La hinchada del Aucas y un sufrimiento interminable
Tan cerca pero tan lejos. El Aucas se ilusiona con una temporada histórica, con llegar a Libertadores y a la final de la LigaPro. Sin embargo, el empate sin goles ante Mushuc Runa alargó el sufrimiento de su hinchada.
Juan Francisco Tacuri junto a los hinchas de la Guardia Oriental, el 9 de octubre de 2022.
Felipe Núñez
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¿Es la hinchada del Aucas la más sufrida del país? Tal vez la respuesta la pueda dar Juan Francisco Tacuri.
El fundador de la barra 'Guardia Oriental' es uno de los primeros en ingresar a la General Central del estadio Gonzalo Pozo Ripalda en el encuentro ante Mushuc Runa, el domingo 9 de octubre.
El quiteño inmediatamente se ubica en la parte más baja de la localidad y agarra la malla metálica con sus dos manos. Salvo aquellas veces cuando saluda con sus amigos, esta será su posición durante todo el partido.
Así permanece, con la mirada fija al campo de juego, con una mezcla de ilusión, angustia y nerviosismo. No hay nada ni nadie que lo distraiga. Está en su espacio, en su momento, sus dedos y la malla son uno solo.
"Hoy nuestra barra está dedicada a todo lo que hemos aguantado los hinchas durante tanto tiempo y sobre todo a aquellos que no pudieron vivir este momento. Ha sido una semana llena de tensión, pero por fin llegó el domingo", dice Tacuri emocionado.
Aún falta una hora para que comience un encuentro que pinta para ser histórico. Con la victoria, el Aucas se asegura entrar a la Copa Libertadores por primera vez en sus 77 años.
A la Genera Central llega John Morales con su bombo, listo para liderar los cánticos de los aficionados 'orientales'. Sin embargo, en una ocasión tan transcendental, él confiesa estar nervioso.
"Había perdido un poco la práctica, pero en estos últimos partidos he ido ejercitando nuevamente y espero no equivocarme" explica el aficionado.
Morales señala a tres filas de graderíos, todos llenos con sus familiares. Los va nombrando uno por uno: hermanos, primos, tíos, sobrinos, abuelos... es la muestra viva de que el Aucas es una pasión generacional, que se hereda, como si fuera parte del ADN.
Faltan 30 minutos para que comience el partido y la Guardia Oriental prepara las decoraciones. Llenan su sector de globos, que reparten entre los hinchas y cuelgan en la malla.
"Antes solíamos inflarlos uno por uno, pero ahora tenemos un soplador eléctrico", comenta Susana Collahuazo con orgullo.
La aficionada también saca varias fundas llenas con papelitos. Son recortes de las guías de las páginas amarillas, que ella ha ido cortando durante la semana en sus horas de almuerzo o en su tiempo libre. Ser hincha del Aucas es una labor a tiempo completo.
Durante toda la temporada, la barra ha intentado desplegar la bandera gigante, tradicional de la Guardia Oriental, que mide 750 metros y cubre la mitad de la General Central. Sin embargo, aún no ha obtenido los permisos necesarios.
La ilusión es poder mostrarla en el próximo partido como locales (ante Gualaceo en la última fecha de la segunda etapa) o incluso en una posible final ante Barcelona.
"Si ganamos el título nacional prometemos crear una bandera incluso más grande, que mida 1.000 metros. No sé cómo lo haremos, pero si somos campeones lo cumpliremos", afirma Tacuri.
Alrededor del estadio también se aprecian las banderas de otras barras: 'Armagedon', 'A dónde vayas', 'La eterna de San Diego' y 'Los de siempre'.
Cinco minutos para el comienzo del partido y salen los jugadores a la cancha. Los hinchas, sobre todo los niños, lanzan los papelitos, que inundan el piso. Algunos incluso quedarán escondidos en el pelo de los aficionados durante todo el encuentro.
Con el bombo de Morales comienzan los cánticos: Y dale Auuu, y dale Auuuu, y dale Aucas, dale Auuu...
Y con una emoción inigualable, inicia el partido y comienza el sufrimiento, la sensación insigne de los auquistas.
Los primeros minutos están repletos de distintos sonidos. En la parte alta se encuentran tres tamborileros con sombreros tricolores, que nunca pararon de tocar.
A ellos se les une un anciano con una trompeta. Él no es parte del grupo, pero eso no le impide seguirles el ritmo y fusionar sus sonidos como uno solo.
No podían faltar las matracas, que suenan con más fuerza después de las atajadas de Hernán Galíndez, como una especie de agradecimiento al portero argentino-ecuatoriano.
El Aucas ataca y llega al área rival, pero no concreta. La desesperación se siente en el ambiente. Un ñiño pega un alarido cuando el 'Polaco' Fydriszewski llega tarde a un balón y una hincha exclama "¡No se confíen!", cuando el Mushuc Runa contraataca.
Entre el público pasan los vendedores con una interminable variedad de comida: fritada, papas con cuero, salchipapas, empanadas, canguil, maní, habas... Un heladero dice "yo le fío", pero esta afirmación resultó ser mentira.
0-0 culmina la primera parte. Tacuri se separa un momento de la malla y habla con sus amigos. "Ya hemos sufrido 77 años, que son 45 minutos más", comenta esperanzado.
Con el entretiempo llegan las nubes y la lluvia amenaza. Y en el partido ante el 'Ponchito', los hinchas se compran los ponchitos de agua.
"A un dólar, no se resfríe", grita un vendedor. Más gotas empiezan a caer y aumenta la demanda por el producto. A los que se demoraron en comprar les tocó pagar USD 1,50.
Está por reiniciar el juego y los hinchas vuelven a sus puestos, algunos bastante satisfechos después de comerse un seco de chivo, una especialidad del estadio.
El segundo tiempo es más desesperante que el primero. El Aucas tiene incluso más ocasiones, pero la tónica se mantiene: no llega el gol.
La angustia se convierte en enojo. Los gritos e insultos, que comenzaron en dirección al árbitro, ahora van hacia los jugadores.
Les piden que vayan hacia adelante, que encaren, que peguen al arco, que den un poquito más, que suden la camiseta, que luchen hasta el final.
Pero el destino no es benévolo con los auquistas y el marcador final termina sin goles. Un empate que sabe a derrota. El 'Ídolo del Pueblo' no logra asegurar el cupo a Libertadores y deja abierta la puerta a sus rivales cercanos.
La historia interminable se vuelve a repetir: a sufrir, a angutiarse, a rezar, a esperar un poquito más. Tan cerca pero tan lejos.
¿Es la hinchada del Aucas la más sufrida del Ecuador? Si la respuesta no estuvo clara en Tacuri, tal vez si lo esté en su madre, Blanca Paguay.
"Sí, es cierto, pero ya vamos a dejar de sufrir, ya vamos a dejar de sufrir. Vamos a clasificar a la Libertadores y Aucas campeón", declara con optimismo.
Quedan dos fechas para el término de la segunda etapa. En la próxima jornada, Aucas visitará al Barcelona, mientras que en la última fecha recibirá al Orense.
Este es el camino hacía la ilusión, hacía la misión imposible de llegar a Libertadores y a la final de la LigaPro. Para los hinchas del Aucas, las próximas semanas estarán llenas de fiesta, de cánticos, de angustia, de nerviosismo, de tensión y, por supuesto, de mucho sufrimiento.
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