"La Asamblea quiere bajarse al Presidente, los ministros son pretextos"
En entrevista con PRIMICIAS el consejero presidencial, Diego Ordóñez, admite que el Gobierno debió haber dado una respuesta más rápida al abastecimiento de medicinas y a la vialidad, entre otros problemas.
El Consejero Presidencial, Diego Ordóñez.
Cortesía Segcom.
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Luego de salvarse de un intento de destitución por parte de la Asamblea Nacional y de 17 días de paro nacional, el Gobierno admite algunos errores pero descarta un cambio de rumbo o una crisis de gabinete, lo dice el consejero Diego Ordóñez en entrevista con PRIMICIAS.
¿El Presidente se salvó de ser destituido en la Asamblea, el Gobierno lo ve como una segunda oportunidad?
No es una segunda oportunidad porque lo que indujo a la ponencia de destitución no es que el Gobierno haya dejado de cumplir sus ofrecimientos o que haya motivos que justifiquen en los hechos y en el derecho esa petición, lo que había es simplemente un intento golpista y frente a eso había que imponer las reglas de la democracia y eso fue lo que sucedió.
El gobierno tiene un plan y un proyecto que viene cumpliendo y que tiene etapas. Hay, sin duda, dentro de esas etapas un desgaste político inevitable, pero lo que importa es el que el proceso avance y que los resultados que se esperan en cuanto al empleo y a la inversión se vayan logrando. Hay un costo que pagar pero, al final, lo que cuenta son los resultados.
Lo que había es un intento golpista y frente a eso había que imponer las reglas de la democracia.
En un escenario de más de medio mes de protestas y tras lo ocurrido en la Asamblea, ¿están dispuestos a hacer un mea culpa y una corrección de rumbo?
Sí, hay cuestiones que tienen que abordarse. Nuestro mensaje de poner en orden la economía, las cuentas fiscales, de tener un escenario fiscal claro para poder asignar el gasto de manera eficiente, ha generado un retraso en respuestas más eficientes en temas que son preocupaciones de los ciudadanos, como la educación, la salud y la vialidad.
No es una justificación, pero sin tener una base de equilibrio fiscal, no se pueden iniciar procesos de gasto y de nueva inversión en estas áreas si no están claras cuáles son las posibilidades reales del fisco, por una cuestión de sostenibilidad.
Una reforma estructural en salud pasa por un cambio en la forma en que se adquieren las medicinas y cómo se ofrece el servicio a los ciudadanos, esta clase de cambios lleva tiempo. El sistema está listo, pero este periodo de agitación ha impedido que sea puesto en vigencia.
Estamos corrigiendo, además, las fallas y las deficiencias de un pasado en el que se atendían los problemas con un discurso populista-electoral y no de manera estructural.
Entre la formulación de soluciones y políticas de fondo y la llegada de los resultados hay un tiempo de espera, ¿mientras tanto qué señales van a enviarle a la población?
Lo primero que el Gobierno tiene claro es que no vamos a ceder al populismo ni a la respuesta rápida y a la salida coyuntural. Hay que dar respuestas en la coyuntura, sin duda, pero sin dañar las reformas estructurales y las soluciones de mediano y largo plazo.
Hacemos procesos de pedagogía con los ciudadanos, lamentablemente, en medio de un ambiente político tan depredador, tan irracional, tan cargado de populismo y tan centrado en el siguiente proceso electoral, eso es difícil.
Al final del día lo que debemos tener es esperanza en que las cosas van a mejorar.
No vamos a ceder al populismo ni a la respuesta rápida y a la salida coyuntural.
¿Cuál es el mensaje de esperanza que le está dando el Gobierno a la población?
La mayoría de los ciudadanos quiere tener un empleo y un ingreso. Lo que nos interesa es eso, crear empleo. Pero hay algunos que quieren destruir el país y son capaces de tener comportamientos suicidas.
El canciller Holguín hizo un mea culpa ante un medio internacional, reconoce que se abandonó la prioridad de escuchar a la sociedad civil.
Las demandas sociales urgentes tienen que atenderse con recursos y hay que garantizar que esos servicios se mantengan en el tiempo, no se trata de repartir dinero sino de construir servicios de calidad y esos procesos toman tiempo.
¿El Gobierno tiene ese tiempo?
Sí, ese es un tiempo en que el Gobierno ha sufrido un deterioro en los indicadores de apoyo y aceptación, pero es parte de los costos que hay que asumir si se manejan las cosas con responsabilidad.
En el pasado hubo un gobierno que estaba en continua campaña electoral y que daba respuestas electorales y populistas de corto plazo a los problemas.
Si queremos cambiar el futuro de Ecuador a fondo hay que dar respuestas estructurales que no se han ofrecido en décadas y eso tiene un costo político.
Los ciudadanos esperan mucho más, y peor aún después de la pandemia, cuando aumentaron la pobreza, el desempleo y la actividad económica decreció.
Hay que construir el proceso para que las soluciones le den perspectiva a Ecuador ahora y en el futuro, no solo con la mira puesta en las próximas elecciones.
El dilema de los gobiernos es ofrecer soluciones populistas de corto plazo o cambios estructrurales y el Presidente Lasso opta por lo segundo.
Pero entre el largo y el corto plazo hay que dar respuestas a la población.
El Gobierno las ha dado: ha decidido subsidiar la úrea para los agricultores, ha anunciado una reducción del precio de los combustibles, a pesar de que eso significa un incremento de USD 230 millones en subsidios, lo que implica sacar dinero de otras áreas del Presupuesto General del Estado para subsidiar a los que más tienen.
Estas son respuestas a las que ha inducido este escenario de elevada irracionalidad, pero son respuestas que dañan. Son respuestas políticas necesarias en un ambiente como este, pero al final generan costos y estamos volviendo a profundizar los problemas estructurales que afectan la estabilidad económica de Ecuador.
Son respuestas políticas necesarias en un ambiente como este, pero al final generan costos.
¿En qué se equivocó el Gobierno para llegar a un escenario de protestas y descontento?
Creo que debimos haber hecho las cosas más rápido, debimos haber dado respuestas más eficientes en reformas como la externalización de las farmacias (de los hospitales de la red pública de salud, ndr).
Y una respuesta más rápida en cuanto a los problemas de obras públicas y vialidad.
Si me habla de errores políticos que nos llevaron a esta situación, basta ver los planteamientos que hace la Conaie para establecer responsabilidades: son 10 puntos que, a excepción del precio de los combustibles, responden más bien a consignas que a razones.
Creo que debimos haber hecho las cosas más rápido, debimos haber dado respuestas más eficientes.
Para hacer frente al descontento de agricultores e indígenas, algunos sectores le proponen al Gobierno un plan de rescate e inversión, como el Plan Marshall que sacó a Europa de la recesión de posguerra. ¿Qué opina?
La pregunta es dónde están los recursos para hacer un plan Marshall, porque cuando se produjo en Europa, al final de la II Guerra Mundial, hubo un fuerte flujo de recursos desde Estados Unidos. ¿Aquí de dónde va a salir ese dinero?
En Ecuador es muy importante crear mecanismos para atender las necesidades de los sectores indígenas que respondan a su realidad y a sus actividades, muchos de ellos son productores agrícolas pequeños.
Esto tiene que ser enfocado con políticas transversales de salud, vialidad, educación, con asuntos étnicos, con infraestructura, con crédito y con proyectos productivos.
No entiendo por qué se ha ideologizado tanto al movimiento indígena y no se ha producido una discusión sobre temas de interés para su desarrollo.
Hay sectores indígenas que son muy pobres y para eso hay respuestas, hay otros sectores que son productores y para esa realidad existen otros abordajes, pero esos no son los asuntos que están en discusión ahora, sino los temas puramente políticos.
Esta politización termina encubriendo las necesidades del pueblo indígena que hoy mismo tiene un buen espacio de poder en la Asamblea, la pregunta es ¿cómo están usando ese espacio, lo están haciendo en beneficio de quienes representan?
Esta politización termina encubriendo las necesidades del pueblo indígena.
Después de lo sucedido en la Asamblea, ¿cómo queda la situación con el Ejecutivo?
No hay ningún cambio que se pueda pensar o definir frente a la concepción de la gestión política del Gobierno frente a la Asamblea. ¿Es posible dentro de la Asamblea la construcción de una mayoría alrededor de ideas, planes y proyectos o una mayoría en torno a tráfico de puestos?
O sea, consideran que la Asamblea sigue chantajeando al Gobierno.
Qué planteaba el Correísmo para llegar a una alianza de gobernabilidad: la mesa de la impunidad y el Gobierno no ha aceptado esas condiciones.
A partir de que se le negó el habeas corpus a Jorge Glas (exvicepresidente, ndr) en un juzgado de Quito se desata la violencia en las calles, se pone el acelerador sobre la moción para la destitución del Presidente de la República, hay que atar cabos.
La realidad es que tendrán que seguir gobernando con la Asamblea durante el periodo que le resta al Gobierno, ¿cómo lo van a hacer?
Sortearemos los obstáculos como lo hemos hecho hasta ahora. Si hay una línea de trabajo en la que nos podamos poner de acuerdo o debates sobre proyectos de ley y puntos de vista, se puede debatir, consensuar y ceder, pero si lo que se plantea es o la impunidad o la guerra, el Gobierno no va a ceder.
Cuando me dicen que al Gobierno le falta gestión política y cuando les pregunto que me definan qué es la gestión política terminan escribiendo, con eufemismos, que lo que falta es un buen amarrador. Esa es la política clásica, es lo que destruyó a este país.
Sortearemos los obstáculos como lo hemos hecho hasta ahora.
Hay analistas que sugieren que el Gobierno se acompañe de la élite intelectual del país para no quedarse solo.
El Gobierno no tiene que acompañarse de las élites, que normalmente tienen intereses, no. Tiene que acompañarse de la gente. Nuestro soporte y el de cualquiera que quiera gobernar en este país, donde la política es depredadora, donde se juegan intereses y no conceptos, donde se intenta corporativizar el poder del Estado, es gobernar junto a la gente.
¿Cómo se van a rodear de la gente en la práctica?
Por los resultados, por la esperanza. El Presidente perfiló el 24 de mayo un país del futuro, habló de las inversiones, de los proyectos que está impulsando con alianzas público privadas, de la inversión pública.
Va a pasar tiempo antes de que el efecto de esas políticas se vea.
Hay que esperar, irse por el atajo es populismo. Hay que hacer visibles los cambios. El Presidente está en contacto permanente con la gente, en visitas territoriales. Hay que construir esa alianza que es la que importa al final del día.
¿Han considerado refrescar el gabinete ministerial?
Siempre existe esa posibilidad. Hay conocimientos técnicos y experiencias personales que funcionan en el cumplimiento de ciertos procesos y en ciertos momentos.
Hacemos una evaluación continua del gabinete, de sus perfiles técnicos y profesionales. Al frente de los ministerios hay técnicos que conocen sus áreas.
No vamos a hacer una crisis de gabinete.
No vamos a hacer una crisis de gabinete.
Con justicia o sin ella han sido criticados los ministros de Finanzas, de Salud y del Interior, en la Asamblea ya se habla de juicios políticos...
La Asamblea quiere bajarse al Presidente de la República, los ministros son pretextos. No hay razón alguna que justifique ese enjuiciamiento.
La (actual, ndr) Asamblea es un escenario pernicioso para la democracia. Se inventarán mañana cualquier cosa contra cualquier ministro para chantajear al Gobierno pero aquí no va a haber cambios empujados por chantajes.
La Asamblea quiere bajarse al Presidente de la República, los ministros son pretextos.
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