían dinero para no matarlo.
Según la Policía, dos personas han denunciado un secuestro cada día en Ecuador. Es un delito que creció en 350% entre enero y septiembre de 2023, frente a iguales meses del año previo.
Bajo absoluto anonimato, Juan, quien era conductor de una aplicación de servicio de transporte, se anima a contar su historia.
PRIMICIAS ha cambiado los lugares de los hechos, las fechas y algunos detalles del relato para proteger la identidad de la víctima de secuestro.
Aquí su testimonio:
"Salí a trabajar en mi vehículo un sábado por la tarde, a finales de 2023, en Ibarra. Tras varias horas trabajando, vi que en una de las aplicaciones de transporte que usaba saltó una carrera a Los Ríos.
La acepté porque ahí viven mis padres y quería visitarlos, de paso, ganaba algo de dinero, para no ir vacío porque la distancia es larga.
Además, llevaba encomiendas. Salí a las 17:00 con la chica que me contrató. Poco antes de llegar al lugar donde debía dejar a esta persona, un vehículo sin placas me rebasó. Cuando paré para dejar a la pasajera, un vehículo me bloqueó. Recién entonces me di cuenta de que era el mismo carro que minutos antes me había rebasado.
Inmediatamente, se bajaron varios hombres fuertemente armados. Mucha gente me dice que por qué no les tiré el carro o di retro y traté de escapar, pero en un momento como ese es difícil reaccionar.
Las personas que pasamos por estas circunstancias nos quedamos privados (de cualquier movimiento, ndr.). Esos hombres bajaron con armas de grueso calibre apuntándome y pensé en mi vida.
Me sacaron del carro y me hicieron subir a la parte de atrás. Encendieron el vehículo. Un hombre me apuntaba a la cabeza y me dijo: ¡Agacha la cabeza (...), Si me ves, te mato!
Uno no va a hacer nada para que lo lastimen. Sin embargo, me golpearon en la cabeza, en la nuca. Seguimos por una carretera, no sé cuántos kilómetros. Cuando llegamos a un campo, donde habían hecho un espacio entre los matorrales, me sacaron y me comenzaron a preguntar de dónde era, a qué me dedico.
Un chico comenzó a desarmar el vehículo. En 15 minutos desmanteló el carro, desactivó el GPS. Se llevaron el carro.
Siempre me apuntaban con las armas y me gritaban que no les mintiera. No tenía ya conciencia de cuántas horas habían pasado. Me quitaron todo lo que tenía de valor.
Luego comenzaron a llamar a mis familiares. Les pidieron USD 4.000 para supuestamente soltarme. La persona que respondió, que era un familiar, colgó el teléfono.
Luego supe que mi familia llamó inmediatamente a la Unidad Antisecuestro de la Policía, que recomendó no contestar las llamadas ni ver los mensajes porque los secuestradores torturan a las víctimas para presionar a la familia.
Yo no sabía eso, por lo que cuando ya no contestaron mis familiares, yo me desmoralicé. Yo me preguntaba: ¿qué es lo que pasa? Entré en desesperación. Me decían que mi familia no me quiere, que me van a matar.
Los secuestradores intentaron llamar de nuevo, pero mi familia no contestó más. Entonces, uno dijo que sí estaban leyendo los mensajes y que me cortarían la mano. Yo me resistía para que no me lastimaran. Me movía cada vez que querían cortarme.
Hubo un punto en que ellos se cansaron. Había pasado muchas horas y llovía. Yo pensé que me iban a matar. Yo no sé cómo me armé de valor y comencé a hablarle a uno de los secuestradores. Le dije que no me mataran, que yo les iba a dar el dinero, que me dejaran ir. Que ya se habían llevado el carro y que no sacaban nada con matarme o cortarme.
Yo creo que Dios obró. Comenzaron a discutir entre ellos. Me pusieron una funda en la cabeza, me subieron a un carro, yo pensé que me iban a meter un tiro.
En ese momento, tú no sabes qué es lo que va a pasar. Pero me soltaron en medio de una carretera. Un taxista que pasaba por ahí se paró y me ayudó.
Recién ahí me sentí seguro y me quebré. Se me fueron las lágrimas. El taxista me dejó en el Terminal Terrestre. Llamé a una amiga, que se contactó con mi familia y me vinieron a buscar.
Por temor, yo di el dinero que me exigieron, que tuve que pedir prestado.
Perdí un patrimonio que conseguí con sacrificio y trabajo, y quedé endeudado. Es indignante que estas personas te arrebaten todo. Yo, al menos, estoy vivo. Hay personas que no lo pueden contar, y terminan muertas.
No salí como un mes y medio de la casa por miedo. Hace pocos días volví a trabajar, pero en un taxi ejecutivo que es de un familiar. Ahora, solo acepto carreras de empresas.
Cuando no tienes un trabajo, pero tienes un carro, te arriesgas a usar estas aplicaciones para poder sacar algo de dinero. Solo puedo decir que tengan mucho cuidado".
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