El Gobierno amplía el estado de excepción, Quito es ahora el epicentro del paro
La estrategia del Gobierno no pudo frenar el descontento social. Las protestas se multiplican en el país y los manifestantes llegan a Quito por millares.
Miles de manifestantes llegan a Cutuglagua, en el sur de Quito, el 20 de junio de 2020.
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Con el transcurrir de los días, de las medidas y los mensajes gubernamentales, las manifestaciones por el paro nacional se incrementaron. Lo que empezó como una movilización en los territorios el 13 de junio, llegó a Quito ocho días después.
Indígenas y campesinos, especialmente de la Sierra Centro y Norte, emprendieron el camino hacia Quito y llegaron por miles hasta las entradas de la ciudad, en el transcurso del lunes 20 de junio.
El punto de concentración fue el sur, donde se dieron la mayoría de protestas durante la primera semana. Sin embargo, los indígenas no fueron los únicos en protagonizar las expresiones de descontento.
En varios puntos de la ciudad hubo manifestaciones lideradas por los vecinos de los barrios y, desde el mediodía, artistas, mujeres, estudiantes y sindicalistas empezaron a sumarse a las protestas en el centro norte.
El crecimiento del paro en varias ciudades hizo que el presidente Guillermo Lasso extendiera el estado de excepción, originalmente de las provincias de Pichincha, Imbabura y Cotopaxi, también a Chimborazo, Tungurahua y Pastaza.
La 'jugada' política
La Asamblea Nacional tenía previsto analizar el decreto 455, que ordenó el primer estado de excepción, con una mayoritaria intención de derogarlo. Pero el Ejecutivo se adelantó y momentos antes del debate derogó el documento y expidió uno nuevo.
El decreto 459 establece las mismas medidas, pero las amplía también para Tungurahua, Chimborazo y Pastaza. Así, el Legislativo no pudo tratarlo, porque debe esperar la notificación del nuevo documento y, a su vez, una nueva convocatoria a sesionar.
La Corte Constitucional tampoco se había pronunciado sobre el estado de excepción y ahora deberá hacerlo sobre el nuevo documento.
Mientras tanto, la toma de la Casa de la Cultura, por parte de la Policía Nacional, para utilizarla como centro de operaciones, no tuvo un efecto favorable para el Gobierno. Las expresiones de rechazo y contra la acción no se hicieron esperar.
El histórico lugar de acogida del movimiento indígena, que se encuentra en el parque El Arbolito, símbolo también de las manifestaciones, ya no servirá de albergue, como sí sucedió en el último paro de octubre de 2019.
Aunque esto retardó el ingreso de los manifestantes al centro de la ciudad, no impidió su avance. Al final de la tarde, campesinos e indígenas se dirigían hacia el centro norte de Quito.
El anuncio del Primer Mandatario, de que había enviado una carta de respuesta a las 10 demandas de la Conaie, tampoco sirvió para calmar los ánimos de los manifestantes que marchaban hacia la capital.
El movimiento indígena había pedido una respuesta desde que entregó el documento en Carondelet, el 13 de junio. Pese a las insistencias, esta llegó cinco días después de iniciado el paro nacional, el 18 de junio, según el Ejecutivo.
La presión social
El descontento crece en el país, tanto a favor del paro nacional como en contra. Sin embargo, las expresiones a favor de la movilización son mayores en tamaño como en los puntos de protesta.
Pero desde la aprehensión y judicialización del presidente de la Conaie, Leonidas Iza, la dinámica de las protestas dio un giro. El máximo dirigente del movimiento indígena se atrincheró la primera semana en su tierra: Cotopaxi.
Además, sus apariciones públicas se volvieron en su mayoría digitales, para hacer evaluaciones de las jornadas y responder al discurso gubernamental. No se ha visto a Iza, como en paros anteriores, encabezando las protestas.
El lunes 20 de junio se esperaba su arribo a Quito para ingresar con los manifestantes hacia el centro norte. Pero su única aparición abierta fue en el mismo formato, envío un mensaje a sus simpatizantes para decirles que eviten los actos violentos y vandálicos y para que respeten la labor de la prensa.
Además, los ciudadanos que plegaron al paro nacional y viajaron hasta Quito tuvieron que esperar en el sur, pues no tenían un lugar de alojamiento en el centro de la ciudad, por la previa toma de las instalaciones de la Casa de la Cultura por parte de la Policía.
Inicialmente, hubo dudas entre la comunidad universitaria ante la idea de acoger a los manifestantes, como ha sucedido en otras ocasiones.
Pero en la tarde la Universidad Politécnica Salesiana decidió abrir sus puertas para recibirlos y los estudiantes de la Universidad Central se tomaron las instalaciones que permanecían cerradas.
Se esperaba que los indígenas y campesinos que llegaron a Quito se instalaran en estos dos puntos durante la noche, para luego retomar las protestas este 21 de junio.
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