El correísmo anuncia oposición radical, pero unos se 'descarrilan' y otros dan guiños oficialistas
A la Revolución Ciudadana le cuesta cada vez más mostrar un frente unido. Incluso el mismo expresidente Rafael Correa ha llegado a defender lo que en otros tiempos, a sus ojos, era traición.
La bancada correísta se mostró, hasta la votación del 21 de marzo, como la más solida de la Asamblea.
Cuenta X de Gissela Garzón.
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La militancia absoluta que acostumbraba tener la Revolución Ciudadana en sus años en el poder se ha ido diluyendo: cada vez son más los momentos en los que los seguidores del expresidente Rafael Correa discrepan entre sí o se alejan del tumulto en ciertas coyunturas.
El reciente episodio del asalto a la Embajada de México en Quito y la captura del exvicepresidente Jorge Glas ha puesto, nuevamente, al líder de la tendencia en el centro de la opinión pública.
Las voces que no coinciden con la solicitud del exmandatario, de sanciones internacionales y presión política para el Ecuador, por la violación de la Convención de Viena, han hecho que muchos de sus seguidores no repliquen ese mensaje en particular.
Y, aunque buena parte de la militancia del correísmo ha mostrado su solidaridad y respaldo al exvicepresidente Glas, ha habido matices. Están los correístas que lideran los ataques contra el Gobierno, los que solo difunden noticias o comentarios de terceros y los que prefirieron mantener una distancia prudente.
Por ejemplo, en la improvisada rueda de prensa del 6 de abril, la Revolución Ciudadana estuvo representada por una veintena de personas. Entre ellas hubo pocos rostros conocidos: Luisa González, Sofía Espín, Jahaira Urrestra, Viviana Veloz, Andrés Arauz.
Y apenas visibles estuvieron en la periferia Paola Pabón, Pabel Muñoz y Virgilio Hernández. Ahí González habló de una declaración de guerra contra México y exigió la renuncia del presidente Daniel Noboa. Un pedido que no tuvo ningún eco en la opinión pública.
Mientras que en la rueda de prensa de la defensa del exvicepresidente, el 8 de abril, solo aparecieron nuevamente Espín y Arauz.
Las últimas discrepancias
La última noticia sobre la Revolución Ciudadana es que perdió dos legisladores: Xavier Jurado y Milton Aguas.
Rafael Correa calificó a Jurado como corrupto y le conminó a renunciar a su curul. Mientras Viviana Veloz, coordinadora de la bancada, dijo que los dos asambleístas "han traicionado una agenda legislativa y han puesto por encima intereses personales".
Y, aunque ni Jurado ni Aguas han tenido una presencia relevante en la Asamblea Nacional, sus nombres resaltaron el 22 de marzo, después de una sesión plenaria.
Ese fue el día en que siete legisladores correístas rompieron la línea partidista y votaron a favor de la ley económica urgente de Turismo, del presidente Noboa. Se trató de la hermana del exmandatario, Pierina Correa, Pamela Aguirre, Marcela Holguín, Johanna Ortiz, Milton Aguas, Henry Bosques y el mismo Xavier Jurado.
Uno de sus compañeros, Blasco Luna, los calificó como "Judas" y otros miembros de la bancada pidieron que haya sanciones políticas. Pierina Correa adujo coherencia para justificar su votación y advirtió que pensar diferente no es ser traidor.
Y, pese a que eso es algo que previamente ha sido castigado dentro del correísmo, el expresidente Correa fue blando en esa ocasión y dijo que se trató de un malentendido. Pero aclaró que si vuelven a votar con el Gobierno serán expulsados del movimiento.
Acto seguido, la excandidata presidencial, Luisa González, intentaba bajarle el tono a las declaraciones del exmandatario y decía que no serán una oposición ciega, que su votación dependerá de las propuestas del Ejecutivo.
Aunque ni en eso parece haber una sola línea en el correísmo: Veloz -tras perder dos legisladores- acusó al Gobierno de Noboa de "comprar" votos y conciencias en la Asamblea.
Rupturas y distancias sutiles
Las discrepancias dentro de la principal fuerza política del país no sorprenden, por la cantidad de perfiles y tendencias que alberga.
Lo que resulta nuevo es que, con la distancia geográfica del expresidente Correa y con los diversos autoexiliados, ciertas figuras que permanecen en el país toman mayores libertades de acción y discurso.
Por ejemplo, la expresidenta del movimiento, Marcela Aguiñaga, que logró recuperarlo después de su cambio de banderas, dio un paso al costado en medio de un fuego cruzado con la hermana del expresidente Correa, quien le responsabilizó de la derrota en las elecciones extraordinarias, en las que en la primera vuelta lograron un 34%.
Después de ese episodio, la prefecta de Guayas se dedica a su despacho y se mantiene alejada de las cuestiones partidistas, aunque no se ha desafiliado de lista 5.
Posteriormente, a finales de octubre de 2023, se desató un escándalo alrededor de Jorge Glas, por una denuncia de supuesto acoso, que venía intentando esconder con la ayuda de varios de sus compañeros de partido, incluido el mismo Rafael Correa.
Esto demostró que los seguidores del exmandatario ya no cierran filas como antes. La misma Marcela Aguiñaga criticó el comunicado con el que la Revolución Ciudadana intentaba defender a Glas de las denuncias de violencia de género.
"La violencia de género no se debe tolerar (...) y es hora de empezar desde casa", dijo la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, en un video. Y llamó a la organización a convertirse en un espacio libre de violencia de género.
Este capítulo en el que se vieron atrapados directamente el legislador correísta Ferdinan Álvarez y Soledad Padilla, militante y asesora personal de Glas, terminó con su separación definitiva de la agrupación. Y, como es usual, Correa lo calificó de miserable y corrupto.
Esto se repitió cuando arrancaron las investigaciones por corrupción contra el exasambleísta Ronny Aleaga, a quien gran parte del correísmo abandonó inmediatamente. Por ejemplo, "cada quien debe responder por lo que hace", sentenció Pierina Correa.
Así queda demostrado que las filas de la Revolución Ciudadana no se cierran de manera imparcial, que todo depende de los involucrados y el tema de por medio. Pero, a la vez, también ha habido alejamientos sutiles.
Por ejemplo, pese a las críticas y peleas entre Correa y el presidente Noboa, las autoridades locales de la Revolución Ciudadana dejan las broncas políticas a sus pares de la Asamblea.
El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, lo hizo cuando se mantuvo neutral en la inauguración del Metro e incluso se fue de paseo con el Primer Mandatario, mientras la Revolución Ciudadana se peleaba en las redes sociales por el crédito de la obra.
Hay otros que llegan más lejos, e incluso miran al Futuro. El legislador por la lista 5 y 'vieja' figura del correísmo, Leonardo Berrezueta, está creando su propio partido nacional: Surgente, con el que espera poder terciar en las elecciones generales de 2025.
Mientras tanto, la Revolución Ciudadana en Ecuador se mantiene sin un liderazgo claro y con una dispersión interna que podría aumentar las fragmentaciones hasta el próximo periodo electoral.
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