Posgrados: ¿cuándo es el mejor momento?
En los tiempos que corren los conocimientos adquiridos en la universidad requieren una actualización constante. Y para eso están opciones como las maestrías. Pero ¿cuándo es el mejor momento para invertir en ellas? ¿Qué factores deben considerarse antes de elegir una de las opciones que ofrecen las universidades? Son preguntas cuyas respuestas esbozaremos en adelante.
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La decisión de empezar a cursar una maestría debe considerar que el mercado laboral actual demanda profesionales en permanente formación, que sean capaces de adaptarse al cambio, generar soluciones e ir varios pasos por delante de los problemas o necesidades de las compañías. El éxito está garantizado para perfiles que propongan alternativas de crecimiento, que generen proyectos y que, además, se adapten con facilidad al cambio.
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Vanessa Yaguana es jefa administrativa de un negocio de distribución de productos de consumo masivo en Santo Domingo y hoy es alumna de la Maestría en Administración de Empresas y Gerencia Organizacional (MAGO), de la UDLA. Decidió estudiar el posgrado porque quiere desarrollar proyectos nuevos en su organización. Lleva seis años ejerciendo su profesión y antes de decidirse por una maestría hizo un diplomado en Dirección estratégica de ventas.
Todos los caminos llevan a una maestría
Para el Gerente general de Impakto, Consultoría en Desarrollo Humano, Arturo Muñoz el caso de Vanesa es ideal. Según su opinión una maestría debe estudiarse una vez que se tiene una experiencia profesional previa de al menos dos años. “De lo contrario quizá una maestría no termine de capitalizarse”. Sin embargo, hace una diferenciación con aquellas profesiones generalistas, como la Sicología o la Administración de empresas. “Esos son dos ejemplos de carreras que requieren inmediatamente una maestría si se quiere estar más habilitado en el ejercicio laboral de una rama específica”, recalca
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Oswaldo León es Sicólogo industrial y según su experiencia, una maestría debe estudiarse en cuanto se termine la carrera de pregrado, por temas prácticos. “Mientras más pronto mejor, porque conservas la rutina de la universidad de ir a clases, leer abundante literatura académica y hacer deberes”, enfatiza.
También está el escenario de aquellos profesionales que tienen un promedio de 10 años de experiencia y, luego de haber hecho un recorrido en varios trabajos, se sienten inclinados hacia una rama específica.
Así las cosas, la elección de una maestría dependerá del momento que esté atravesando una persona: si quiere reforzar y actualizar conocimientos, encontrar mejores trabajos, lograr un ascenso y consolidar o ampliar su networking. En este punto hay que tener claro que el título por sí solo no le dará mayores ventajas si en el camino no aprovecha el trabajo del día a día del posgrado: las prácticas, los estudios de casos y la creación de redes con ejecutivos de alto nivel.
Tres preguntas claves antes de decirle sí a una maestría
- ¿Quiero crecer en conocimiento, tengo avidez por aprender y quiero seguir mi desarrollo personal?
- ¿Cuánto me va a aportar la maestría para conseguir trabajo o desarrollarme en un empleo, si ya lo tengo?
- ¿Tengo los recursos o puedo conseguir financiamiento para cubrir los costos de este tipo de posgrados?
Si aún tiene dudas, Andrea Patiño y Diego Egas, alumna y profesor de MAGO, dan algunas pistas adicionales:
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En este contexto, las maestrías abrirán las puertas que el estudiante requiera, siempre y cuando este tenga claras sus expectativas de desarrollo profesional en el futuro. Con experiencia o sin ella los posgrados son indispensables para lograr puestos gerenciales en un mundo competitivo que demanda personas que sepan usar sus conocimientos para el crecimiento de las empresas.
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