Primer año del bebé: mitos y realidades
Cuando nace un bebé, las visitas de familiares y amigos no se hacen esperar. Pero con el tío, la abuela, la mejor amiga llegan también esos “consejitos” que no siempre son acertados.
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¡Que guarde cuarentena! ¡Que si el llora se le ensanchan los pulmones!, ¡Hay que darle palmaditas para sacarle los gases! ¡No le cortes las uñas hasta los seis meses! Son frases imperativas que sumadas al llanto del recién nacido pueden terminar por desquiciar a la madre. Cada persona que ve al pequeño hace sugerencias partiendo de su experiencia y hay que tener claro que cada niño es un mundo diferente, por lo tanto, aprende y se desarrolla de manera distinta.
Seguir las recomendaciones del pediatra y descubrir el proceso de los bebés en su contexto cultural y social constituyen un camino hacia la tranquilidad que tanto necesitan los padres. Es muy importante respetar los ritmos de aprendizaje de los hijos. La infancia no es una carrera, no es relevante que tan rápido lactó o dejó de hacerlo, que tan rápido gateó o dejó el pañal. Lo importante es que lo hagan bien y en un ambiente favorable que le brinde buenas experiencias, que sin duda marcarán su vida.
Mito: Si la mamá no tiene leche desde el primer día eso es un indicador que de que va a tener poca leche.
Realidad: Enhorabuena por aquellas madres que son un manantial de leche desde el inicio. Sin embargo, hay otras que deben esperar al menos tres días para que su producción de leche sea la adecuada para satisfacer las necesidades del niño. Muchas mamás no tienen leche los tres primeros días. El niño en promedio toma 240 ml desde que nace, pero puede ocurrir que su mamá no alcance los 100 ml de leche materna. Lejos de llorar por la leche no derramada, es mejor que la mamá se calme, mantenga la succión del niño y complemente con fórmula si es preciso. Seguramente 72 horas después tendrá suficiente alimento para su bebé.
Las madres deben saber que la lactancia, más allá de ser el momento de alimentación, es un tiempo clave para establecer lazos afectivos con su hijo, esa conexión que ocurre el mientras la madre da de lactar a su bebé es única y debe estar libre de presiones o preocupaciones.
Mito: Tomar infusiones de todas las plantas posibles aumenta la producción de leche.
Realidad: El único estímulo para la producción de leche materna es la succión del bebé. Pero si de no tener leche se trata cualquier estímulo negativo afectará. Una mamá relajada va a poder darle leche a su niño sin necesidad de comer ni beber alimentos extraños.
Mito: Todo lo que come la mamá se pasa a través de la leche, por lo tanto, si ella come muchos granos el bebe se llena de gases.
Realidad: “Hasta ahora solo una cosa atraviesa la leche materna y se llama lactoglobulina beta y es una proteína que está en los lácteos. Y si hay algo que una mamá no debería consumir durante el tiempo de lactancia son, precisamente, lácteos. Por lo demás puede comer todo”, enfatiza el médico pediatra Patricio Herrera.
Mito: Los bebés se llenan de gases y por eso hay que golpearles la espalda
Realidad: Si la leche de la mamá no produce gases ¿Por qué golpeamos al bebé para sacarle aire por la boca? Se pregunta Herrera. Para él, si la leche materna no genera gases palmear a los bebés después de cada toma no hace mucho sentido. “Tres horas de llanto por tres días a la semana, por tres semanas indican un cólico. Pero no olvidemos que el llanto es un mecanismo de comunicación. El niño llora por hambre, sueño, pipí, popo o calor”.
Mito: Ya no hay razón para vacunar a los bebés.
Realidad: Para Amos García, presidente de la Asociación Española de Vacunología, el debate sobre la pertinencia o no de las vacunas no tiene asidero científico. “Las dudas florecen en trincheras ajenas a la ciencia”, apunta García. Según cifras de la Unicef, 1,5 millones de niños mueren cada año a causa de enfermedades que serían evitables con vacunación.
Mito: La alimentación debe empezar a los seis meses.
Realidad: El inicio en la comida debe considerar fundamentalmente el desarrollo neurológico del niño. De ahí que las recomendaciones pediátricas son claves para saber cuándo y con qué alimentos empezar. Los especialistas recomiendan arrancar con alimentos en papillas y paulatinamente aumentar su consistencia. No se deben licuar. La cultura es crucial al momento de decidir qué alimentos se incluyen en este proceso. “Un español puede que prefiera que su hijo empiece con tapas y un cubano quizá no tenga a la papa como opción”, sostiene Herrera.
Mito: El inicio de alimentación sólida equivale a destete.
Realidad: Durante el primer año de vida la leche materna sigue siendo la principal alimentación. La comida que se vaya introduciendo en este periodo funciona como complemento. Los primeros seis meses de alimentación complementaria sirven para que el bebé descubra horarios como, por ejemplo, que en su casa se desayuna temprano porque los papás deben ir al trabajo, además, se inician en el proceso de masticación.
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