Paola Gamboa y una carrera de seis días en el desierto del Sahara
La ultramaratonista se convirtió en la primera mujer ecuatoriana en completar la Marathon des Sables, una competencia de 245 kilómetros en Marruecos.
Paola Gamboa, durante la Marathon des Sables en el desierto del Sahara, en abril de 2023.
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Paola Gamboa se había preparado durante 13 años para este reto. Participó en eventos de triatlón, IronMan y ultramaratón, pero ninguna de estas competencias se compara con lo que vivió en abril de 2023.
La guayaquileña disputó la Marathon des Sables, una carrera 'legendaria', como la denominan sus organizadores, con un recorrido de seis días en el desierto del Sahara, en Marruecos.
Con un tiempo total de 41 horas, 10 minutos y 36 segundos, y luego de vivir deshidratación, jaquecas y náuseas, se convirtió en la primera mujer ecuatoriana en completar esta competencia.
Paola relata para PRIMICIAS, día por día, cómo vivió este evento y qué significó para ella realizar esta hazaña.
Los primeros días: tormenta de arena y deshidratación
A su llegada a Marruecos, la mayor preocupación de Paola fue su mochila, ya que debía llevar todo lo necesario para los seis días, pero también debía preocuparse por que no esté muy pesada.
"Estás nervioso porque no sabes qué objetos poner o sacar, no quieres que la mochila esté muy apretada y lo comparas con otros competidores. Al final terminó pesando nueve kilos".
El primer día se recorrieron 35 kilómetros y para Paola fue "súper suave". El clima no estuvo tan caluroso y la ecuatoriana culminó este trayecto en cinco horas y 23 minutos.
Sin embargo, las complicaciones comenzaron en la noche. La guayaquileña durmió, junto a siete competidores más, en una jaima (carpa que utilizan los nómadas árabes). "No duermes, porque estamos todos apretados, es incómodo".
Esa misma noche hubo una tormenta de arena, pero ella no sintió miedo, sino emoción de poder experimentar este fenómeno por primera vez en su vida.
El segundo día fueron 32 kilómetros y Paola se enfrentó a sus mayores rivales en esta aventura: las dunas.
"Cuando estás abajo ves a estas montañas como si fueran una pared. ¿Cómo voy a llegar a la cima?, te preguntas. Caminas a un ritmo muy lento y ves como la gente se resbala a tu lado".
Y mientras las subidas son eternas, las bajadas son más técnicas. "También se disparó la temperatura, me sentía como en una olla de cocción y me salieron mis primeras ampollas". Ese día lo completó en cinco horas y 27 minutos.
En la noche, Paola cometió su mayor error: estuvo dos horas sin tomar agua. "Me deshidraté y me dio un dolor de cabeza inaguantable. Me regalaron una funda con 1.000 pastillas de sal y me dijeron que tome una cada media hora".
Al tercer día, se recorrieron 35 kilómetros y la deportista sufrió náuseas y jaquecas. "Caminaba muy despacio, me sentía nublada. A falta de siete kilómetros llegó un amigo mexicano y me llevó, casi arrastrando, a la meta". Esta jornada la finalizó en seis horas y tres minutos.
El cuarto día: la etapa reina
Paola se refiere al cuarto día como la 'etapa reina'. "Son 92 kilómetros, es la jornada más dura, nunca en mi vida había corrido esta distancia y peor en el desierto".
La ecuatoriana comenzó con buen ritmo, incluso era más rápida de lo esperado, pero los problemas llegaron a la mitad del recorrido.
"Llegué al kilómetro 44 y había mucho calor, estábamos casi a 50 grados, no había viento, sentías que te quemabas. Intenté orinar pero me ardía".
El agua se acababa y el punto de hidratación tenía que estar en el kilómetro 48, pero la organización lo había movido tres kilómetros más lejos. Paola llegó como pudo y pidió asistencia médica.
Inmediatamente se terminó una botella de agua, pero su malestar no se iba. Los médicos le dijeron que debía pedir una segunda botella, aunque esto le signifique una sanción de 30 minutos.
"Fui llorando donde los jueces a pedir la segunda botella y me quedé sentada, una hora hasta que se me pase el dolor, viendo como todos los demás me pasaban".
Sin embargo, esta pausa fue lo mejor que le pudo haber pasado, ya que al salir había bajado el calor. Completamente sola, en la noche con una linterna, Paola arribó a la meta con un tiempo de 18 horas y 20 minutos.
Los últimos días: zombies y celebración
El quinto día era una maratón de 42 kilómetros, pero se veía a los competidores más animados, porque habían superado al cuarto día, que era la prueba más difícil.
"Sientes que sobreviviste y te da un alivio. Había sido una de las ediciones más duras de los últimos años, porque normalmente hay un porcentaje de abandono del 5% y esta vez se había retirado un 20%".
Paola mantuvo un buen ritmo durante todo el día, además su maleta cada vez era más liviana, e hizo un tiempo de cinco horas y 56 minutos.
"Cuando llegué a la meta vi que todo el mundo estaba sonriendo y compartiendo la comida. Fue un momento de celebraciones, ya que la última jornada era la más fácil".
El sexto día se recorrieron nueve kilómetros. "Los veía a todos y parecíamos una masa de zombies, caminando lentamente, con la cabeza agachada. Y nuevamente nos tocó pasar por las dunas, ¡estaba harta de las dunas!".
Tras dos horas y 16 minutos, Paola llegó a la última meta con la satisfacción del deber cumplido.
"Todos nos abrazamos y nos subimos a un bus con aire acondiconado. Ahí fue cuando nos dimos cuenta que, después de seis días en el desierto, todos estábamos apestando", recuerda riéndose.
Para la ecuatoriana, se cumplió el sueño de toda una vida. "Nunca me hubiera imaginado vivir esta experiencia, correr en el Sahara, ver esos paisajes y conocer a una linda comunidad".
Después de este inmenso esfuerzo, Paola tiene planeado tomarse un año sábatico. En el futuro quiere competir en otra carrera de varios días, en España o Argentina.
"Pero que sean más suaves", aclara con una sonrisa. "Ya no quiero que sea tan fuerte" como la 'legendaria' Marathon des Sables.
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