Estos son los riesgos de juntar a acusados por corrupción con cabecillas criminales en cárceles como La Roca
El presidente Daniel Noboa avisó que en la nueva cárcel de Santa Elena se “encontrarán” corruptos, asesinos y narcotraficantes. Esa fórmula ya se aplica en La Roca y supone un riesgo de nuevas alianzas delictivas.
Vista comparativa de tamaño de la cárcel Regional y de La Roca, en el complejo del norte de Guayaquil. La Roca, con tejado terracota, más cercana al río Daule, tiene capacidad para 158 presos.
AFP
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En las cárceles del país se forjan alianzas delictivas, que llevan violencia a las calles. Y decisiones de regulación penitenciaria, en apariencia bien intencionadas, han resultado nefastas. ¿Juntar a políticos acusados de corruptos y criminales en La Roca es otra medida contraproducente?
Así lo sugiere un pasaje del reportaje del periodista estadounidense Jon Lee Anderson, sobre el presidente de la República, Daniel Noboa: La arriesgada guerra de Ecuador contra los narcos.
En la nota, un oficial naval en Manta les advierte al presidente y a la ministra del Interior, Mónica Palencia, de los riesgos de mezclar líderes de bandas criminales con políticos acusados de corruptos, o delincuentes de cuello blanco, en la cárcel La Roca de Guayaquil.
Los comentarios del oficial irritaron a Palencia. Y el presidente habló de “acuerdos” entre miembros de las Fuerzas Armadas y el crimen organizado, según consta en el artículo.
La respuesta del Gobierno parece ser que mientras haya lugares libres en La Roca, la única instalación de máxima seguridad con la que cuenta Ecuador, se seguirán mezclando allí detenidos por corrupción política, por narcotráfico o por liderar grupos criminales.
Es más, Noboa avisó el 21 de junio que en la nueva “cárcel del Encuentro” de Santa Elena -una prisión de máxima seguridad cuya construcción se prevé iniciar esta semana- se “encontrarán” también corruptos, asesinos y narcotraficantes.
Renato Rivera, director del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, cree que la alerta militar sobre juntar estos perfiles de detenidos no es descabellada en la medida que políticos consigan algún relacionamiento con organizaciones criminales.
Asimismo, aumenta el riesgo de que círculos cercanos al político ejecuten acciones a través del actor criminal, advirtió. Es decir, que consigan una suerte de brazo armado.
Todo depende de las relaciones que puedan existir con antelación o de las nuevas que se puedan forjar en prisión entre los políticos arrestados con los círculos criminales, según Rivera, especialista en seguridad y en economía del crimen organizado.
La vida en La Roca
En la cárcel La Roca los presos están encerrados durante 23 horas y media al día. Tienen media hora asignada para recreación en un patio interno. Y -como en el resto de prisiones de Guayaquil, desde inicios de año- tienen prohibidas las visitas familiares.
Los presos más peligrosos del país, líderes de bandas criminales, se encuentran en el pabellón central de dos pisos con el exvicepresidente correísta Jorge Glas, el exlegislador socialcristiano Pablo Muentes o con Wilman Terán, expresidente del Consejo de la Judicatura.
Losas de hormigón se apilan como literas con sus colchones en celdas que cuentan con su retrete y lavado, similares a las de las vecinas Penitenciaría del Litoral y Regional.
Pero en La Roca, los reos no salen de sus celdas ni siquiera a comer, según el reportaje de The New Yoker, en medio de un “aire viciado” y un complejo caluroso de hormigón y acero.
Tampoco en la cárcel de máxima seguridad hay comida suficiente. Los presos en las cinco cárceles del norte de Guayaquil reciben actualmente una comida al día y, con suerte, un té en el desayuno, tras la crisis de provisión de alimentos que en Guayas completa casi un mes.
La Roca cuenta con 158 plazas y es uno de los centros carcelarios con más plazas disponibles, en un sistema marcado por el hacinamiento. Hasta marzo de 2024 solo contaba con 60 privados de la libertad.
Mientras la cárcel de máxima seguridad de Santa Elena, que debe estar lista en 10 meses (300 días), tendrá una capacidad de 736 plazas.
Un oficial de Policía consultado sobre la convivencia entre políticos y criminales dijo que el riesgo de conspiración existe, pero se mitiga en una cárcel con más seguridad y a través de los mecanismos de control aplicados tras la militarización de las prisiones de inicios de año.
“Con tantas horas de ocio el ser humano tiende por naturaleza a conversar. ¿Y entre delincuentes de qué charlan? Especializan en las cárceles sus prácticas delictivas e incluso salen con un mayor rango del que entraron”, explicó el oficial, quien prefirió la reserva.
¿Qué podría salir mal?
Las decisiones gubernamentales respecto a la regulación carcelaria resultó del todo contraproducente en el caso de Los Lobos, cuando el Estado “coadyuvó” a la expansión territorial del grupo criminal por todo el país.
Los Lobos comenzaron sus actividades delictivas con robos, extorsiones y microtráfico de drogas en la provincia de El Oro y en el centro penitenciario de Turi, en Azuay.
Sin embargo, después de las masacres carcelarias de 2021 y 2022, el Gobierno decidió dispersar a los miembros de esta organización, trasladándolos a diferentes prisiones.
Estas reubicaciones facilitaron la expansión de las operaciones de Los Lobos a las provincias de Imbabura, Pichincha, Chimborazo, Los Ríos, Napo, Santo Domingo, Santa Elena, El Oro, Azuay y Loja, según un informe situacional elaborado por la propia Policía Nacional.
Mientras, la reorganización de la Penitenciaría del Litoral por parte del Servicio de Atención a Privados de la Libertad (SNAI), en noviembre de 2022 -también en el mandato del expresidente Guillermo Lasso- afianzó una nueva alianza criminal.
Los Chone Killers salieron del pabellón dos de la Penitenciaría y fueron trasladados a la vecina cárcel Regional de Guayaquil, dominada por Los Choneros.
Los grupos se aliaron (se les unieron también Los Tiguerones) y pararon su confrontación, lo que le dio un respiro al proceso de debilitamiento que vivían por entonces Los Choneros.
Todo cambio en el sistema penitenciario tiene un efecto. Y se trata de decisiones que inciden en las dinámicas delictivas y de la violencia en las calles.
Desde el Gobierno Nacional consideran que en provincias como Manabí, hasta el 60% de la clase política está involucrada con los narcotraficantes, de acuerdo a otras de las revelaciones de The New Yorker.
“En las cárceles también había una comunicación directa con los narcopolíticos que hoy en día tanto molestan. El viejo Ecuador es avezado. El viejo Ecuador es conchudo”.
Daniel Noboa, presidente de la República.
En ese contexto, a la administración de Noboa parece tenerle sin cuidado que la política y el narco sigan ahondando su contubernio en prisión.
En el discurso de ceremonia de inicio de obra de la cárcel de Santa Elena, Noboa cuestionó a políticos del “viejo Ecuador" que "hablan de moralidad, pero sus máximos dirigentes están en una cárcel de máxima seguridad, por corrupción y por estar involucrados en narcotráfico”.
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