Irene Tobar ahora es una 'guerrera alba'

Irene Tobar ya es una guerrera, pero en verdad siempre lo ha sido porque en la vida le ha tocado ganar y perder, pero jamás se rindió.

En mayo cumplirá 34 años. Lleva jugando al fútbol desde los 13 a nivel oficial, aunque desde los cuatro lo hacía con su papá. "Él entrenaba en las formativas de Barcelona y como era su única hija, jugaba conmigo".

Después de las prácticas, cuando retornaba a casa jugaba con la pequeña Irene. La ponía a tapar sus remates en un arco imaginario, donde nació su historia.

"Después salía a jugar con los chicos, en la calle. En la Ayacucho y la 20, orgullosamente en el suburbio de Guayaquil", enfatiza con mucho orgullo, porque esos juegos infantiles de sus inicios no han desaparecido de su memoria.

Pese a que el fútbol ocupaba toda su atención, practicó otros deportes como el taekwondo, básquetbol, balonmano y crossfit. Pero nada le hizo tan feliz como colocarse sus guantes y saltar a la cancha.

El arco era lo suyo y jamás probó en ninguna otra posición. En los primeros años de su época colegial jugó en Guayas Estudiantil, donde conoció a Wendy Villón, la entrenadora que le terminó de pulir los aspectos técnicos.

La DT Villón la llevó al club Rocafuerte, donde alcanzaron dos títulos nacionales y más tarde, en Unión Española, se volvieron a encontrar y sumaron dos campeonatos más, en los torneos que organizaba la Federación Ecuatoriana de Fútbol.

Ese desempeño le permitió ser convocada a la selección nacional por la entrenadora Vanessa Arauz y jugar el Mundial de Canadá, en 2015. Con la Tricolor también disputó dos ediciones de la Copa América, en 2010 y 2018.

Irene reforzó a Deportivo Quito y en 2018 viajó a Colombia para fichar por el Real Cartagena. "Fue una experiencia importante porque la Liga Colombiana es muy buena y competitiva".

Regresó en 2019 para vincularse hasta 2022 en Independiente del Valle, donde además trabajó en el departamento de marketing del club, pues posee una licenciatura en diseño gráfico.

"Ahora soy una 'guerrera alba' y es aquí donde quiero aportar toda mi experiencia. He pasado por cosas complejas en mi vida, a los 15 años perdí a mi madre, así que empezar retos grandes como este, no me da miedo".

Así de firme es Irene. Con mucha personalidad dentro y fuera de la cancha. El año pasado atajó tres penales en una definición ante Deportivo Cuenca, en un torneo amistoso de preparación. El marcador final fue 4-1.

En 2019 le atajó otro penal, esta vez a Carina Caicedo, del club Ñañas, en un partido de semifinales de la Superliga femenina.

Afuera de la cancha, a través de las redes sociales, se muestra como la mujer luchadora que es. Brinda consejos de nutrición y buena alimentación; consejos de empoderamiento y perseverancia, porque afirma, "la píldora mágica no existe, trabajo duro y dedicación".

Creció admirando las atajadas de José Francisco Cevallos en Barcelona, Liga de Quito y en la Tricolor. Otros referentes son el belga Thibaut Courtois, el italiano Gianluigi Buffon, el costarricense Keylor Navas y el español Iker Casillas.

"Miro sus habilidades y las trato de incorporar a mi juego porque la posición de arquero va evolucionando. Ya no está solo bajo los tres palos, ahora es más líbero, debe dominar el balón con los pies y saber ordenar a sus compañeros".

Esa tendencia del arquero que sale con balón dominado hasta fuera del área la está aplicando, aunque ya le ha costado recibir uno que otro gol.

"Nosotros convivimos con el error. Es un puesto complejo y duro porque tenemos que pensar más rápido que el resto".

Irene Tobar, arquera de Liga.

Aún no ve el retiro del fútbol, pero si llega el momento no piensa alejarse de este deporte. Ya planifica un emprendimiento personal para guiar a las más pequeñas, para que disfruten del fútbol como una alternativa profesional mejor estructurada.

Por el momento está concentrada en el nuevo proyecto que lidera la entrenadora Jeny Herrera en Liga de Quito: superar la instancia de semifinales y poder disputar este año el título de la Superliga.