La catarsis política de la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri
La alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, se refugia en los sectores populares para reivindicar su imagen política, cuestionada por onerosos contratos artísticos firmados en pandemia.
La alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, junto a un grupo de jóvenes del proyecto municipal ZUMAR, el 14 de mayo de 2021.
Cortesía Cynthia Viteri
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Cynthia Viteri vive un infierno. No quiere llorar, pero la emoción maternal la rebasa cuando relata la pesadilla que vive su hija, a quien coloca públicamente como la motivación para responder preguntas solamente de un grupo de 33 jóvenes con problemas de adicción a las drogas.
"Ella no puede volver a sonreír desde hace muchos años… no tiene que ver con las drogas, pero sí es una enfermedad muy dolorosa que no le permite vivir, ni estudiar... solamente quiere -como muchos de ustedes- desaparecer", dice la alcaldesa de Guayaquil.
La escena se desarrolla el viernes 14 de mayo de 2021 en el Centro Polifuncional Municipal Zumar, en el norte de Guayaquil.
La concejal Úrsula Strenge, psicóloga de profesión, la acompaña en un escenario dispuesto para la ocasión.
Sillas, una carpa y una pancarta del centro. Viteri se sienta frente a los asistentes, mientras Strenge conduce la actividad con soltura, gracias a la experiencia televisiva lograda en los programas de variedades.
La alcaldesa escucha los testimonios de adictos que decidieron alejarse de las drogas gracias al apoyo familiar y del centro Zumar, que les brinda capacitación profesional gratuita.
Viteri también se identifica con las historias de superación de mujeres olvidadas por el Estado, como se sintió ella, cuando a los 16 años y embarazada de su primer hijo, sufrió el maltrato y la discriminación.
Strenge es su amiga, maestra de ceremonias y el hombro en el que Viteri se refugia en los momentos de crisis personal y además política, luego de que la Fiscalía del Guayas y la Contraloría iniciaran una investigación a tres onerosos contratos municipales suscritos en pandemia.
Pero ese no es el lugar ni el momento para explicarles a los mandantes, por ejemplo, por qué gastó USD 400.000 en pintar paredes con frases de autores nacionales, o el motivo por el que invirtió casi USD 1 millón en obras de arte para adornar la Aerovía en plena emergencia sanitaria.
No. Viteri elude esos temas y habla desde la mística de una madre que daría la vida por sacar adelante a sus hijos. Como tal, les dice que así como bajará al infierno para ayudar a su hija, también lo hará para rescatarlos a ellos del vicio.
Génesis, Cynthia, Selena, Charly cuentan sus experiencias con las drogas y el precio que pagaron por su adicción, pero también le piden trabajo, porque de eso se trata la rehabilitación, de lograr calidad de vida.
Viteri les cuenta que algunos ya laboran en la empresa privada y que para eso están los programas municipales. Les aconseja que mejor disfruten de la vida, porque es tan corta como para desperdiciarla.
Les dice además que en el Hospital Bicentenario tendrán el mismo servicio que las familias adineradas, con los mejores psicólogos y médicos, para rescatar a cada chico de la calle que requiera de atención en la Unidad de Salud Emocional.
Y esta catarsis le hace bien a Viteri, le devuelve la sonrisa, dice ante los aplausos de los presentes y el beneplácito de la concejal Strenge, que suscribe cada palabra de la alcaldesa, "porque eso solo lo puede entender el corazón de una madre".
Imponer una agenda
Desde el 14 de mayo, cuando retomó sus actividades tras la licencia sin sueldo por la enfermedad de su hija, Viteri ha preferido evitar exposiciones públicas, delegando al vicealcalde Josué Sánchez la agenda municipal.
Atiende entrevistas selectivas, en las que no profundiza sobre temas administrativos que puedan comprometerla. Y es muy activa en Twitter, donde solo destaca su labor social en los sectores populares de la ciudad.
La estratega política Irene Vélez sostiene que esta es una manera de eliminar las voces disidentes, "marcando una agenda propia para crear una narrativa" de lo que Viteri quiere hablar sin cuestionamientos.
"Ella quiere desprenderse de la influencia de los medios de comunicación tradicionales", dice Vélez. El fin es refugiarse en su discurso y así evitar temas de fondo de su administración, relegando, por ejemplo, los informes que ofreció sobre los contratos que iba a suspender.
El éxito de su estrategia dependerá de los resultados que arrojen las investigaciones de la Fiscalía. Mientras tanto, Viteri pretende asegurar las simpatías ciudadanas para protegerse de la presión mediática, asegura Vélez.
El problema es que no existe una verdadera rendición de cuentas sobre su gestión, ni una fiscalización del Concejo cantonal que garantice transparencia.
Pero el acercamiento con los ciudadanos no se logra en redes sociales, sino con mostrar los logros de su gestión, opina el analista Oswaldo Moreno.
El analista agrega que no hay un plan programático municipal que los involucre.
Mientras busca un plan de comunicación eficaz, los temas relevantes para Guayaquil seguirán relegados y opacados por la propaganda oficial, los perritos rescatados y Cuchita, la única chanchita con carné de identificación.
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