El accidente de helicóptero en Pastaza impactó en la comunidad Waorani
Los Waorani colaboraron en el difícil rescate de los ocho cuerpos de los fallecidos en la explosión del helicóptero militar en Pastaza.
Miembros de la comunidad Waorani colaboraron con el rescate de los cuerpos de los fallecidos en el accidente en Pastaza.
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El fuego que sobrevino después de la explosión del helicóptero MI5-175 se vio hasta Tiwino y las comunidades Waorani y kichwas del río Curaray. En ese accidente murieron ocho personas, el viernes 26 de abril del 2024.
En Tiwino, población de cerca de 700 habitantes, la gran mayoría pertenecientes a la nacionalidad Waorani, no se había sentido tanto dolor como aquel viernes. Los pobladores se habían abrazado con aquellos ocho, que horas antes llevaron al pueblo raciones alimenticias, frazadas y más ayuda por la pérdida de los huertos de yuca, verde y cacao, debido a la creciente del río Curaray.
Para atender la emergencia por las inundaciones, el teniente político de la parroquia Curaray, Diego Ima, había levantado la información y gestionó la ayuda en la Gobernación. El objetivo era auxiliar a los habitantes de las zonas más alejadas de Pastaza.
El viernes 26 de abril, los kits de ayuda fueron enviados desde la Brigada de Selva 17 Pastaza. Las entregas se direccionaron para comunidades waoranis y kichwas de las riveras de los ríos Bobonaza y Curaray.
Hacia el Curaray partieron Katya Aragón, de la Secretaria de Gestión de Riesgos; Erick Reyes, de la Prefectura de Pastaza, y Diego Ima, el teniente político y miembro de la comunidad Waorani. Él solamente tenía tres meses de estar en el cargo.
El personal militar asignado al helicóptero de esta misión estaba constituido por el mayor Andrés Sierra (piloto), el teniente Jaime Cordones (copiloto), el sargento Leonardo Gutiérrez, el cabo primero Edgar Montesdeoca y el cabo Patricio Morales (estos tres últimos eran mecánicos).
Todos cumplieron con la misión de asistir a tres comunidades de la parroquia Curaray, pero nunca más regresaron a sus hogares. Murieron calcinados en la explosión del helicóptero, ese viernes 26 de abril.
Apenas vieron el fuego en Tiwino, los pobladores se alarmaron, aseguró Gloria Ima, tía de Diego. Pero nunca pensaron que ahí habían fallecido todos a quienes consideraban sus amigos.
El fuego quemó los árboles
En Tiwino, los habitantes se levantaron en unidad una vez que se confirmó que el helicóptero explotó y los restos de sus ocupantes no podían ser encontrados. Lo primero, fue ofrecerse para habilitar una pista provisional de aterrizaje.
Silvana Nihua, presidenta de la organización Waorani en Pastaza, lideró el trabajo y organizó a la gente, que viajaron por tierra para reunirse en el cantón Arajuno, en Pastaza. Desde ahí, los 50 voluntarios waoranis caminaron otras cuatro horas hasta llegar al sitio del accidente.
Llevaron la chicha para tener energías y pidieron mucha dirección a la madre naturaleza, aseguró Nihua. "Cuando llegamos al sitio, vimos la magnitud de la tragedia. La escena era horrible", describió.
Gilberto Nenquimo, director educativo de la Owape, dijo que nunca había visto una tragedia similar. "Creemos que cuando el helicóptero aún estaba encendido al caer al suelo porque varios árboles estaban cortados alrededor".
El fuego de la explosión, además, pasó a los árboles. "El árbol más grande en la selva es de 60 metros de altura. Creemos que el fuego pasó unos 90 metros de altura. Se puede llegar a esa conclusión porque estaban muchos árboles quemados", dijo.
Nenquimo asegura que todo el escenario era desgarrador porque la cobertura del helicóptero parecía hoja de papel y los cuerpos estaban despedazados, calcinados e incluso enterrados a un metro de profundidad.
Ocho militares y bomberos de Riobamba y Puyo se unieron a los Waoranis, quienes utilizaron herramientas rudimentarias como la pala, troncos de árboles y machetes para cavar.
Zona sagrada
Luis Enquery, otro dirigente Waorani, mencionó que el trabajo fue muy agotador para todos.
Los bomberos utilizaron equipos de tecnología para remover los fierros de la aeronave, mientras los peritos revisaban cada pista que encontraban.
Lograron localizar los restos de los cinco primeros, pero de los otros tres se complicaba más porque la tierra seguía caliente. "Hubo un momento en que los espíritus se conectaron conmigo y fue cuando logramos localizar a los tres que faltaban. Creemos que Katya y Erick se abrazaron porque parte de osamentas daban ese aspecto", mencionó Silvana.
La busqueda terminó. Pero, para el Pueblo Waorani, esa zona de Tiwino fue declarada como lugar sagrado, donde convivirán con los espíritus de sus amigos a quienes consideran sus héroes.
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