Los enfrentamientos volvieron al parque El Arbolito, a pesar del toque de queda
Manifestantes se enfrentan a la policía en una nueva jornada de choques este domingo, en Quito (Ecuador).
EFE
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A pie o aglutinados en las tolvas de las camionetas, los ecuatorianos desafiaron este domingo el toque de queda decretado en la víspera por el Gobierno y volvieron a salir a las calles de Quito para manifestarse por miles en El Arbolito, el parque del centro convertido ya en un emblema desastroso de las protestas.
El Arbolito volvió a ser el escenario propio de una guerra, punto neurálgico del enfrentamiento entre los indígenas que lideran la protestas y los policías.
El parque ardió sobre quemado tras haberse despertado cubierto de cenizas, escombros, improvisadas barricadas hechas con adoquines y de fogatas aún humeantes que testificaban la violencia que se vivió el sábado, con un enfrentamiento que duró todo el día y se extendió por otras partes de la ciudad.
Desde temprano los manifestantes regresaron a El Arbolito, llegados desde distintas partes de la periferia de la ciudad ante la indignación por la represión a las protestas, que han dejado hasta ahora 7 muertos y más de 1.100 heridos tras 10 días de conflicto, según la Defensoría del Pueblo.
También venían del centro colonial de la capital, que estos días está casi íntegramente cerrado al tráfico por las barricadas puestas por la Policía para proteger el Palacio de Carondelet, la sede del Gobierno ecuatoriano, pero en cuyos alrededores hasta las meretrices estaban en la calle sin temor alguno al toque de queda.
Por la cuesta de la calle Manabí bajaba junto a otras mujeres rumbo a El Arbolito Masa Arias, quien aseguró a que el toque de queda "no se puede respetar".
"¿Cómo nos vamos a quedar en casa cuando nuestros hermanos indígenas están batallando y muriendo por nuestra gente? Tenemos que salir aunque nos muramos de hambre".
María Arias
A pocos metros estaba Giovanni Padilla, dueño de un restaurante que desde hace casi dos semanas solo tiene como clientes a los policías que custodian uno de los cercos para proteger Carondelet, el palacio de Gobierno.
"Esto es un caos por ahora. Estoy de acuerdo con el toque de queda para que esto se normalice, porque en estos días hay muchos 'malandros' que especialmente quieren ingresar a nuestros locales", relató Padilla.
De vuelta a El Arbolito, el humo aún seguía emanando de la sede de la Contraloría, que el sábado, en el día más cruento de las protestas, fue asaltada por manifestantes y prendida en llamas.
Algunos curiosos se acercaban tímidamente a sacarle fotos, entre ellos un funcionario de esa institución. "Es una gran lástima. Tienen que castigar a los que han hecho esto", dijo a el servidor público que no quiso identificarse.
Con lágrimas en los ojos también observaba el edificio Rubén Naula, uno de los miles de indígenas que llegaron a Quito la pasada semana para reclamar la derogación de un decreto que eliminaba los subsidios de los combustibles, la gran exigencia de esta protesta.
Naula aseguró sentirse burlado cuando Moreno dice que las protestas están fomentadas por el expresidente Rafael Correa y por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y afirmó que él está ahí "por convicción propia".
Mientras tanto, miles de personas se iban reuniendo, incluidas familias enteras con escudos de madera, cartones o antenas parabólicas, y lanzaban provocaciones a los policías, obligándolos a retroceder. De fondo sonaban tambores y "pututus", las cornetas de guerra de los incas, que anunciaban una nueva batalla.
En la mañana PRIMICIAS constató como los manifestantes se preparaban para enfrentar a la policía:
Mire en este video cómo amaneció El Arbolito, este domingo:
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