19. Una lección para los otros países cercanos ¿Venezuela, Argentina?
Ecuador tomó una decisión muy arriesgada en el año 2000: dolarizar. No existía aún la experiencia europea con el euro, y no lo había hecho ningún país de la región. Luego siguió El Salvador y desde 1905 Panamá garantiza libertad monetaria en su Constitución.
20 años de dolarización
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Ecuador puede ser, al menos en esto, un modelo para muchos países. Si se puede tener el mejor dinero del mundo, alejado del manejo de los gobiernos ¿por qué no hacerlo? Ecuador ha demostrado que es posible, y 20 años después, que es sostenible y recomendable.
El caso más patético es obviamente el de Venezuela. En los últimos 20 años el socialismo del siglo XXI ha devastado la economía de ese país. Los tiranos se han dedicado a imprimir dinero salvajemente como medio de financiarse y enriquecerse.
¿Resultado? El bolívar que valía alrededor de 500 bolívares por dólar hacia el año 1999, fue cambiado en el año 2008 por el bolívar fuerte quitándole tres ceros y en el año 2018 por el bolívar soberano quitando cinco ceros adicionales. Hoy los precios son en consecuencia 100 millones de veces más elevados que hace 20 años (ocho ceros adicionales) ¡Desastroso!. Un panorama que emula los peores desastres monetarios de la historia.
Así solo se puede sobrevivir, no hay manera de construir ningún futuro, por eso los venezolanos migran masivamente. La solución para los problemas monetarios de Venezuela es obviamente dolarizar, con lo que no se resuelven mágicamente todos los problemas que ha provocado la destrucción socialista, pero se crea una primera base sólida para lograrlo.
Otro caso cercano: Argentina. Desde hace décadas vive el mismo ciclo. La economía cae en desgracia, entre otras cosas por masivas inflaciones y devaluaciones, llega un nuevo gobierno que pone orden durante un cierto tiempo y luego cae en la misma tentación hasta la siguiente etapa.
El problema fundamental es que los gobiernos argentinos se han acostumbrado a gastar mucho más de lo que ingresan, y a cubrir el déficit con política monetaria. Así, no hay manera de generar confianza. La gente solo juega con la moneda: ciertos momentos usa el peso para ganar altos intereses, pero apenas percibe algún problema en el ambiente, se traslada a dólares y vienen las de- valuaciones.
De cierta manera, el peso ya no es una moneda ni para transacciones ni para ahorros. Solución: dolarizar. O más bien, hay que reconocer que sea legal lo que los argentinos hacen ya de manera normal: ahorrar en dólares e intercambiar en dólares.
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