Así funciona la 'unión' de Tiguerones y Lobos con carteles mexicanos y la mafia albanesa
En los últimos años, las bandas narcodelictivas de Ecuador han ganado peso de la mano de dos carteles mexicanos y de la mafia albanesa.
Dos policías verifican los documentos a un hombre a bordo de una moto, en Durán, cantón de Guayas, azotado por la violencia criminal, el 8 de octubre de 2023.
AFP
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Ecuador tendrá una segunda vuelta, el próximo 15 de octubre, en medio de la peor crisis de seguridad de su historia, y con una ola de violencia en las calles y las cárceles. Una ola que tiene como protagonista a las bandas criminales asociadas con carteles mexicanos y la mafia albanesa.
En los últimos años, estos grupos locales han ganado peso en los mercados globales del narcotráfico por su alianza con los carteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, la "mafia albanesa" y las disidencias de las FARC, según dos expertos citados por la agencia EFE.
Para el coordinador del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, Renato Rivera, los carteles del narcotráfico 'contratan' los servicios de logística de ecuatorianos para exportar la droga hacia Estados Unidos y Europea.
"Lo que han hecho las organizaciones ecuatorianas es una especialización dentro de la cadena de valor del crimen organizado, que requiere de una serie de actividades que generan mayor rentabilidad".
Renato Rivera, experto en seguridad.
Entre estas actividades están el lavado de activos, tráfico de armas, corrupción, robos, sicariato y extorsión, lo que "ha hecho que Ecuador sea un país altamente violento", agrega Rivera.
Entre 2018 y 2022, Ecuador pasó de 5,8 a 25,62 homicidios por cada 100.000 habitantes y, según expertos en la materia, podría llegar a 40 en este 2023, lo que lo convertiría en el "tercero o cuarto país más violento de América Latina".
Fue en ese contexto donde ocurrió el 9 de agosto el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio.
En incautación de droga, Ecuador ya ocupa el tercer lugar del mundo y se espera que este año también supere las 200 toneladas decomisadas.
Seis bandas se disputan el crimen
Informes de Inteligencia policial han señalado que al menos seis bandas se disputan el crimen organizado en Ecuador.
La primera de ellas y muy poderosa en el pasado es Los Choneros, que se alió por primera vez para dar seguridad del cartel de Sinaloa.
"Tenían una especie de monopolio del crimen organizado y empezaron a perder muchísimo poder en 2019, cuando empezamos a ver las primeras matanzas carcelarias", recuerda Rivera.
Ese debilitamiento tomó fuerza en 2020 con el asesinato de su líder, Jorge Luis Zambrano "Rasquiña", quien había salido recientemente de la cárcel, desde donde controlaba el mercado.
Luego de ese quiebre de Los Choneros surgieron bandas 'nuevas' como Los Tiguerones, Los Lobos y Chone Killers.
"Estas organizaciones más pequeñas se separan de Los Choneros y crean una nueva alianza con el Cartel Jalisco Nueva Generación", añade Rivera.
También se aliaron con la mafia albanesa, que según el experto, lleva 10 años en Ecuador consolidado sus operaciones por medio de la compra de empresas exportadoras.
Pero, el problema con las bandas extranjeras, dice Rivera, es que "no generan alianzas estratégicas o de largo plazo con las organizaciones locales, sino que pagan al mejor postor".
Bandas reclutan a niños y jóvenes
Estas bandas locales, que se encargan del transporte, acopio y envío de droga, buscan controlar barrios clave en la ruta del narcotráfico, especialmente en zonas como Guayaquil o Manta.
Extorsionan a negocios, escuelas y vecinos, y especialmente obligan a menores a unirse para utilizarlos de vigilantes, vendedores de droga y sicarios.
"Yo no puedo, siendo menor de edad o siendo padre de ese menor, resistirme a la imposición de la organización criminal", explica Billy Navarrete, director del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), que documenta casos de reclutamiento infantil forzado en Guayaquil.
Estas agrupaciones han acumulado tanto poder en esos territorios ante la ausencia del Estado, dice Navarrete, que negarse significa la migración forzada o la muerte.
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