Donoso: Hay que preguntarse si las alianzas de los grandes bloques van a durar
Incluso antes de que se posesione la nueva Asamblea, ya hay muestras del camino que empieza a abrirse para los próximos cuatro años. El analista Pedro Donoso explica las implicaciones de la actuación del Legislativo para la gobernabilidad del país.
El presidente de la Asamblea, César Litardo, durante su rendición de cuentas este 3 de mayo de 2021.
AN
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La Asamblea Nacional cambiará de integrantes este 14 de mayo. Su primera sesión servirá para elegir a las autoridades que la liderarán durante los siguientes cuatro años. Y los próximos asambleístas tienen el reto de recuperar, en algo, la imagen de la Función Legislativa.
Pedro Donoso, director general de Icare, analiza el contexto en el que iniciarán funciones los nuevos legisladores, que heredan una institución con la credibilidad y aprobación de las más bajas de la historia.
El analista político sostiene que la sesión inaugural y los eventos durante las negociaciones previas ya empiezan a marcar un camino para lo que será la administración de la Asamblea.
Y que es necesario primero conocer si la Función Legislativa tendrá gobernabilidad interna, para después analizar la relación que de ahí nazca con el Ejecutivo.
¿La mala reputación de la Asamblea saliente impactará en la imagen de este nuevo periodo?
Se necesita contextualizar. No solo la Asamblea tienen un índice de credibilidad y aprobación de menos del 5%. Eso es un comportamiento ciudadano frente a la institucionalidad en general, pública y privada.
La ciudadanía tiende a desconfiar mucho de las instituciones y calificar mal su gestión. Y eso está ligado a las cifras de pesimismo de los últimos meses, que son superalarmantes.
Además, es muy común que el Legislativo tenga mucho más desgaste que el Ejecutivo. Una hipótesis puede ser que la lógica de fiscalizar y legislar está bastante ausente de la práctica ciudadana. El Ejecutivo tiene la ventaja de estar presente en el territorio con obras y el Legislativo no. Por eso el correísmo se inventó las sedes en territorio del Legislativo.
Finalmente, esta Asamblea con la lógica de la expectativa puede llegar con niveles más altos de aprobación. Sin embargo, correrá la misma suerte. Más allá de que la ciudadanía está alejada del legislativo, como para poder darle una buena calificación, en este siglo existe la corriente del populismo antipolítica.
¿Populismo antipolítica?
Por ejemplo, ese comentario de que "se gastaron en los cuatro años tantos millones en mantener a 137 vagos", que finalmente afecta a las instituciones, porque la democracia cuesta recursos.
Porque si queremos vivir en libertad tenemos que pagar impuestos y colaborar con el pago de los asambleístas, nos guste o no nos guste. La otra opción es la dictadura.
Pero el gran reto de esta Asamblea que empieza será saber administrar la expectativa. Lo mismo que le pasará al nuevo Gobierno. El peor enemigo de los políticos es la expectativa.
Sin embargo, la Asamblea saliente sí deja una imagen bastante más negativa que en los periodos anteriores, especialmente, por los casos de corrupción.
Concuerdo totalmente. No es gratis la baja evaluación, ni solo por el pesimismo de la gente. En otras circunstancias no hubiese sido tan baja la calificación, ya que esta Asamblea ha sido sorprendente en su periodo. Y en la percepción de la gente hay esa desazón.
Pero no sé si la percepción negativa de la Asamblea saliente se lleva directamente a la entrante. Aunque evidentemente no va a partir de una calificación altamente positiva tampoco, por el contexto pesimista de la gente.
¿Qué se debe observar sobre la nueva Asamblea?
Hay que considerar distintas áreas. Lo que hereda: más de 900 proyectos de ley no tramitados (no solo del periodo 2017-2021); siete juicios políticos sin evacuar; la baja producción legislativa, solo entre 2019 y 2020 la agenda legislativa tenía 17 leyes y solo se aprobaron cinco, esto nos da una idea sin caer solo en la medición cuantitativa porque tiene que ser cualitativa; y el comportamiento sobre la iniciativa legislativa, que ha sido mayoritariamente del Ejecutivo.
Otro punto es lo que se disputa de entrada esta Asamblea: las 15 comisiones permanentes, los cuatro puestos del Consejo de Administración Legislativa (CAL), las dos vicepresidencias y la presidencia.
Hay que preguntarse si las alianzas que tienen internamente los cinco grandes bloques van a durar o no.
Se debe prever la disolución de los bloques legislativos, como en todos los periodos.
Por ejemplo, ¿la alianza UNES sobrevivirá a los vaivenes políticos de estos cuatro años? Porque el correísmo es el gran inquilino en dos bienes inmuebles: Centro Democrático y Fuerza Compromiso Social. Porque ellos son los invitados.
¿Podrá sostener en la negociación política interna las tensiones que eso implica? Ya vemos que Sofía Espín renunció a la coordinación del bloque.
¿Qué pasa con la alianza Creo-Partido Social Cristiano? ¿Esa alianza qué es? Fue para llegar al poder, es una alianza legislativa o es un cogobierno. Aunque con la designación de Pascual del Cioppo (como embajador en España) podríamos afirmar que será un cogobierno.
La Izquierda Democrática sigue siendo un enigma. ¿Qué es la ID? ¿Qué persigue, cuál es su línea, hay disciplina partidista? Ni se diga Pachakutik, que ahí convergen un montón de fuerzas sociales, por los orígenes del movimiento indígena.
Esa es la gran disputa interna de los movimientos y sus alianzas internas.
Más allá de las disputas internas, hay una costumbre arraigada en el Legislativo de abandonar bloques o cambiarse de camiseta.
Eso tiene su raíz en la gran tragedia del Ecuador: somos un país de partidos sin candidatos, de candidatos sin partidos y de partidos y candidatos sin ideologías.
Esto se refleja en un Xavier Hervas que se sube cinco meses antes a un movimiento que le dijo que sea presidenciable, gana 15% y es el ejemplo del modelo a seguir. Y eso es supergrave, porque no nace de las entrañas del partido, no ha militado, no entiende la estructura. Por eso sucede.
Es lo que pasó con el bloque de Creo en la Asamblea saliente. Al no haber partidos estructurados, reales, con disciplina partidista (nos guste o no), que debe funcionar, sucede lo que sucede.
Y la pregunta ahí es: las grandes alianzas de los dirigentes de los partidos ¿cómo van a implosionar a lo interno? Hemos visto que ya hay la primera deserción del movimiento Pachaktuik.
No hay que ser un genio para entender que finalmente, a la mitad del periodo, tendremos una Asamblea muy distinta a la que elegimos ahora.
En medio de este escenario, los legisladores entrantes ya cabildean en búsqueda de los votos para hacerse con el poder dentro de la Asamblea.
La palabra clave es: necesidad. Por ejemplo, el asambleísta Salvador Quishpe (PK) decía que no van a pactar ni con Creo ni con UNES. Entonces ¿no vamos a tener presidente de la Asamblea?
Hay dos caminos: la inmovilidad legislativa o los acuerdos. Pero nos concentramos solamente en la elección de autoridades, cuando la Asamblea tiene 60 días para aprobar una agenda legislativa.
Por ejemplo, 'El Ecuador del encuentro' es un eslogan superinteresante. Uno puede abanderarse bajo la libertad, la igualdad y los derechos, pero cuando eso se traslada a leyes, presupuestos, planes, programas, ya es otra cosa.
Usted puede decir: femicidio cero. Pero cuánto va a destinar en recursos para las políticas públicas que luchen contra los femicidios. Porque la política pública es plata también, no solo voluntad política.
Es absolutamente necesario que haya negociaciones y alianzas.
Entonces la gran discusión es ¿para qué son las alianzas? ¿Solo para elegir autoridades, para establecer una agenda legislativa, para aprobar las tres leyes que nos exige el FMI por los créditos?
Pese a la necesidad de las alianzas, las críticas en contra de esos acercamientos abundan en la opinión pública.
Si no llegan a acuerdos el Legislativo no se mueve, nada más. Seguramente ahí la ley establecerá formas de elección, pero tienen que llegar a un consenso.
Las opiniones también son presiones para que no se dé una u otra alianza, pero finalmente van a tener que hacerlo para lo que sea. Pero no va a haber una manera clara de leer el comportamiento de la legislatura, sino ley por ley y día por día.
Con lo poco que vamos viendo ¿podemos prever que haya la gobernabilidad por los actores políticos?
La gobernabilidad es un elemento que no solo está en las relaciones institucionales. La gobernabilidad no la da solo la relación Ejecutivo-Legislativo, ni cuántas leyes aprueba el Ejecutivo con los votos de los asambleístas.
La gobernabilidad también está en cómo permiten la gobernabilidad los movimientos sociales.
También está la gobernabilidad interna de la propia Asamblea. No nos olvidemos que en este periodo legislativo hubo comisiones que pasaron meses sin presidentes, porque no se podían elegir.
Además, a veces el concepto de gobernabilidad puede constituirse en una trampa, que no haya un peso y contrapeso. Si el Legislativo no está de acuerdo en una ley y por eso no la aprueba, no tiene que ver con gobernabilidad; igual que si censuran a un ministro cuestionado. No se puede ir a los absolutos y darle un cheque en blanco al Ejecutivo.
¿La sesión de este 14 de mayo puede dar una muestra de lo que se viene en este periodo?
Vamos a ver, de alguna manera, un pequeño botón de lo que va a ser la gobernabilidad internamente en la Asamblea. Pero las evidencias que tenemos no son menores, renuncias, tensión entre bancadas. Y solo conociendo si la Asamblea tendrá gobernabilidad interna, ahí podremos hablar de la relación Ejecutivo-Legislativo.
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