Gisselle Giler: "La maternidad me hizo dedicar al arbitraje"
La ambateña pasó de ser guardameta a una de las árbitras centrales más reconocidas en el país. Su historia está llena de sacrificios, pues tuvo que dejar de vivir con su hija para continuar su sueño profesional.
Gisselle Giler (centro) antes de dirigir el partido Universidad Católica vs. Barcelona, por la Superliga femenina, el sábado 27 de mayo de 2023.
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Gisselle Giler fue deportista desde muy joven. La ambateña era la arquera del Colegio Hispanoamérica en su ciudad natal, pero el arbitraje le cambió la vida.
"Yo era futbolista, representaba a mi colegio en la selección de futsal y de fútbol" cuenta la réferi ecuatoriana.
El instructor Iván Jordán vio jugar a Gisselle Giler y le dijo que tenía coraje, que se veía de carácter fuerte y la invitó a seguir el curso de arbitraje profesional. Ella lo aceptó.
Hubo una gran insistencia de por medio y, gracias a ello, tomó las clases que se impartían en la Universidad Técnica de Ambato. "Eso era un conflicto porque yo estaba en el colegio y era un problema".
Sin embargo, lo logró. A sus 17 años, Gisselle Giler ya tenía el título de árbitra profesional en sus manos y después se graduó en el área de contabilidad en su colegio.
La maternidad y el arbitraje
Hace siete años, Gisselle Giler se convirtió en madre de una niña. No fue fácil dividir sus tiempos, sus estudios, sus sueños y el arbitraje para estar con su hija.
La ecuatoriana dejó sus estudios universitarios en ingeniería civil luego de que su hija, Yaileene Aspiazu, se enfermara. "Entre las prioridades estuvo su salud. Luego de ello, volví a los estudios y seguí una tecnología en contabilidad en el Instituto Bolívar de Tungurahua".
Ahora estudia una pedagogía en idiomas, como segunda carrera. Y es que Gisselle Giler continúa preparándose en lo personal y profesional para salir adelante. Pero eso le ha costado distanciarse de su hija.
A sus 26 años, Gisselle Giler cuenta que la maternidad no ha sido sencilla. Tenía más necesidades y gastos en su día a día.
"El arbitraje a partir de la maternidad fue un poco complicado".
Gisselle Giler, árbitra ecuatoriana.
Por eso, tuvo que trasladarse de Ambato a Quito, pero no llevó a su hija. "Cuando yo vine a Quito, realmente vine sin nada, vine a probar suerte".
"Soy una persona responsable y por mucho que quería a mi hija sabía que iba a pasar necesidades y obviamente no iba a ser el caso de ella", asegura.
Y decidió dejar a Yaileene con su padre en Ambato, en donde cuenta con el apoyo de ambas familias.
"Aunque es algo que si me duele, no voy a negarlo, soy consciente que es lo mejor" porque quiere una vida y un futuro estable para su hija de siete años. Pero, a la vez, busca que ella esté orgullosa por el trabajo que realiza su madre.
A pesar de la distancia y de no poder verla a diario, Gisselle Giler afirma que busca la manera de hablar con su pequeña hija y que sueña, algún día, volver a vivir junto a ella. Pensar en eso la motiva a dar lo mejor de sí en el arbitraje.
De dirigir en barriales a conseguir la escarapela FIFA
Para ser árbitra profesional, Gisselle Giler cumplió con una serie de prácticas que la han llevado hasta la Superliga femenina. Pero sus inicios fueron con un partido de fútbol barrial.
Después pasó por categorías formativas y reservas, en donde su primer encuentro como árbitra central fue en la Sub 12, con Macará, en 2017. Años más tarde pasó a Segunda categoría y desde 2019 dirige en el torneo femenino.
La jueza central, afiliada a la Asociación de árbitros de Pichincha, obtuvo su escarapela FIFA a inicios de este 2023.
Gisselle Giler alcanzó una de sus más grandes metas, pues gracias a ese reconocimiento por parte de la FIFA se convirtió en árbitra internacional. Además, hace parte de los ocho árbitros centrales (cinco mujeres) con esta mención en Ecuador.
La árbitra venía trabajando para cumplir su sueño, pero cuando se hizo realidad no lo dimensionó. El día que se hizo oficial, Gisselle Giler se había despertado a las 11:00 y no vio su teléfono.
Tenía una gran cantidad de llamadas perdidas, de mensajes y felicitaciones. Pero "no reaccionaba. Cogí el celular, vi el mensaje de una compañera de Santo Domingo y en él estaba la imagen de árbitros internacionales del Ecuador en el que estaba mi nombre".
La ambateña describe que se quedó "helada" viendo su celular. Sin reacción alguna. Por su cabeza pasaron muchos momentos que vivió para lograrlo, las lágrimas cayeron por sí solas y tras el shock sintió felicidad.
Sus redes sociales se invadieron con menciones, publicaciones y mensajes de gente que la felicitaba. Eso la hizo sentir más orgullosa aún, pero sabe que debe esforzarse todavía más para mantener la escarapela FIFA.
Las metas y objetivos de Gisselle Giler en el arbitraje se siguen plasmando día a día y ella cree que aún le queda mucho por hacer. Mucho por dirigir en el fútbol ecuatoriano.
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