Mural de Nebot y Febres-Cordero no es prioridad para el Alcalde de Guayaquil
El alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, considera excesivo el óleo ubicado en el cielo del Salón de la ciudad, en el Palacio Municipal. Y plantea un debate sobre qué hacer con la “oda” pictórica a sus antecesores socialcristianos
Parte del mural "Apoteosis de Guayaquil" que retrata a Jaime Nebot y León Febres Cordero en el Salón principal del Palacio Municipal de Guayaquil.
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El mural se titula ‘Apoteosis de Guayaquil’ y adorna el techo del Salón de la Ciudad, en el Palacio Municipal. El alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, expresó su disgusto respecto a la obra que exalta a dos antecesores en el cargo: León Febres-Cordero y Jaime Nebot.
Las pinturas al óleo cubren tres áreas ovaladas de las que cuelgan lámparas de cristal de la sala donde sesiona el Concejo Municipal. En una de ellas, las figuras de Febres-Cordero y Nebot son elevadas a las alturas, entre ninfas de torso desnudo, guerreros y obras públicas.
El nuevo alcalde por la Revolución Ciudadana (RC) considera un exceso el mural de las dos figuras del Partido Social Cristiano (PSC), quienes contribuyeron a transformar la ciudad entre 1992 y 2019.
“Los que pasamos por aquí somos funcionarios públicos y nuestro deber es servir”, dijo Aquiles Alvarez, en entrevista con el portal Guayaclick. “Es lindo que la gente se lo agradezca a uno, otra cosa es hacer una oda a ciertos personajes, por más que se los respete”.
El alcalde elegido por el correísmo plantea un debate sobre qué hacer con el mural que destaca a sus antecesores socialcristianos.
“El mural es un tema que tendríamos que plantear, no sé cómo lo vamos a hacer, pero es algo que a mí no me gusta”.
Aquiles Alvarez, alcalde de Guayaquil
Sin embargo, el alcalde se pronunció en Twitter el domingo y expresó su respeto a Febres-Cordero, Nebot y al maestro Luis Peñaherrera, autor de la obra.
Agregó que considera que el mural debe incluir también a otros próceres de la ciudad, "pero (el mural) no es prioridad. Hoy hay que solucionar problemas reales".
Historia del mural
La ‘Apoteosis de Guayaquil’ se develó al público en julio de 2004. Aunque parece un fresco a la usanza de obras como la Capilla Sixtina, se trata en realidad de un óleo del artista guayaquileño Luis Peñaherrera, con una dimensión de 5,80 por 2,30 metros.
El Concejo, liderado por Jaime Nebot, solicitó la obra como parte del proyecto de ornato del salón de la ciudad. Y, según explicó en su momento la municipalidad, la obra “representa el resurgimiento de Guayaquil” en las administraciones de Febres-Cordero y Nebot.
Peñaherrera, maestro respetado en los círculos locales de bellas artes y fallecido en 2016, fue además caricaturista y redefinió la imagen del personaje icono de Guayaquil, Juan Pueblo. En el mural usó el estilo neoclásico con su pincelada vaporosa.
La artista y escultora Larissa Marangoni, ahora presidenta de la Empresa de Turismo de la nueva administración municipal, sostuvo que fue una mala idea contratar la obra.
El techo representa el cielo y los frescos, ubicados en los cielorrasos, tienen una carga histórica muy fuerte. Generalmente representan a personajes religiosos, agregó.
“Considero que la obra no debió incluir los rostros de servidores públicos, porque no son ni próceres, ni personajes religiosos”.
Larissa Marangoni, presidenta de la Empresa Pública Municipal de Turismo.
Un asunto espinoso
El estilo neoclásico del mural usa tanto de la pintura napoleónica como del realismo socialista, surgido en la ex Unión Soviética hacia 1920, más tarde asociado a la propaganda fascista en Europa (realismo heroico). Pero Peñaherrera le agregó además un toque tropical.
“Resulta paradójico que una obra con influencias en el realismo socialista ilustre un proceso político de la derecha ecuatoriana”, señala el artista y diseñador Oswaldo Terreros, quien ha trabajado su obra desde la gráfica política.
“Hace falta una comisión especializada que asuma con criterio y responsabilidad el arte público y los monumentos en Guayaquil”.
Oswaldo Terreros, artista visual y diseñador gráfico
Él pide separar la obra artística de Peñaherrera con un encargo meramente comercial, por bien ejecutado que haya resultado. "El problema del mural es que se hizo con dinero público", dice.
El propio Terreros es coautor del Memorial Escultórico a Jaime Roldós Aguilera y Martha Bucaram en Guayaquil.
El hecho de que el mural del Palacio Municipal quede obsoleto tan pronto, de que caduque solo con un cambio de administración, demuestra su nula trascendencia artística, según el artista. “El arte es atemporal”, añade.
Terreros pide buscar una solución imaginativa y ejemplar, aunque no se decanta por dejar o retirar el mural. “Que el cambio de paradigma sea reemplazar a estas figuras por próceres me parece problemático también”, sostiene.
La reescritura de la historia a través de la pintura puede ser más de lo mismo, un ejercicio de poder y "manipulación".
¿Reemplazar los rostros?
El artista, escultor y muralista Juan Pablo Toral sabe en carne propia lo que es reemplazar rostros de una obra de arte público.
En 2013, se vio inmerso en una polémica cuando incluyó rostros de funcionarios municipales en los murales de su autoría en La Atarazana, el norte de Guayaquil.
La obra recrea el pasado histórico de los astilleros bajo el paso a desnivel de la avenida Pedro Menéndez y Plaza Dañín.
“Cometí la ligereza de pintar a mis amigos personales, entre ellos Henry Cucalón, Andrés Roche y otros. En mi caso tuve que cambiar los rostros porque el mural era nuevo, sobre baldosa y el escándalo fue inmediato”, recuerda el artista.
Pero él rechaza que se haga lo mismo con la obra de Peñaherrera, y mucho menos borrarlo.
“El mural de Peñaherrera fue pintado sobre lienzo y esa tela se adhirió al techo. Lo óptimo es encontrar la forma de retirarlo y enviarlo a la reserva del museo”
Juan Pablo Toral, artista, escultor y muralista
Toral llama a retirar el mural con un equipo especializado para luego conservarlo en la reserva del Museo Municipal, si no se lo quiere exhibir. “La obra se hizo con fondos públicos y es un bien de la ciudad”, insistió.
En el espacio físico que deje la pieza se puede contratar una nueva obra o dejar el cielo raso limpio, en blanco, a discreción de la nueva administración, propuso.
El fotógrafo Wladimir Torres, alumno de Peñaherrera en el Colegio de Bellas Artes, dice que el lienzo se montó en una estructura de fibra de vidrio y luego fue atornillada con pernos al techo del Salón de la ciudad. Es decir, la obra es retirable y corregible, dijo.
Él recuerda que en el mundo clásico una apoteosis se refiere a la concesión de la dignidad de dioses a los héroes. Torres se decanta más por modificar en la obra las figuras de Nebot y Febres-Cordero, reemplazándolas por próceres u otras alegorías.
Nota publicada originalmente el 21 de mayo de 2023 y actualizada a las 09:49 del 22 de mayo con reacción del alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez.
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