Jovenel Moïse, el asesinato de un presidente al que muchos querían fuera
El presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado a tiros por hombres con armas de gran calibre en su residencia privada durante la noche en un "acto inhumano y barbárico", lo que provocaba una condena internacional y el temor de una escalada de la violencia en la empobrecida nación caribeña.
El presidente de Haití, Jovenel Moise, en una imagen de archivo de marzo de 2020.
Reuters
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El asesinato, que provocó la condena de Washington y países de América Latina, coincidió con una ola de violencia de pandillas en Puerto Príncipe, avivada por una grave crisis humanitaria y por el caos que ha llevado a muchos distritos de la capital a convertirse en zonas prohibidas.
El primer ministro interino, Claude Joseph, dijo que el gobierno había declarado el estado de emergencia en medio de la confusión sobre quién tomaría las riendas del país y que se inició una operación para capturar a los responsables.
Joseph decretó estado de sitio durante 15 días, plazo en el que se ordenó movilizar todas las fuerzas de seguridad para llevar a cabo la investigación sobre el asesinato, así como para implementar medidas de seguridad especiales.
Las autoridades del país, donde la mayoría habla francés o creole, dijeron que los pistoleros hablaban inglés y español, y parecían ser extranjeros.
Mucha gente en Haití quería que dejara el cargo
Desde que asumió en 2017, Moïse enfrentó pedidos de dimisión y protestas masivas, primero por acusaciones de corrupción y su gestión de la economía, y después por su creciente control del poder.
Moïse, un exportador de banano convertido en político, enfrentó feroces protestas tras asumir la presidencia en 2017 y la oposición lo acusó este año de buscar instalar una dictadura al sobrepasar su mandato y volverse más autoritario, acusaciones que él negó.
El asesinato de Moise ocurre en un vacío de poder. El presidente gobernó por decreto durante más de un año después de que el país no celebró elecciones legislativas y esta misma semana había nombrado a Joseph, que aún no ha jurado como primer ministro.
Según una publicación de Diario El País, Moïse contaba entre sus enemigos a algunas de las más influyentes familias haitianas, a empresarios que perdieron negocios gracias a su gestión, a senadores con negocios paralelos y a líderes de las bandas delincuenciales del país.
En el exterior también cosechó enemigos en el gobierno venezolano, pues Moïse respaldó explícitamente la política del expresidente Donald Trumpo, contra el chavismo.
Estados Unidos, el principal donante de ayuda de Haití y que durante mucho tiempo ha ejercido un peso enorme en su política, condenó el 30 de junio lo que describió como una violación sistemática de los derechos humanos, las libertades fundamentales y los ataques a la prensa en el país.
El magnicidio coincide con una crisis social
El primer ministro interino, Claude Joseph dijo que la Policía y el Ejército tenían la situación bajo control, aunque en general se considera que las fuerzas de seguridad de Haití carecen de personal y equipamiento suficiente en comparación con las poderosas bandas que operan en ese país.
Varios policías han muerto en las últimas semanas en intentos de recuperar el territorio de los bandidos fuertemente armados.
Además de esa violencia, Haití se encuentra políticamente dividido y enfrenta una creciente crisis humanitaria y escasez de alimentos, por lo que se teme un desorden generalizado.
Líderes de todo el mundo condenaron el ataque y pidieron calma. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó como muy preocupante la situación en Haití y dijo que "estamos listos para ayudar mientras continuamos trabajando por un Haití seguro y protegido".
El Consejo de Seguridad de la ONU expresó su profunda conmoción por la muerte de Moise antes de una reunión a puerta cerrada del jueves, solicitada por Estados Unidos y México, para evaluar la situación.
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