Segunda Categoría de Ecuador, el torneo donde un penal cuesta USD 500
El torneo en el que ascendieron Leones del Norte y San Antonio, a la Serie B, dejó en el camino vaivenes vergonzosos y numerosas llamadas para influir en los resultados.
Los jugadores de AV25 reunidos en Tumbaco en un entrenamiento, el 11 de mayo de 2022
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Drama e infierno. Esas son las palabras que utilizan los clubes para definir el trayecto que deben cursar en el torneo de Segunda Categoría de Ecuador.
No solo tienen que lidiar con sus rivales en cancha, sino también con decisiones reglamentarias contradictorias, con un formato que les perjudica, con escenarios deportivos en pésimo estado y con llamadas intimidantes para influir en los resultados.
Y es precisamente este último punto uno de los más críticos. Todos los dirigentes consultados por PRIMICIAS aseguran haber recibido "llamadas raras".
"La temporada pasada recibí ofertas de una persona que quizá es el mismo que todos conocemos y que se presenta como 'el programador de partidos'", cuenta Sebastián Vallejo, gerente general de Dragones USFQ.
Estas ofertas, que suelen realizarse vía telefónica, tienen como objetivo "despistar o poner nerviosos a los jugadores y a los dirigentes. Además, intentan sembrar un bicho de inseguridad".
"Se manejan muchísimos intereses, dar ese paso a primera categoría tiene grandes beneficios económicos y administrativos", continúa Vallejo.
Los contactos irregulares no siempre son para pedir dinero, sino también para promocionar acciones de juego que puedan favorecer al mejor postor.
Fernando Flor, presidente de Olmedo, recuerda un momento específico de los playoffs en el que lo contactaron. "Me llamaron a ofrecerme descalificar al equipo Cimarrón Furia Verde luego de que nos ganaron en la cancha (en octavos de final). Me dijeron que ellos tenían varios problemas y que a cambio de una suma de dinero podían favorecernos".
Flor entiende que estas situaciones ocurren por la "informalidad" con la que se maneja el torneo, mismo que se convirtió en una película con final inesperado.
"Hay audios de personas que dicen abiertamente cómo nos han dejado afuera del torneo y que han cobrado USD 100.000".
Ni siquiera el finalista de Segunda Categoría, San Antonio, estuvo exento de los 'timbrazos' intimidantes de "gente mal intencionada que quiere sacar provecho de los equipos".
Así lo reconoce Álex Vinueza, director técnico del equipo que juega en Imbabura y que obtuvo uno de los dos cupos a Serie B.
"Hay personas que llaman a incomodar a los chicos en la concentración, en los viajes. Durante los mismos partidos se acercan muchos a hablarles. Incluso en los camerinos te ponen cosas. Una vez que estas cosas ocurrían les informamos a las autoridades e incluso a los equipos rivales".
La denuncia de AV25
El equipo de Antonio Valencia fue más allá e hizo público su malestar. Luego de vencer 1-0 en el partido de ida a La Unión, por los dieciseisavos de final, AV25 vivió "un partido (de vuelta) muy extraño en Pujilí", que se definió por penales.
"Allí se vio todo muy manchado con actos que no suceden en partidos de fútbol, con un árbitro muy parcializado, donde además hubo prohibición de transmitir el partido o de que entren cámaras. Además, recibimos mensajes y llamadas extorsivas e intimidantes que pedían dinero a cambio de que los árbitros piten a nuestro favor", narra una fuente del club.
El discurso iba más allá y aseguraba que el club rival ya había pagado un porcentaje para salir favorecido, por esa razón, AV25 tenía que ofrecer un valor superior.
El equipo que administra el histórico Antonio Valencia presentó una denuncia en la Federación Ecuatoriana de Fútbol. El Club AV25 pidió al Comité de Ética que se abra un expediente para investigar qué ocurrió en ese partido.
Al igual que 'el programador de partidos', con AV25 se contactaron quienes aseguraban manejar todo con 'los de negro' (los árbitros).
"Nuestro director técnico recibió llamadas en las que le solicitaban hablar con la dirigencia para acordar con los jueces del enfrentamiento algún término económico que nos favorezca".
Incluso, se les advertía que el equipo rival ya había pactado y que, por ende, esta era la única manera de continuar con vida en el campeonato.
USD 500 por un penal
Al parecer todo tiene precio en Segunda Categoría. Juan Manuel Aguirre, exdirigente de Deportivo Quito, recuerda con claridad aquella ocasión que le llamaron para ofrecerle los servicios del arquero rival. "Un penal costaba USD 500".
"También me mandaban fotos y videos de exjugadores del Deportivo Quito que supuestamente habían hablado con el famoso Genaro. Nunca se pudo comprobar nada, puede ser que exista, yo nunca tuve las pruebas", comenta.
Ante la insistencia de los llamados, sobre todo en fase de playoffs, existen quienes optan por ignorar cualquier tipo de acercamiento.
"A mí me escribieron un día, no sé quién sería, pero querían desestabilizar. Advertían que los jugadores se iban a vender, pero como yo ya llevo años en esto no creo y tampoco respondo", cuenta Marisol López, presidenta de Dunamis 04, equipo que juega en Tulcán y que este año llegó hasta los octavos de final del torneo de Segunda.
Sin embargo, hay otros que reciben casi que un 'menú' de posibles jugadores a intervenir en la transacción, tal como detalla Santiago Delgado, dirigente del Club Atlético Ciudad de Tulcán.
"Por lo general nos dicen que son jugadores de Esmeraldas o de Lago Agrio. Los catalogan como deportistas que acceden a estos sobornos".
"Aceptar sería como apoyar a una mafia y nos buscarían y acosarían. Nos dicen que tienen información de nuestros jugadores que ya se han vendido y si queremos saberlo hay que entregar dinero", continúa Delgado, quien lo define como un verdadero "tormento".
El formato, otra dificultad
Casi 250 clubes compiten anualmente por los únicos dos cupos que se otorgan para ascender a la Serie B. Y es precisamente el formato de un torneo cargado de equipos, que se juega en un corto período, lo que no favorece a quien mantiene regularidad deportiva.
Desde AV25, institución que analiza su continuidad en el torneo de Segunda Categoría para el próximo año, aseguran que "es más difícil pasar de Segunda Categoría a Serie B, que de Serie B a Serie A".
El club de Antonio Valencia fue campeón invicto de Pichincha y tuvo que resignar su clasificación tras caer en un duelo de dieciseisavos de final, ante La Unión. No sirvió de nada haber mantenido un invicto de cuatro meses, porque en un partido se acabó el sueño.
"El hecho de que sean playoffs desde treintaidosavos de final complica todo. No bastó ser campeones de Pichincha y estar invictos, o ser el equipo con más goles. Nada de eso te sirve", explican desde AV25.
Fernando Flor, presidente de Olmedo, coincide en que es necesario modificar el formato del torneo para tener más meses de competencia y evitar arrancar de manera tardía.
"Eso nos ayudaría a mejorar los contratos con los auspiciantes. No es posible que en un partido, de un momento a otro, se te acabe todo, como nos pasó". "Tuvimos 18 partidos invictos, perdimos uno y todo el año se fue a la basura", agrega Flor.
Además del formato, la presidenta de Dunamis 04 cree que se debe ser más estrictos con la documentación de cada equipo e, incluso, se les debería permitir a los clubes participar de la toma de decisiones.
"Las reuniones del Congreso en enero no deberían ser únicamente con las asociaciones, deberíamos estar los presidentes de los clubes porque nosotros somos los que invertimos y conocemos las necesidades de cada uno", apunta Marisol López.
A falta de reformas, el presidente de LigaPro, Miguel Ángel Loor dibuja posibilidades para facilitar la competencia y asegura que insistirá en varios cambios.
"Debe existir una Serie C y una Serie D. Hoy es así, 16 clubes en la A, 10 en la B y 250 en Segunda Categoría. No tiene sentido", expresó en entrevista con el programa De Una.
Por ahora, la Segunda Categoría de Ecuador seguirá conviviendo con las quejas de supuestos amaños y llamadas extrañas.
Seguirán los marcadores abultados con diferencias de hasta 15 o 20 goles, como ocurre cada año. Deberá conformarse con escenarios deportivos que se asemejan al fútbol barrial y resignarse a una modalidad donde no se premia la regularidad.
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