Embarazo y malnutrición no se llevan bien
La programación celular del bebé se lleva a cabo durante las primeras semanas de la gestación. Una mujer embarazada con una mala alimentación va a condicionar el futuro de su hijo desde mucho antes de su nacimiento.
El embarazo y la amlnutrición no se llevan bien
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En Ecuador, la doble carga de malnutrición: obesidad y desnutrición se hace evidente también en el embarazo. De acuerdo con Andrea Estrella, docente de la escuela de Nutrición de la Universidad Católica de Ecuador(PUCE), las mujeres ecuatorianas tienen una dieta alta en carbohidratos y frituras, lo cual las lleva a iniciar la etapa de gestación afectada por el exceso de grasa corporal o deficiencias nutricionales. ¿El resultado? Riesgos tanto para la madre como para el bebé.
Preeclampsia, diabetes gestacional, peligro de muerte, para ella. Restricción del crecimiento intrauterino, bajo peso al nacer y un futuro condicionado por la desnutrición, el sobrepeso y la diabetes, para él bebé.
La realidad pintaría distinto si al menos tres meses antes del embarazo, las mujeres tomaran suplementos de ácido fólico, enmendaran su dieta y, controlaran problemas de hipertensión, sobrepeso o diabetes. A esto se suma la eliminación del consumo de alcohol, cigarrillo y cualquier sustancia estupefaciente.
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La programación genética en jaque
En este punto, Andrea Estrella es radical. No importa cuánto se haga después de que nazca el bebé si en el útero no recibió los nutrientes que necesitaba.
Y peor aún: si desde el inicio del embarazo la madre no tuvo una buena alimentación, fuma o ingiere alcohol, y no toma suplementos -en caso de necesitarlos-, la programación genética del bebé será defectuosa. “En las primeras semanas proliferan las células. Sobre esas bases se desarrolla el niño o la niña. Por ejemplo, se forma el borrador de la columna vertebral y si ese borrador sale mal, no hay vuelta atrás”, aclara.
¿Y la proteína?
- Las proteínas, o también llamados alimentos constructores, son básicas en el embarazo. Contienen aminoácidos que son como unos "bloquecitos" que van a construir las células del bebé. Ayudan a la replicación y formación de tejidos y órganos. Forman parte de las hormonas y contribuyen al crecimiento. Cuando la ingesta calórica es deficiente, las proteínas se metabolizan en lugar de ser almacenadas para el bebé.
Por otro lado, las madres son quienes colocan la piedra angular de la programación metabólica. Los hijos de mujeres con sobrepeso, desnutrición o anemia pueden nacer viables para el medio, pero sus posibilidades de una vida saludable se reducen al exponerlo a un entorno como el actual: rico en azúcares, sal y grasas saturadas. Su falta de estructura celular y bajas defensas, ocasionada por la mala nutrición de su madre, los va a enfermar con frecuencia.
La anemia es un monstruo de mil caras
Según la Encuesta de Salud y Nutrición de Ecuador (Ensanut 2012-2014), el 15% de las mujeres en edad reproductiva tienen anemia, condición que se produce por un déficit de hierro. Lía Pérez es nutricionista y docente de la carrera de Nutrición de la Universidad Católica de Guayaquil. Por su experiencia de 16 años de trabajo con niños desnutridos es enfática en afirmar que “la madre en estado de gestación le transmite al niño todas sus carencias: los bebés nacen anémicos, bajos de peso, desnutridos”.
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La más golpeada por la anemia es el área cognitiva y da como resultado dificultades de aprendizaje. Son niños que cuando van a la escuela se duermen, no captan las explicaciones de la maestra porque, además, tienen déficit de nutrientes. “Esto es un problema cultural. Si la madre no sabe cómo alimentarse, mucho menos va a poder replicar una buena dieta para su hijo. Tenemos que cortar este ciclo”, sentencia Pérez.
Los problemas se agravan en los embarazos adolescentes
En Ecuador, 111 de cada 1000 embarazadas son adolescentes. Esta realidad atisba la problemática nutricional. ¿Por qué? Sencillo y complejo a la vez. Las madres adolescentes aún no han terminado la formación de su propio cuerpo cuando ya deben entrar a multiplicar células para la formación de un nuevo ser.
¿Actividad física? Sí
A las mujeres que han sido sedentarias, al entrar en la etapa de embarazo se les recomienda caminar al menos media hora al día. Y quienes han venido realizando ejercicio tienen que moderar la intensidad. Ejercicio o caminata no pueden convertirse en un tema obligado; deben ser más bien un plan familiar o con la pareja. Un buen tono muscular ayuda a que la mamá se sienta bien durante el embarazo. Además prepara a la mujer para un mejor parto.
Todos los nutrientes que la adolescente pueda ingerir en su alimentación no van para el niño, sino para ella primero, porque tiene que completar el desarrollo de su masa muscular y sus órganos.
¿Los problemas? Muchos y graves. “Los embarazos adolescentes son uno de los factores determinantes en el nacimiento de niños anémicos y desnutridos. Además son de alto riesgo, porque hay posibilidades de que la madre desarrolle preeclampsia, hipertensión y partos prematuros”, explica Lía Pérez.
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No todo está perdido
La educación nutricional es la mejor opción para evitar complicaciones y afectaciones al bebé y a la madre. En eso no solo coinciden los expertos, sino también la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta entidad recomienda campañas de entrenamiento sobre nutrición par a las futuras madres acompañadas de suplementación, en casos que sea necesario.
Una mujer embarazada o que planea estarlo debe saber que su dieta tiene que contener los tres tipos de alimentos: energéticos como los carbohidratos; constructores como las proteínas (carnes, lácteos y huevos); y reguladores como las frutas y los vegetales. También es preciso hacer énfasis en los micronutrientes, que son aquellas vitaminas que necesitamos en cantidades pequeñas (miligramos o microgramos) pero que son fundamentales para regular las funciones metabólicas. Además, los micronutrientes forman parte de enzimas y coenzimas necesarias en el metabolismo.
El gran mito
Más de una vez habrá escuchado aquella frase que suena a sentencia: una mujer embarazada debe comer por dos. Falso. Los especialistas coinciden en que una mujer que entra al embarazo en un buen estado nutricional no debe duplicar lo que come. Apenas debe consumir un estimado de 300 calorías más en el segundo trimestre y 500 adicionales en el tercer trimestre.
La alimentación de una embarazada debe ser personalizada, porque depende del peso, la talla, el estado pre-gestacional y si hace o no ejercicio. Una mujer promedio de 1,60 metros de estatura, que entró en peso normal al embarazo y que realiza actividad física moderada deberá ingerir unas 2300 - 2500 kilocalorías durante el segundo y tercer trimestre.
Según Andrea Estrella, docente de la PUCE, esos requerimientos calóricos se cumplen, por ejemplo, con 3 vasos de leche o yogurt , 5 piezas de cereales (preferiblemente integrales), 2 porciones de carnes, 2,5 tazas de vegetales, 2 o 3 piezas de frutas y 6 cucharaditas de aceites en los que se cuentan, también, las semillas.
La etapa del embarazo pone a prueba la nutrición de la mamá. Una dieta balanceada, libre de alcohol, cigarrillo y drogas repercutirá directamente en el desarrollo del bebé dentro y fuera del útero. Para que todos los niños ecuatorianos tengan un mismo punto de partida en la vida e iguales oportunidades es urgente un cambio cultural con énfasis en la alimentación balanceada antes, durante y después de la gestación
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