Jiménez: "Podemos gobernar sin la Asamblea; no podemos vivir sin ella"
El nuevo ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, busca restablecer los diálogos con todas las bancadas legislativas. La meta es impedir un bloqueo al Ejecutivo. También invitará a conversar al presidente de la Conaie.
El ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, en entrevista con PRIMICIAS, el 7 de abril de 2022.
Cortesía del Ministerio de Gobierno
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El nuevo ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, tiene como meta abrir canales de diálogo con todos los sectores sociales y políticos del país. Esto pese a los puentes que ha ido quemando el mismo presidente Guillermo Lasso en estos primeros 11 meses de gestión.
Desde su nuevo despacho, el ministro confía en que podrá con la tarea y dice que su manera de conducirse profesionalmente es su carta de presentación, y que por eso no tiene enemigos.
De momento, los dos frentes que tendrá que liderar son la preparación de la consulta popular que pretende plantear el Ejecutivo y reconstruir la relación con la Asamblea Nacional, "con cartas sobre la mesa, sin agendas escondidas y con todas las fuerzas políticas".
En entrevista con PRIMICIAS, el ministro habló sobre la situación política y los diálogos que tiene previstos:
El Ejecutivo prepara una consulta popular, ¿cuáles serán los temas y para cuándo esperan que se lleve a cabo?
La consulta es una muy buena alternativa constitucional ante el fraccionamiento de las fuerzas políticas. Son mecanismos de democracia directa perfectamente legítimos. Y nosotros queremos que sea rápido.
No queremos arrastrar los pies ni en esto ni en nada. Estamos preparando un pliego de preguntas, esperamos tenerlas listas en las próximas tres semanas. E iniciar el proceso para que esta consulta se pueda llevar a cabo.
Usted habló de tres ejes temáticos.
El primer eje tiene que ver con la institucionalidad, la reforma política. El segundo, con temas alrededor de la seguridad ciudadana. Y el tercero, con temas económicos, enfocados en materia de empleo.
¿Serán solo temas propios del gobierno o tomarán iniciativas de otros sectores sociales y políticos?
De hecho hay un colectivo que nos ha pedido una reunión y va a venir la próxima semana. Yo estoy muy interesado en escucharlos.
También hubo un intento de consulta, muy enfocado, del Comité por la Institucionalidad Democrática. No lo lograron, pero estuvieron cerca. Hemos estado revisando sus preguntas y el enfoque que les dieron.
Nosotros no somos autistas, tampoco pensamos que somos los dueños de la verdad absoluta. Esto es por y para la ciudadanía. Nuestro esquema no es solo consultar a los actores políticos, sino también trabajar con la ciudadanía.
Por eso es importante que estos colectivos nos provean de sus insumos, porque de repente tienen ideas más precisas que nosotros.
¿Quién está a cargo de construir los textos? Un gran reto será la redacción no solo de las preguntas, sino cómo plantear los anexos.
Este ministerio siempre es un reto. La pregunta, normalmente, es la punta del 'iceberg'. Pero los anexos son el 'iceberg'. Justamente esa es una complejidad técnica y queremos que sean muy claras, muy transparentes y muy sencillas para que no haya ningún tipo de ambigüedad.
La pregunta comanda el acceso a los anexos, pero en los anexos está la letra chiquita. Por lo tanto, estamos buscando hacer un trabajo prolijo. Por suerte soy abogado.
Claro, por delante está el filtro de la Corte Constitucional...
Correcto y la Corte tiene sus parámetros de análisis técnico constitucional. Por ejemplo, no puede haber preguntas inductivas, que anticipen la finalidad o generen algún tipo de inclinación.
De eso nos estamos cuidando y queremos hablarle de frente al electorado, con las cartas sobre la mesa.
En cuanto a la gobernabilidad, ¿cómo llevará los diálogos con la Asamblea, en donde hay bancadas cuestionadas por corrupción por el mismo presidente Lasso?
Como 'Gobierno del encuentro' tenemos la obligación de conversar con todos. Al final, cada uno de ellos es la expresión de un mandato popular. Son 137 expresiones.
Si alguno o algunos han incurrido en actos de corrupción, entonces se denuncia, como lo hizo el Presidente. Pero ese es un tema separado y correrá por la línea que tiene que correr.
La Justicia tendrá que investigar si esas denuncias fueron justificadas o no.
Respecto al tema político, nosotros queremos acuerdos sobre la mesa. Y tenemos tres cosas clarísimas. Primero, el Gobierno tiene que seguir apostándole al diálogo, no hay otra forma de construir un pacto social duradero.
Segundo, el objetivo del diálogo debe ser la estabilidad política e institucional, no las agendas sectoriales ni de determinados grupos políticos.
Y, tercero, hay líneas rojas, no vamos a acceder a ningún tipo de impunidad, ni a soliviantar ningún comportamiento de corrupción.
Dentro de ese esquema y en esa cancha marcada pensamos desarrollar nuestros diálogos.
¿Cómo buscar ese diálogo si el presidente Lasso ha dicho que no perderá más el tiempo con la Asamblea?
Por un lado, sí, tenemos puertas que nos da la Constitución. No nos olvidemos que estamos en un sistema presidencial. El Primer Mandatario tiene algunas potestades: resoluciones, decretos, los ministerios, que llevan a cabo el trabajo técnico.
Y hay mecanismos de democracia directa, uno de ellos es el que estamos implementando.
Por lo tanto, resquicio tenemos. Puertas tenemos. No son absolutas, porque sino la Asamblea sería prescindible y no lo es. La Asamblea es la representación de un Estado democrático.
Podemos gobernar en un alto margen sin la Asamblea, pero no podemos vivir sin la Asamblea.
La Asamblea puede convertirse en un ente que obstaculice sistemáticamente la acción de gobierno y eso no lo podemos permitir.
Por lo tanto, como Gobierno, si bien es cierto que no nos queremos meter y queremos que la Asamblea solucione sus problemas y la Constitución nos da un margen para gobernar, en un alto espectro sin la Asamblea, es de nuestro interés tener buenas relaciones con esa institución.
Pero, para tener buenas relaciones necesitamos que sea una Asamblea estable y no lo es.
¿Cómo se ve un diálogo con la Izquierda Democrática y Pachakutik, después de las acusaciones hechas por el Mandatario?
No es un tema sencillo, eso está claro. Pero están allí. Son 137 asambleístas, alguna ya fue destituida, otros tendrán que seguir el proceso judicial.
Pero una cosa son los asambleístas y otra cosa es la institución. La gente, a veces, denuesta mucho a la Asamblea, pero no se la puede cerrar. No podemos prescindir de la Asamblea, por eso tenemos que buscar la manera de que funcione de la mejor forma posible.
En la consulta popular, vamos a plantear algunos temas de reforma política, para mejorar la calidad de la representación de la Asamblea. Pero eso es el futuro y nosotros tenemos que trabajar para el presente.
No podemos jamás renunciar al diálogo, pero con cartas sobre la mesa, sin agendas escondidas y con todas las fuerzas políticas.
¿Usted va a dialogar con los 137 asambleístas, sin importar las acusaciones, mientras no haya una sentencia judicial?
Voy a dialogar con las cinco bancadas, no con los 137 porque no puedo sentarme con todos ellos. Pero a mí sí me interesa reunirme con los cinco jefes de bancada y hay gente que me ha criticado por esto.
Tenemos la obligación de dar estabilidad política al país, pero con líneas rojas.
Y como el escenario está, todavía, un poco confuso en la Asamblea, estamos esperando a que las cosas se aclaren un poco para saber finalmente con quien nos toca reunirnos.
Lo ratifico, voy a invitar a los cinco jefes de bancada para tener un diálogo sobre la relación institucional con el Ejecutivo.
¿Ese diálogo institucional pasará por las bancadas, no por la presidencia de la Asamblea?
No. Con las bancadas. La presidenta es una autoridad electa, pero mi prioridad es la conversación con los cinco jefes de bancadas.
Pero, la presidencia de la Asamblea es clave en la actividad legislativa. Y ha habido una cercanía entre el presidente Lasso y Guadalupe Llori, Ahora, con la crisis interna del Legislativo, ¿cuál es la visión al respecto?
No queremos interferir. Pero, personalmente, considero que lo mejor para una institución es que mantenga sus autoridades. Esa es nuestra posición como gobierno.
Nosotros queremos estabilidad y nos parece que, en principio, esa estabilidad está acreditada por la permanencia de las autoridades, de la presidenta, de los miembros del Consejo de Administración Legislativa (CAL) y de los presidentes de las comisiones.
Ahora, si hay denuncias concretas y sustentadas respecto de un incumplimiento de funciones, no cosas forzadas que se esgrimen con un afán político, que sigan el debido proceso y que, además, las cinco bancadas estén de acuerdo en que lo mejor para la institución es renovar el abanico de sus autoridades ¿qué podemos hacer?
La relación el Ejecutivo y el Legislativo estuvo bastante tensa los últimos meses. Pero su nombramiento parece haber dado un aire a esa relación, especialmente con el correísmo.
Eso tiene que ver con mi configuración como ser humano. He desempeñado cinco cargos públicos y nunca he dejado enemigos. Siempre he ido a servir.
Ahora vengo de la cantera, la Asamblea, me tocó picar piedra durante seis meses, buscando entender a Ecuador. A diferencia de lo que sucede en otras instituciones, la Asamblea es la representación de nuestro país. Ahí están todas las ideologías. Allí están todos los
enfoques, ahí están todas las incomprensiones y todas las variables.
Yo nunca personalicé los conflictos y tuve conflictos con algunos. Jamás dejé que los conceptos políticos se impongan al ser humano.
La opinión pública tiene la potestad de ponerle membretes y carteles a las personas, pero la
obligación de los políticos es dar resultados y solucionar problemas.
De lo que yo recuerdo, no hubo una sola persona que se haya quejado de mi nombramiento y eso no es porque uno se sonríe con todos, eso es porque uno respeta a todos, independientemente de donde vengan.
Con esa visión, ¿cómo va a llevar las relaciones con la Conaie, por ejemplo? Ahí el presidente Lasso también ha tenido desencuentros con la dirigencia.
No tengo problema en sentarme con ellos, los escucharé y les expondré cuál es mi visión. Uno tiene derecho a consensuar y a disentir, pero cuando se disiente tienen que quedar muy claras las reglas para ver de qué manera se las procesa.
Eso es algo que nos ha costado como país y el correísmo dejó muchas fracturas en el Ecuador, esas fracturas siguen tomando fuerza porque, al fin y al cabo, son un poco de nuestro acervo histórico. Como Gobierno tenemos la obligación de elevarnos por encima de esa fracturas y ofrecer al país una posibilidad sentarse a dialogar.
¿Sentarse a esperar que la Conaie toque a la puerta del Ministerio de Gobierno o invitándolos a dialogar?
No, en su momento les vamos a hacer una invitación. No tengo ningún problema, les haremos una invitación, lo miraré a la cara (a Leonidas Iza) y le diré cuáles son mis criterios sobre la manera en que debemos conducir estos procesos políticos y sociales.
Y escucharemos lo que ellos tienen que decir. Si disentimos, voy a proponer cuáles serán los parámetros de ese disenso.
¿Antes no hubo esa búsqueda?
Creo que se ha intentado, se ha buscado. No tengo el complejo de Adán: que con nosotros empiezan o terminan las cosas. El país es una continuidad, de errores y de aciertos.
En política son muchas más las frustraciones que los aciertos y hay que entenderlo.
Yo entro con un acumulado, que tuvo sus aciertos, pero con otras cosas que se pudieron hacer mejor. Mientras yo esté aquí, tengo que tratar de potenciar esos aciertos y tratar de corregir esas cosas que, tal vez, no se hicieron bien.
¿Algo similar sucederá con los transportistas y el acuerdo que nunca se llegó a concretar?
Sí, no hay ningún problema. Aunque hemos tenido algunos conflictos con ellos, sobre todo, porque para que haya infraestructura tiene que haber inversión y el que invierte tiene derecho a un resarcimiento.
Tenemos que buscar la manera de conciliar esos intereses privados con los intereses públicos. No es sencillo. Pero estamos planificando una reunión para la próxima semana.
Estos días que he estado aquí me he bautizado con unas cosas bastante intensas.
En cuanto a los temas administrativos, ¿cómo avanza la división del Ministerio?
El Ministerio de Gobierno tenía dos grandes sectores: el del Interior y el de Gobernabilidad. Entonces, bajo ese punto de vista está clarísimo, las aguas están bien divididas. Nosotros tenemos un edificio en el pasaje Amador (Centro Histórico) y es muy probable que el Ministerio del Interior se instale ahí.
Tenemos 90 días para completar el proceso. Pero me pareció una decisión acertada del Presidente.
¿Quiénes ocuparán el Viceministerio y la Subsecretaría de Gobernabilidad? ¿Habrá cambios en el equipo?
Ya los estamos haciendo. Acepté las renuncias de los anteriores funcionarios. Representamos una nueva visión, anclada en el diálogo y la necesidad de tender puentes con los grupos sociales, civiles, políticos, con los gobiernos autónomos.
En el Viceministerio se va a mantener Homero Castanier y en la Subsecretaría está Silvia Vela, que son también miembros de Creo.
Consideramos importante que el movimiento también tenga su presencia.
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