Roque Sevilla, el retrato de un apasionado por la naturaleza
¿Qué es apasionarse por algo? Es oír a este personaje contar lo que ha sido su vida y su trabajo por la conservación de la naturaleza. Es pasar de un acto contemplativo a una acción por la que se apuesta todo.
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En la biografía de Roque Sevilla hay varias aristas. Creó el holding empresarial Grupo Futuro. Fue Concejal y Alcalde de Quito. Gestó y presidió la ONG Fundación Natura. Integró el directorio de organizaciones internacionales como WWF Estados Unidos. Estuvo al frente de la Comisión de la Iniciativa Yasuní-ITT. Creó la reserva ecológica Mashpi y varias más. En cada una de estas facetas subyace su pasión por el conocimiento y la conservación del medioambiente.
Todo empezó cuando era apenas un niño. Tanto así que a los siete años, Roque Sevilla ya estaba prendado de la naturaleza ecuatoriana. Su biodiversidad había calado muy hondo y cuando se fue a vivir a Hamburgo, con su familia, porque su padre estaba en el servicio consular, echó mucho de menos los colores, la variedad y la exuberancia de la flora y fauna de Ecuador.
Tomar la iniciativa y dar el primer paso
Su padre era cazador y aunque Roque no tenía la misma afición, lo acompañaba.
En esos recorridos su corazón alimentaba la admiración por los páramos. Más adelante, su amigo, el zoólogo Fernando Ortiz Crespo lo adentró en el mundo de la cacería de colibríes. Una vez más Roque Sevilla era solo espectador. Sin embargo, las conversaciones con Crespo lo convencieron de que Ecuador era un emporio de biodiversidad y riqueza natural excepcional.
Acto seguido vino el llamado. Alguien tenía que defender la riqueza natural de Ecuador en una época en la que aún no se creaba el ministerio de Medioambiente. Fue entonces cuando él tomó la posta.
“A lo largo de los años Fundación Natura se transformó en la organización más importante de América latina en el campo de la conservación”. Así lo relata Roque Sevilla con una sonrisa de satisfacción que le define el rostro.
Y no es para menos, porque entre los aportes de Fundación Natura están el primer canje de deuda por naturaleza que se hizo en el mundo; la inclusión en el currículum educativo de ecología como materia; y un análisis medioambiental del país que se realizó en 1982 y que ha marcado la ruta de conservación hasta nuestros días.
Hacer que las cosas sucedan
Como economista de formación, aplicó su visión para financiar la conservación. A medida que la Fundación obtenía recursos, él gestionaba las causas de los entendidos, como llama a los científicos. Así, por ejemplo, concretó que Galápagos pasara de tener 50 a 250 guardaparques.
En la misma vía, en 1984 logró algo revolucionario: la declaración de área marina protegida para Galápagos sobre las primeras 15 millas.
En sus palabras, un buen líder no debe saber de todo, sino que tiene que estar informado para luego transformar el conocimiento de los científicos en cosas positivas. De hecho, así lo hizo con el Yasuní, en una gestión en la que intervino la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza y la FAO.
Tener a un aliado estratégico
La pasión de Roque Sevilla por la naturaleza tiene un gran aliado y es el sol. Tal es así que varias de sus inversiones han estado ligadas a la privilegiada irradiación solar que recibe Ecuador.
“Hay que felicitar a las comunidades precolombinas que adoraban al sol, porque les daba la vida y toda la satisfacción que hoy tenemos afortunadamente los ecuatorianos”.
Plantaciones de rosas con tecnología holandesa, paneles fotovoltaicos que fueron premiados por su eficiencia en la Feria Anual de Energía Renovable de Londres, en 2015 son una muestra de que su apuesta siempre ha sido por el amor y el cuidado del medio ambiente.
Su pasión es contemplativa pero también ha sido un permanente llamado a la acción.
Cultivar grandes amistades
Cuidar de su colección de orquídeas con alrededor de 900 variedades es un placer que Roque Sevilla disfruta a diario. Habla de ellas como sus amigas y en su expresión se juntan la dicha, la admiración y la complicidad.
La música, su otra gran pasión
Partiendo de que su hijo Miguel es músico, Roque Sevilla cuenta que fue él quien lo motivó a retomar una vieja pasión. Cuando era niño tomó clases de piano en Bonn, la ciudad donde nació Beethoven. “Pero creo que el profesor no me vio muchas aptitudes y al cabo de unos meses dejé las clases”.
Sin embargo, luego de una conversación con Miguel, sobre la vida y el tiempo, tomó el teléfono, llamó a una profesora de piano y ya lleva 5 años tocando.
Su legado: pensar la conservación en el largo plazo
Cuando Roque habla de conservar la naturaleza su voz adquiere matices más graves y serios. Y es que él se plantea en qué condiciones van a vivir sus nietos, qué planeta va a dejar para ellos.
“Mi nieta Martina tiene 2 años y si no combatimos el cambio climático, cuando ella tenga mi edad, es decir 73 años, la temperatura de la tierra habrá aumentado en 3.7 a 4.3 grados”.
Esa proyección a futuro lo angustia y lo mueve a hacer aún más gestiones para tomar conciencia del ambiente que nos rodea. Como aquella lucha que llevó a cabo para que lo que hoy es el parque Metropolitano Guangüiltagua no se urbanizara. "Si no protegíamos esa zona, perdíamos un tesoro natural de 550 hectáreas".
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