17. La dolarización se defiende muy bien a sí misma
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Pero como evidentemente es muy útil para el país, oímos constantemente a políticos o analistas decir que hay que tomar A, B ó C medida para defender la dolarización.
El hecho de que la dolarización tenga ahora tantos “defensores”, nos recuerda cómo los ecuatorianos la valoramos y estamos dispuestos a hacer muchas cosas para que prevalezca, aunque la realidad es que la dolarización se defiende muy bien sola, sin necesidad de padrinos.
Lo más común. Se dice que debemos preservar la balanza de pagos, es decir controlar los dólares que salen de la economía. Eso es un error porque esa balanza se ajusta casi automáticamente: si no hay ingresos o financiamiento, los gastos se ajustan (igual que sucede en la vida diaria con las personas o las empresas). Más bien hay que cuidar los sustentos de esos desequilibrios, que son esencialmente el exceso de gasto, el déficit y la deuda estatal.
En realidad, lo que sí se debe cuidar es la desconfianza que generan ciertas acciones del Gobierno, que conducen a que la gente sienta que se le va a quitar los dólares para volver a una moneda de mala calidad.
Por ejemplo, obligar a los bancos a tener más liquidez en el Banco Central y tomarse ese dinero prestado. Con esto se aumentaría el riesgo bancario y por ende de la dolarización. Por ejemplo, mecanismos como el dinero electrónico en manos del Banco Central. En ambos casos el riesgo de que ya no usemos solo dólares, sino “falsos” dólares o nuevos sucres creados por el Banco Central.
Un elemento clave en Ecuador para mantener la dolarización es dejar de discutirlo. Así de simple y directo. La dolarización ha funcionado muy bien, no gracias a todos aquellos que supuestamente la han querido defender, sino a pesar de ellos. La dolarización precisamente nació con ese fin: evitar que puedan manejar el dinero de todos, quienes creen que pueden mejorar la economía manipulándolo.
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