Perú: Miles protestan en contra del gobierno de transición
Miles de manifestantes salieron a las calles en todo Perú para mostrar su rechazo al Gobierno de Manuel Merino. La destitución del presidente Martín Vizcarra expone una fractura en la política peruana.
Miles de manifestantes protestaron el 13 de noviembre de 2020 en la Plaza San Martín en Lima.
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Prince Malcom reparte agua entre los miles de manifestantes que claman contra el Gobierno de Perú.
Prince protesta en el centro de Lima por muchas cosas, como casi todos los que masivamente han salido a las calles de todo el país por cuarto día consecutivo. Pero lo intentó resumir en una frase: "Este Gobierno se está yendo a la mierda".
El ambiente en la histórica plaza San Martín, uno de los ejes del damero que subraya el trazado de herencia colonial de la capital peruana.
Es eminentemente festivo antes de que algunos, escasísimos manifestantes arrojen piedras a la policía y esta responda con bombas de humo, perdigones y porrazos.
Ante Prince y sus decenas de miles compañeros de protesta, en su mayoría jóvenes, diversos y con una notable y activa presencia femenina, hay un Gobierno de transición.
Un presidente, un Congreso y una clase política que parece no entender que la crisis que se precipitó el 9 de noviembre de 2020 con la destitución del presidente Martín Vizcarra expone una fractura aparentemente insondable en Perú, entre un mundo nuevo y uno viejo, ajado por la corrupción.
"No te entiendo"
Mientras el país entero se movilizaba de una forma poco antes vista, el flamante primer ministro Ántero Flores-Aráoz, de 78 años, abogado, varias veces diputado, exministro y profundamente conservador, se preguntaba en televisión qué quería la gente que protestaba y "qué les fastidiaba".
Otros ministros que asumieron este 12 de noviembre expresaron su extrañeza.
Pusieron en tela de juicio la "espontaneidad" de los manifestantes. Se lamentaron por los negocios cerrados a causa de las marchas e incluso las vincularon al terrorismo de Sendero Luminoso.
Las respuestas en la plaza San Martín eran efectivamente diversas.
Confusas en ocasiones, complicadas de explicar, pero resumibles todas en un punto. Los actos del Congreso esta semana han colmado el vaso de la indignación y detonado el hartazgo ante un sistema político enfangado en la corrupción y la "repartija" personificada en Merino, su Gobierno y el Congreso por extensión.
"Perú no está roto, solo quebradito", suspiró Hugo Ñopo, un destacado economista peruano que ha participado activamente en denunciar la situación política del país.
Ñopo califica como un golpe "sui generis", plenamente "correcto en lo legal, pero profundamente ilegítimo".
"¿Cómo es posible que no lo esperaran, viendo lo que ha pasado en Argentina, en Chile, en Colombia?. Hay un contrato social que está fracturado... Los que nos representan, no nos representan. El Estado no sirve, el mercado de trabajo no funciona, hay muchas rajaduras que no se sabe como no vieron... La elite política tiene miopía", razonó el estudioso.
Rimas y leyendas
En las calles del Perú, la indignación es palpable, la movilización y concienciación, también. El ingenio está muy presente.
En el contexto de una economía quebrada por el covid-19, Rigoberto Terán y su "hermano" hacían su agosto con la venta de camisetas "en blanco y negro, muy económicas" con la leyenda "Merino NO es mi presidente".
Parte reivindicación, pues "se llega a la presidencia si te elige el pueblo, y a él no lo han elegido" y parte negocio. Buen negocio, de hecho, pues se vendían como pan caliente y su precio subió en minutos de diez a doce soles, en atención a la demanda.
La zona, antes de los pelotazos policiales, parecía mas el festejo de un triunfo de Perú en un Mundial, reforzado por las miles de camisetas de la franjiroja que poblaban el paisaje, junto con las banderas rojiblancas y los carteles, muchísimos carteles.
En las esquinas, grupos de jóvenes se cobijaban y agrupaban para diseñar concienzudamente pancartas y dibujos para exhibir al público, en la plaza y en las redes, pues la marcha fue literalmente digitalizada y transmitida al mundo entero de forma consciente y deliberada.
"Se metieron con la generación equivocada", repetían como recordatorio muchos de esos mensajes. Todo un lema, y unas prácticas, que de hecho ponían en evidencia esa ruptura de mundos: una generación de "tic-tokers" que se enfrenta a unos probos hombres y mujeres aparentemente intachables pero a los que nadie cree más.
Las sutilezas, a veces, se pierden: "Me orino en Merino", decían otros mensajes. "Prefiero que me gobierne mi ex", apuntaba otro.
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