El pangolín está entre los principales sospechosos por el coronavirus
El pangolín es uno de los animales que se vendía en uno de los mercados de mariscos de Wuhan, China.
Reuters
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Las autoridades decretaron a finales de enero de 2020 la suspensión del comercio de animales salvajes tras considerar que el origen del brote de coronavirus se encuentra en la mutación de un virus procedente del pangolín.
Este es uno de los animales que se vendía en un mercado de marisco de Wuhan, en el centro del país, según los últimos estudios.
Allí, además de pescado, se traficaba de manera ilegal con carne de rata, pavos reales, liebres recién sacrificadas y hasta cocodrilos, atestiguan fotografías compartidas en las redes sociales chinas.
Hasta que cese la epidemia, la directiva del Gobierno prohíbe cualquier forma de venta de animales silvestres en mercados, supermercados, restaurantes y comercios electrónicos, y ordena la puesta en cuarentena de sus criaderos.
Presión contra su comercio y consumo
Científicos, medios de comunicación, asociaciones civiles y particulares chinos han alzado su voz para pedir regulaciones permanentes, específicas, así como información más transparente para los consumidores y campañas de concienciación que frenen su comercio y consumo.
A sus ojos, se trata de una práctica nociva que, además de problemas sanitarios, crea un ingente mercado negro.
"Según la ley china, el comercio de algunos animales salvajes está vetado desde hace décadas, pero no hay regulaciones específicas al respecto. Hay muchas lagunas legales y muchos acaban lucrándose sin haber infringido la ley", comenta Cathy Cao, investigadora de la ONG Informe de Desarrollo de China.
Según Cao, el Gobierno chino sí ha realizado numerosos esfuerzos para abordar problemas de seguridad alimentaria, pero los resultados siguen siendo preocupantes.
"No está clara cuál es la definición de animal salvaje, ni cómo rastrear o regular su compraventa de forma práctica"
Cathy Cao, investigadora de la ONG Informe de Desarrollo de China.
Muchas veces las regulaciones quedan en manos de las autoridades locales, a lo que se suma otro obstáculo: que los consumidores no disponen de información sobre lo que conlleva comprar en este tipo de mercados, denuncia la investigadora.
"Son necesarias regulaciones en las cadenas de suministro. El consumo de carne fresca forma parte de la cultura china y eso no va a cambiar. Pero la gente debería ser más escéptica y preguntarse de dónde vienen esos animales", señala Cao, que pide medidas para que su comercialización, al menos, cumpla con normas básicas de higiene e inocuidad alimentaria.
Estado del coronavirus en el mundo
Coronavirus y concienciación
Muchos otros van más allá y en artículos sobre el coronavirus viralizados en las redes sociales reprochan a quienes consumen estas especies: "¿Cómo puede comer murciélago? ¡Son el reflejo de la muerte! Aprecie la vida y diga no", dice el doctor Meng Fanxing en un post desde su cuenta de Wechat que acompaña de fotografías del quiróptero servido en sopa.
"Sé consciente de la naturaleza o serás castigado", dicen otros usuarios, quienes sin embargo han querido dejar claro que la ya famosa sopa de murciélago no es ni mucho menos un plato popular en Wuhan.
En muchos restaurantes, especialmente en el sur de China, estos animales no aparecen en los menús y es a través del boca a boca o mediante páginas de Internet que los interesados descubren en qué establecimientos se pueden encontrar.
"Son necesarias campañas educativas. Es de vital importancia alterar conceptos erróneos ampliamente compartidos dentro de algunas comunidades, como sus supuestos beneficios nutricionales"
Cathy Cao, investigadora de la oenegé Informe de Desarrollo de China.
Más allá de la especialidad culinaria en cuestión, los artículos critican al concepto de 'yewei' ('gustos salvajes' en chino), considerado por algunos un símbolo de riqueza son más raros y caros y alabado por otros dado su presunto poder curativo para sanar una variedad de dolencias, como la impotencia masculina, la artritis y la gota.
Un debate recurrente en China
El debate, en realidad, no es nuevo, dado que en 2003 se desató una epidemia similar en China, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave, conocido como SARS, que se saldó con mayores regulaciones de este tipo de mercados en ciudades como Pekín o Cantón, pero que tuvieron escaso eco en las zonas del interior del país.
"China tiene que elegir entre los intereses de una minoría, la industria que se dedica a comerciar con los animales salvajes y quienes consumen estos productos, y el interés nacional de la salud pública", afirma un investigador especializado en la protección de la vida silvestre, Peter Li, citado por la cadena estatal CGTN.
Pero para lograr un sistema alimentario más seguro y aprender una lección sobre la epidemia del coronavirus hacen falta esfuerzos "a largo plazo", y "eso debe implicar a todos los actores implicados: Gobierno, ciudadanos y sector privado", afirmó Cao.
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