El estrés puede pasarle factura a su articulación de la mandíbula
El estrés, la depresión y la ansiedad han calado profundo en una sociedad que intenta sortear crisis económicas, laborales y personales. Pero usted no debe huir de estos sentimientos, porque pueden afectar a todo su cuerpo, incluso a su mandíbula.
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La Organización mundial de la Salud (OMS), señala que la nueva realidad impactada, entre otros factores, por el teletrabajo y la falta de contacto físico con familiares, amigos y colegas requiere tiempo para acostumbrarse. De hecho, cuando a estos escenarios se suma el temor a contraer el virus, el panorama pinta aún más complejo.
Según lo detalla el Cirujano Maxilofacial, Leonardo Orellana, el estrés es una causa que produce problemas en la articulación temporomandibular, que es aquella que permite masticar, abrir la boca y hablar. “Esta es una estructura anatómica compleja constituida por el hueso de la mandíbula, los músculos de la masticación, estructuras nerviosas y un menisco”, explica.
" En casos que no son severos, incluso se puede recomendar, entre otras medidas, masticar chicles con ambos lados de la mandíbula".
Leonardo Orellana, Cirujano Maxilofacial
Frente a situaciones estresantes, esta articulación se contractura a tal punto que provoca dolores de cabeza y de dentadura e incapacidad para abrir y cerrar la boca. El doctor menciona que, de acuerdo con estudios clínicos en pacientes que presentan cefalea, entre el 50% y el 80% son personas que están estresadas o deprimidas. “Por lo tanto agravan sus problemas y perpetúan la enfermedad”, señala.
Sobre el tratamiento de estos cuadros, el especialista recalca que se debe realizar un acompañamiento con el fisioterapeuta, el psicólogo y el cirujano maxilofacial. “En casos que no son severos, incluso se puede recomendar, entre otras medidas, masticar chicles con ambos lados de la mandíbula para no causar un desequilibrio”, anota Orellana.
¿Cómo evitar dolencias físicas provocadas por el estrés?
Lo primero es identificar los signos que indican un exceso de preocupación angustia o ansiedad. Eduardo Ordóñez, Presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Psicoterapia Basada en Evidencia, señala que cuando las personas evitan o escapan de experiencias aversivas es una señal de alerta. Porque en esta pandemia han sucedido muchas cosas negativas. Pero lejos de huir de lo que eso nos provoca debemos trabajarlo, si es preciso, con un especialista.
Ordóñez invita a dar de baja a frases hechas como: “aprovechar el tiempo para ser mejores, para leer libros, para instruirnos más”, porque no estamos de vacaciones. “Esta sensación de querer estar bien todo el tiempo viene de muchas cuestiones sociales que nos imponen estar felices pese a todo. Sin embargo, la vida no siempre es así”, advierte.
El sueño puede ser un gran aliado
Otra forma de evitar enfermedades derivadas de la ansiedad o estrés excesivos es crear una cultura en torno al descanso. El primer paso es tener un dormitorio sin ruido, que a la hora de dormir quede totalmente a oscuras. De esta manera el cerebro produce más melatonina y la persona descansa mejor. Además, hay que evitar ver televisión en la cama y tomar café en la noche. Otra sugerencia es no hacer ejercicio muy tarde porque la dopamina, generada por el esfuerzo físico, impide conciliar el sueño.
No anule su angustia y dese un espacio para trabajarla
Es necesario identificar que en este tiempo ha habido muchas pérdidas emocionales, materiales, de familiares y miedo al contagio y a sus consecuencias.
Por ello, estar deprimido o con estrés excesivo en una época como esta es como haber caído en arenas movedizas, según Ordóñez. Esto quiere decir que mientras más queramos salir de ahí más nos vamos a hundir. “Entonces uno de los caminos es dejar de luchar y empezar a hacer algo distinto”.
"No lo hagamos nuestro amigo (al miedo) pero tampoco nuestro enemigo"
Eduardo Ordóñez, Presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Psicoterapia Basada en Evidencia
Lo primero, según el especialista, es darle su lugar a estos sentimientos de miedo o angustia, porque quizá no son tan malos. Por ejemplo, el miedo nos pone en alerta para evitar salir y contagiarnos. “No lo hagamos nuestro amigo, pero tampoco nuestro enemigo”, explica Ordóñez.
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