EE.UU.: pandemia, agitación civil y debate por la inmigración
El presidente de EEUU, Donald Trump, este 10 de octubre de 2020, en su primera aparición tras ser diagnosticado con Covid-19.
Reuters
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La agresividad contra los inmigrantes, que ha caracterizado el discurso del presidente de EE.UU., Donald Trump, y la gestión de las dos grandes crisis que le han sobrevenido en la recta final de su mandato, la pandemia de la Covid-19 y la movilización encabezada por la comunidad afroamericana, lo han puesto contra las cuerdas a pocos días de que las urnas se pronuncien.
El Covid-19 ha dejado el país patas arriba, pero se ha cebado especialmente con las comunidades más pobres y vulnerables: los latinos y los afroamericanos.
Ante la crisis sanitaria, Trump ha restado importancia al virus y ha insistido en su gestión "inmejorable". Frente al movimiento antirracista y contra la brutalidad policial, el presidente se ha enrocado apelando a la "ley y el orden". Y hacia los inmigrantes ha seguido defendiendo su mantra de que quitan trabajo a los estadounidenses.
En todo momento, Trump, fiel a su estilo bronco, no ha dejado de mostrarse cada vez más agresivo a medida que aumentan los reproches en su contra. Las encuestas lo sitúan por detrás del candidato presidencial demócrata, Joe Biden, en las elecciones del 3 de noviembre de 2020.
La pandemia que cambió a EE.UU.
El 21 de enero de 2020, en medio de las cada vez mayores preocupaciones en todo el mundo por la expansión de la nueva enfermedad, EE.UU. anunció su primer caso en Washington. Allí también se declaró, el último día de febrero, la primera muerte por Covid-19.
Nueve meses después, casi ocho millones de personas se han contagiado y más de 216.900 han muerto. Se trata de la quinta parte de las muertes registradas en todo el mundo, donde, según la Universidad Johns Hopkins, el número de fallecimientos se acerca a 1,1 millones.
En ese tiempo, millones de estadounidenses perdieron su trabajo y el número de desempleados pasó de los 6,2 millones en febrero a los 20,5 en mayo de 2020.
De acuerdo a un estudio de la Universidad de Columbia, entre mayo y septiembre, 8 millones de ciudadanos ingresaron en las filas de la pobreza, especialmente hispanos y negros. Antes de la pandemia el 23,7 % de los latinos y el 23,8 % de los afroamericanos eran pobres, en septiembre los porcentajes aumentaron al 25,8 % y al 25,2 % respectivamente.
Una mala gestión que podría pesar en las urnas
Colas del hambre, calles vacías, metros y autobuses sin pasajeros; aumento de la violencia, restaurantes cerrados, estadios, museos, teatros y cines clausurados, aviones en tierra, barrios fantasma.
A lo largo y ancho del país se han visto imágenes desoladoras. Contrastan con la actitud de Trump, de quitar importancia al asunto y convertirlo en una arma política arrojadiza, contra China y contra los demócratas.
"La Casa Blanca podría estar dirigiendo en lugar de tratar de restar importancia e interferir con algunas de las comunicaciones clave que están sucediendo", cuenta el vicedirector del Centro Nacional para la Preparación ante los Desastres de la Universidad de Columbia, Jeff Schlegelmilch.
"Eso solo hace que el trabajo de todos los que intentan contener esta pandemia sea mucho más difícil y que, lamentablemente, en última instancia, se mide en vidas y medios de subsistencia provocados por el impacto económico en cascada".
Un ejemplo de estas luchas e interferencias se han visto en Nueva York. En marzo, se convirtió en el mayor foco de contagio del país y sus autoridades mantuvieron un pulso político con Trump.
Primero fue la petición de más personal médico, ayuda logística y económica, ventiladores y material de protección, que fueron muy criticadas por el presidente y la clausura de todo negocio no esencial, rechazado por el presidente. Más tarde, la creación de una alianza de varios estados para coordinar la reapertura, lo que fue calificado por el mandatario de "amotinamiento".
Schlegelmilch critica también la confusión provocada en los ciudadanos por los continuos mensajes contradictorios sobre la pandemia emitidos por las autoridades. Por ejemplo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) recomendando llevar mascarillas y mantener distancia "y las imágenes de reuniones para recabar fondos y anuncios en la Casa Blanca con gente que no lleva máscara ni respeta la distancia social".
La cara de las políticas migratorias de Trump
El panorama de agitación social y la pandemia no han distraído a Trump en su política de mano dura frente a la inmigración. Una estrategia que se cobra sus víctimas entre los más vulnerables, como José Aguiluz. Él es un "soñador", de 31 años, que ha vivido más de la mitad de su vida en EE.UU., pero que como miles está sujeto a un estatus migratorio temporal, que lo ha obligado a planear su futuro "en periodos de dos años".
Su historia es casi la misma de unos 700.000 "soñadores". Así han sido bautizados los jóvenes beneficiados con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, en inglés), creado en 2012 por Barack Obama. Contra este programa, Trump ha lanzado una cruzada para acabarlo, aunque el Supremo la puso en pausa.
Este "soñador" llegó con 15 años desde Honduras en busca de una cirugía después de que sufriera un accidente de tránsito. Sus padres se vieron obligados a venderlo todo, solicitar un visado de turismo y trasladarse a Maryland (EE.UU.) junto a sus cuatro hijos.
Hoy, ellos y su primogénito forman parte de los cerca de 11 millones de indocumentados que residen en el país. Aguiluz y sus dos hermanos menores lograron ser amparados con DACA.
DACA, el TPS, las separaciones de familias migrantes, las restricciones para determinados tipos de visados... La ofensiva de Trump frente a la inmigración tiene numerosos frente abiertos, con un solo objetivo, la reelección.
Una "postura antiinmigrante", que lamenta Aguiluz. "Nos hemos vuelto chivos expiatorios para muchos de los problemas de este país".
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