Washington Boada, el hombre que ha visto los 15 títulos de Liga Deportiva
Washington Boada es sinónimo de Liga de Quito. Su amor por la 'U' nació con el título de 1969 y creció cuando el equipo descendió en 1973.
Washington Boada, el histórico utilero de Liga Deportiva Universitaria, posa en el vestuario en el Complejo de Pomasqui, el 4 de diciembre de 2021.
Armando Prado
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En 1974 Washington Boada se unió a las filas de Lida Deportiva Universitaria como jugador juvenil y luego se convirtió en el hombre de los uniformes y de la utilería.
Tiene las llaves del complejo de Pomasqui y ha visto pasar a unos 1.500 jugadores por el equipo en los últimos 45 años.
'Wachito' o 'Washo', como le dicen cariñosamente, ha sido un privilegiado pues ha visto los 11 títulos de Liga en el torneo nacional y los cuatro internacionales, incluyendo la Copa Libertadores de 2008.
Estableció un récord como el utilero más rápido a la hora de doblar las vendas, "y, como dice mi compadre Manuel Cortez (utilero de El Nacional), somos pobres pero bien viajados", cuenta entre risas.
Ha viajado por todo el continente, acompañando a Liga en los partidos de las copas Libertadores y Sudamericana. Fue a Europa por la Copa de La Paz en 2009, cuando Liga jugó contra el Real Madrid.
Y también estuvo en Japón, para el Mundial de Clubes, donde el conjunto 'albo' disputó la final ante un poderoso Manchester United, liderado por Cristiano Ronaldo y Wayne Rooney.
"Como dice mi compadre Manuel Cortez (utilero de El Nacional), somos pobres pero bien viajados".
Washington Boada
Muchas veces le tocó lavar a mano los uniformes del equipo, porque el tiempo apremiaba. También tuvo que planchar camisetas o estampar un número.
Hoy, en la utilería de Pomasqui, tiene lavadoras industriales y cuenta con un asistente que alivia la carga de su duro trabajo.
"Tenía 17 años y solo quería jugar con los futbolistas de Liga. Me convertí en hierba de la Universidad Central, porque ahí entrenaba el equipo en 1973. Ellos me prestaron el uniforme para jugar", recuerda 'Wachito', "nacido en Otavalo hace 60 y piquito".
Algunos datos no vienen a su memoria con facilidad. Un señor Carlos Vanegas era el utilero de Liga y sus hijos lo acompañaban en las labores.
Sin embargo, cuando Liga compró los terrenos en Pomasqui, enviaron a un todavía adolescente Washington Boada para que cumpliera esas funciones en la nueva sede de entrenamientos de Liga.
Un terreno inhóspito
"Era solo terreno. No había ni agua ni luz. No había transporte público, ni calles. Yo acepté venir, pero pensé que me iba a quedar solo por unos pocos meses. Quería probar cómo era el trabajo", recuerda.
El entonces dirigente de Liga, Rodrigo Paz, lo nombró utilero titular y así empezó su historia en la 'U' desde 1976.
"Después de Dios y mi familia, está Liga. He pasado aquí toda mi vida. Solo la pandemia me alejó este último año, por mi edad".
Washington Boada
No da nombres de entrenadores o de jugadores que se convirtieron en personas especiales para él, porque a todos los acurrucó como parte de esta familia alba.
A todos los recibió con el mejor de los detalles y reconoce que sufría cuando los futbolistas o un técnico se marchaban del plantel al expirar sus contratos.
En estos 45 años ha sido testigo directo del crecimiento de Liga como equipo de fútbol y como una institución.
Esos terrenos aislados y polvorientos se transformaron en un eficiente Centro de Alto de Rendimiento para el equipo y en un Country Club para sus socios.
Ahora Liga Deportiva Universitaria tiene uno de los mejores estadios de Latinoamérica.
Conforme pasan los años, Washington Boada dice que mucha gente le da más valor a lo conseguido por Liga, porque el camino no ha sido nada fácil. "Lo mejor ha sido vencer en la Copa Libertadores", agrega.
A su manera
De ese título recuerda que Fluminense no le permitió entrenar a Liga un día antes de la final. Y que a él lo estuvieron paseando por Río de Janeiro, cuando debía llegar al estadio Maracaná una hora antes que los jugadores para tener el camerino listo.
"Nos hicieron de todo, pero nosotros ganamos", dice.
Al mencionar el nombre de Rodrigo Paz, el presidente vitalicio de Liga, que falleció en agosto de 2020, hace una prolongada pausa, porque las lágrimas ahogan su voz.
"Fue como un padre. Siendo muy joven (20 años), me brindó su confianza y me entregó la administración de Pomasqui, no solo de la utilería".
Y Washington Boada se esmeró por no traicionar esa confianza: "don Rodrigo, me quiso a su manera".
Es muy meticuloso a la hora de armar el equipaje para un partido internacional en el exterior.
Empaca tres juegos de camisetas titulares y un juego adicional con el uniforme alterno porque, dice, "siempre hay que pensar en los imponderables, como la lluvia, una lesión con algún corte que sangra y mancha el uniforme. Liga no puede perder partidos por la utilería".
Lleva cuatro pares de zapatos para cada jugador: dos para cancha seca, y dos para cancha mojada, "y un par adicional, para los entrenamientos. Así no utilizan los que se pondrán para el partido", explica.
Al equipaje se suman 25 balones y dice aliviado que ya se libró de las vendas. "Antes había que lavar y doblar 25 pares, hoy se utilizan desechables".
De todo este trajín por el fútbol menciona que ya no colecciona camisetas ni las compra, como hacía antes para su hijo Rodrigo.
Una tragedia acabó con esa afición. En 2007, Rodrigo sufrió un accidente automovilístico que lo dejó postrado en cama y su fallecimiento ocurriría 12 años después, en vísperas del viaje de Liga a Buenos Aires para jugar contra Boca Juniors.
'Washo' viajó con el equipo, a pesar del dolor. Sus hijas se encargaron del funeral de Rodrigo.
Su casa es la 'U'
El año del título de la Copa Libertadores, el capitán del equipo, Patricio Urrutia, hizo una colecta entre los jugadores con el premio adicional que recibieron y le regalaron a Washington Boada la cuota inicial para una casa en el sector de la Mitad del Mundo.
Pero dice que ya no la tiene, porque prefiere su lugar en el complejo de la 'U'.
Seguirá en Liga, porque es su vida. Los domingos, que no trabaja, igual va a la sede del equipo, porque siente que esa es su verdadera casa.
El caminar es más pausado, pero no está en sus planes abandonar la utilería 'alba'. Sigue enamorado de Liga como en 1969 cuando Bertocchi, Soussman y los hermanos Tapia le permitieron gritar sus goles y amar al conjunto blanco.
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