Latinoamérica: la izquierda sufre importante baja con salida de Evo
Bolivianos recordaron a dos ciudadanos que murieron en los disturbios tras las elecciones presidenciales.
EFE
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El socialismo del siglo XXI perdió este fin de semana una pieza importante en Latinoamérica: Bolivia. La renuncia de Evo Morales, tras un proceso electoral irregular y tres semanas de protestas, deja a la tendencia política con todas sus esperanzas puestas en Argentina y el binomio de los Fernández.
El Grupo de Puebla que, desde julio, intenta unir esfuerzos y reorganizar a los líderes de la autodenominada izquierda progresista acusó ese golpe inesperado desde Buenos Aires. Apenas en su segunda cumbre, tuvieron una baja importante.
En ese escenario geopolítico, el México de Andrés López Obrador parece aprestarse a cubrir ese vacío. Los mexicanos ven al Grupo de Puebla como "una iniciativa interesante, inteligente y esperanzadora".
Además de ofrecer asilo a Morales y otra veintena de funcionarios, el Ejecutivo mexicano no dudó en calificarlo como un golpe de Estado.
México, además, pedirá una reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), para "demandar el respeto al orden constitucional y democracia en Bolivia" y hacer valer el derecho al asilo.
Esto último, el Distrito Federal también lo ha demostrado con políticos ecuatorianos de línea correísta, que se declaran perseguidos políticos, como Ricardo Patiño y otros funcionarios públicos que están refugiados en su Embajada en Quito.
El impulso inicial
La tendencia del socialismo del siglo XXI tuvo su clímax en 2008, cuando -al menos- una docena de países eran gobernados por líderes con afinidades ideológicas y que no dudaron en alinearse con ella.
Así, dieron nacimiento a bloques regionales, ahora agonizantes, como la Unasur y la CELAC.
Estos, junto con la ALBA, dieron fuerza política al sector del continente que veía como referentes al cubano Fidel Castro y al venezolano Hugo Chávez, ambos fallecidos. Con sus diferencias puertas adentro y puertas afuera, varios gobiernos de la década pasada encontraron puntos en común para impulsar una política exterior desde el sur.
De todos ellos, los que aún siguen en el poder son los herederos: Miguel Díaz Canel, en La Habana, y Nicolás Maduro, en Caracas. Así como el eterno Daniel Ortega en Nicaragua. Todos cuestionados por la legitimidad de sus cargos.
Lo mismo sucede con Danilo Medina, en República Dominicana, que el próximo año terminaría su segundo mandato. Y a cuya segunda posesión asistieron básicamente los mandatarios de la tendencia: Rafael Correa, Evo Morales, Nicolás Maduro, y un par de vecinos, Juan Carlos Varela, expresidente de Panamá; Jimmy Morales, de Guatemala y Juan Hernández, de Honduras.
El resurgimiento de la derecha
Aunque países como Perú, Colombia y Chile con sus últimos gobiernos parecerían no haberse pegado tanto al sector del socialismo del siglo XXI, hubo quienes mantuvieron relaciones cordiales con la mayoría de sus líderes, como la chilena Michelle Bachelet y los peruanos Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski.
Sin embargo, las muertes de Castro y Chávez, los escándalos de corrupción, así como las crisis económicas por la caída de los precios del petróleo, en países mayoritariamente dependientes de los combustibles fósiles, fueron cambiando el escenario.
Pese a los bajos índices de aceptación y a las crisis políticas y económicas que enfrentan Lenín Moreno (Ecuador), Iván Duque (Colombia), Jair Bolsonaro (Brasil), Mauricio Macri (Argentina), Sebastián Piñera (Chile), entre otros, el panorama político no parece mejorar para la izquierda regional.
Maduro cuenta cada, vez con, menos apoyo externo, Ortega y Díaz Canel tampoco tienen influencia en el continente y todos observan sobre su hombro a las declaraciones de respaldo del Kremlin y las advertencias de Donald Trump.
Aunque en este diciembre, Alberto y Cristina Fernández ocuparán la Casa Rosada en Argentina, y todavía deberá esperarse para la segunda vuelta en Uruguay, la salida de Morales resta fuerza a la intención de reagrupación del Grupo de Puebla y al futuro de la tendencia en Latinoamérica.
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