Video: El fútbol femenino en Ecuador sigue creciendo
En 2019 se disputó la primera edición de la Superliga. Un intento por profesionalizar el fútbol femenino en el país, aunque aún falta mucho por mejorar.
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A diferencia de 2018, donde los equipos jugaron tres fechas en tres días, en 2019 se elaboró un calendario que duró cinco meses, con jornadas establecidas y con una final de ida y vuelta que se transmitió por televisión. Eso habla de un mejor presente del fútbol femenino en el Ecuador.
Para Fernanda Vásconez, fundadora del Club Ñañas, el fútbol femenino en el Ecuador ha crecido y se está profesionalizando de a poco.
“Se ha establecido el día nacional del fútbol femenino, se jugó la primera edición de la Superliga, las jugadoras recibieron sueldos. Todo eso ayuda”, asegura la capitana del equipo quiteño.
Vásconez cuenta que en 2019, las jugadoras pudieron “aportar económicamente a sus familias por su talento dentro del deporte”. Ñañas integró el Grupo C de la Copa Libertadores femenina.
Por su parte, la ecuatoriana María Sol Muñoz, quien es representante de la Conmebol ante FIFA, asegura que el país haya sido sede de la Libertadores, sirvió para ratificar el momento actual del fútbol femenino.
“Son algunos factores que deben desarrollarse, principalmente la inversión de los clubes en los equipos femeninos".
María Sol Muñoz, representante de la Conmebol ante FIFA.
La realidad
El sábado 6 de octubre se terminó la Superliga femenina, en la que Deportivo Cuenca obtuvo el título de campeón.
La mayor parte de los 22 clubes que participaron en el torneo estuvieron conformados por jugadoras juveniles o aficionadas que no cobran sueldo. Según la Ecuafútbol, al menos cinco integrantes de cada plantel deben presentar roles de pago.
De estas cinco jugadoras por equipo, su salario no llega ni a la mitad de lo que percibe un jugador de fútbol profesional en el Ecuador.
Incluso, la goleadora del campeonato, Madelin Riera (Deportivo Cuenca), solo recibía un sueldo básico (USD 394). Por eso, la jugadora guayaquileña trabaja con su madre en un restaurante para completar sus recursos mensuales.
Diferencias
Mayta Vázconez, exseleccionada nacional, asegura que aunque existe una brecha con el fútbol masculino, el femenino está creciendo.
Esta no es la única diferencia. Los clubes siguen dando prioridad a los equipos masculinos, mientras que los femeninos solo son un complemento.
Así lo reconoce Nataly Villavicencio, presidenta de la comisión del fútbol femenino del Deportivo Cuenca: “hay clubes que que el año pasado no apoyaron a su equipo femenino, que lo tomaron como obligación”.
A su vez, la presidenta de El Nacional, Lucía Vallecilla, afirma que parte del problema del fútbol femenino en los equipos es la falta de recursos.
“Hemos tratado que las niñas tengan sus comodidades, cuerpo técnico completo, fisioterapista, un área para hacer sus actividades. Para nosotros es un placer ver los resultados que estamos teniendo”.
El equipo de las puras criollas llegó hasta los cuartos de final de la Superliga, donde cayó en manos de Barcelona.
El crecimiento
Jugadoras, exjugadoras y dirigentes reconocen hoy en día existe una marcada evolución el fútbol femenino. Sin embargo, también consideran que todavía falta mucho para igualar las condiciones del fútbol masculino.
“Este paso a la Superliga ha sido un gran escalón, hay muchas cosas que corregir pero lo bueno es que se están dando los cambios y eso es importante”, asegura Martina Aguirre, jugadora de Dragonas IDV.
De cara a la segunda edición de la Superliga femenina, Maleike Pacheco, portera y capitana de Barcelona cree que aún hay un problema que todavía está latente: el machismo.
Para los próximos torneos será importante el apoyo de la empresa pública y privada, para generar recursos en los equipos y que crezca el fútbol femenino en todos los aspectos.
Esta es la posición de Fernanda Vásconez, del Club Ñañas:
Todas las voces consultadas por PRIMICIAS coinciden en que el fútbol femenino en el Ecuador todavía no es profesional.
Esperan que a corto o mediano plazo, las circunstancias mejoren, para igualar la situación como otros países en la región.
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