Luis Gustavino se escapó de casa por seguir el balón
El planeta fútbol tiene un sinfín de historias, todas matizadas por la pasión. Hay quienes rompieron la ventana de la vecina, crearon un balón trapo o jugaron en la cancha hasta el anochecer.
Luis Gustavo sonríe con la camiseta de Universidad Católica, en el Complejo de La Armenia, en julio de 2023.
Armando Prado
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Luis Gustavino fue más atrevido. A los 10 años se fugó de la casa de su mamá, tomó un autobús de Atacames a Quito y comenzó a jugar al fútbol. Más que una travesura, fue el hecho de aferrarse a la pelota para cambiar su vida.
"A mi hermano Bryan lo escogieron y cuando fui a dejarlo al terminal, me subí al bus. Ese niño de 10 años vio en el fútbol un sueño por cumplir, un futuro. Quería sacar a mi familia adelante y eso fue un plus para mí", relata el hoy lateral de Universidad Católica.
Doña Carmen Chila, que lo esperaba de regreso en casa, jamás se imaginó que su pequeño iba a tomar tal decisión. Se enojó y después no sabía cómo viajar a buscarlo a Quito. Pero luego lo apoyó. "Si no lo hacías, hasta hoy estarías por acá", le dijo.
Al retornar la mirada al pasado, Gustavino dice que los días siguientes a este escape no fueron fáciles. Vivió en una casa con 20 chicos más, entre 12 y 20 años, pues todos fueron escogidos para formar parte del Club Raíces.
"Fue complicado vivir lejos de la familia, tuve que aprender a hacer mis cosas, pero obviamente es parte de la vida".
Luis Gustavino, futbolista de Universidad Católica
En lo deportivo y en lo personal fue creciendo. Estuvo en Raíces hasta los 15 años y luego buscó espacio en El Nacional. Fue escogido como extra, no como parte del equipo Sub 16, como era su sueño.
Extra para los juegos o partidos amistosos, no para seguir un proceso formativo. Solo su persistencia hizo que su camino al sueño de ser futbolista se mantuviera.
Al siguiente año, el club Cuniburo le permitió, con 16 años, jugar en la Segunda Categoría. Volvió otra vez a El Nacional, donde en esta ocasión el recordado José ‘Cielo’ Villafuerte lo acogió en sus filas y fue quien terminó de pulir sus cualidades.
Retornó al Campeonato de la Segunda Categoría para jugar con los clubes Miguel Iturralde y Aampetra, para luego formar parte de Cumbayá, equipo con el que debutó en Primera A. "El cambio fue un poco complicado. En Segunda se corre mucho y en Serie A, el fútbol es más táctico, entonces es una diferencia grande".
Con algunos tropiezos y sinsabores, Luis fue consolidando su carrera hasta llegar este segundo semestre de 2023 a Universidad Católica, con el que quiere pelear las primeras posiciones.
Ya no juega como '5', en el centro de la cancha. Hoy lo hace como lateral por derecha, donde además de cumplir con sus tareas defensivas, corre por la banda y se convierte en un jugador ofensivo en cuestión de segundos.
"Soy rápido y hago buenos centros. Cuando voy al ataque, tengo potencia y resisto la marca de los defensas".
Luis Gustavino, futbolista de Universidad Católica
Fútbol, cuestión de herencia
Luis Gustavino Chila, hoy con 24 años, recuerda que la pasión por el fútbol lo heredó de su madre. Ella jugaba al indoor y con sus cuatro hermanos iban a la cancha a alentarla.
"Era lindo verla jugar. Iba toda la gente del pueblo de Súa a mirar los partidos. Las chicas, los hijos o los padres de las futbolistas iban a la cancha, era lindo que todo el mundo las viera jugar", recuerda.
Pero doña Carmen tenía un carácter especial. "Ella jugaba en una cancha pequeña y la gente se colocaba alrededor. Le pedía que no escuche lo que le decían por qué le prendían la ‘chispita’. Le decía, ‘mami no, no pelees, mami, no peleas, tranquila, tranquila’".
Luis Gustavino dice que de ella heredó la pasión por el fútbol y por el juego, pero no por el carácter. "Yo soy el único tranquilo, habitualmente trato de mantener la calma en la casa".
Esa calma le permitió abrir la puerta de la casa de la familia Moncayo, en Guayllabamba. Allí fue acogido entre los 12 y los 15 años. Salió de la casa del club Raíces y pasó a vivir en una casa familiar, donde le hicieron sentir parte de ella.
Es un pasaje de su vida importante, pues Luis recuerda con cariño la generosidad que recibió de todos los integrantes. "Nacieron en Quito y tienen otras costumbres en relación con la mía. Pero gracias a ellos también estoy acá, porque fueron quienes me dieron la oportunidad de compartir en su casa".
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