La lucha tradicional senegalesa también sucumbe ante el VAR
El sistema de asistencia del arbitraje por video asiste los combates de lucha senegalesa desde 2023. Algunos, aún así, no están conformes.
Una lucha senegalesa es asistida por el VAR, el 24 de diciembre de 2023.
AFP
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Cánticos tradicionales amplificados por altavoces, vítores de unos 15.000 espectadores en la arena. Luciendo gorra negra con la palabra 'árbitro', Sitor Ndour, con todos sus sentidos puestos en la pantalla, no se da pie a la distracción a pesar del ambiente eléctrico que gira sobre él.
Durante el combate que mide la fuerza de dos de los 'gallos' de la lucha senegalesa, deporte rey en el país africano junto con el fútbol, se muestra concentrado en su papel: coordinar el VAR (sistema de asistencia del arbitraje por video) desde una rudimentaria instalación protegida por un toldo azul a escasos metros del lugar de los combates.
Reclamada desde tiempo atrás por los aficionados, esta tecnología asiste desde comienzos de 2023 a los árbitros de la lucha senegalesa, un deporte tradicional que mezcla el combate cuerpo a cuerpo y los puños.
El VAR está compuesto por tres cámaras situadas en diferentes lugares del recinto y por una sala con un ordenador y dos pantallas que difunden el desarrollo de los combates desde ángulos y planos variados.
En caso de que una acción o una caída provoquen dudas, el árbitro del video, con la ayuda de una pequeña bandera blanca, interpela al juez principal para que acuda al visionado de las imágenes antes de emitir su decisión.
Aunque el nivel de sofisticación dista mucho aún del asistente de videoarbitraje utilizado en las grandes ligas de fútbol, rugby o tenis, su llegada a la arena senegalesa de la lucha ha resultado decisivo en repetidas ocasiones.
Permite evitar determinadas polémicas o errores de arbitraje, asegura Meïssa Ndiaye, vicepresidente del Comité de Gestión de la Lucha Senegalesa (CNG).
Un alivio para los árbitros de este deporte cuyos principales campeones gozan de un estatus de semidioses en Senegal, y cuyo caché puede ascender por cada combate a varios millones de francos CFA (decenas de miles de dólares).
Protestas
"A veces, con un veredicto discutible que se prestaba a confusión, ocurría que la gente rompía las gradas, destruían bienes públicos al no estar satisfechas con el resultado decretado. En ese tipo de situaciones, si se pueden revisar la imágenes, pero también, si el público puede ver las imágenes, ello nos facilita la tarea y permite a los espectadores regresar más tranquilamente", explica Sitor Ndour, presidente de la comisión central de árbitros de la lucha.
Y en esa tarde de finales de diciembre de 2023, el VAR está particularmente solicitado.
En uno de los combates preliminares retransmitidos en vivo en televisión, dos mastodontes ataviados con un taparrabos, con las manos y los torsos desnudos, portando amuletos junto a los riñones o en los brazos, buscan el punto débil del rival.
A raíz de una acción desencadenada por uno de ellos, los dos combatientes aterrizan al tiempo sobre los sacos que delimitan la zona de combate.
Cada uno reclama la victoria para sí mientras esboza unos pasos de danza entre el clamor del público.
Llamado por el VAR, el árbitro central diseña con las manos la silueta de una pantalla y corre hacia la instalación para el visionado de las imágenes, antes de regresar y levantar la mano de uno de ellos.
El perdedor protesta enérgicamente la decisión y trata de acceder a la zona de pantallas, al momento escoltada por las fuerzas de orden, que le hacen finalmente abandonar el recinto.
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