El pádel llegó a Ecuador en 2016 y se convirtió en una pasión
Es el deporte de mayor crecimiento a nivel nacional y mundial en la última década. Hace tres años había siete canchas en todo el país. Actualmente, se registran más de 150.
Parte de la selección ecuatoriana masculina y femenina de pádel, durante una sesión de fotos en 2022.
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"Los 'padeleros' tenemos un dicho: una vez que empiezas a jugar, no lo puedes dejar", dice Carlos Luna, uno de los mayores exponentes del pádel a nivel nacional.
El despunte de esta disciplina en Ecuador se generó durante la pandemia del Covid-19. La fiebre del pádel empezó en Quito, con canchas en los valles de Cumbayá, Tumbaco y Puembo.
En esa zona ya existen más de 60 canchas y en Quito se calculan alrededor de 100. Y con el paso de los días ese número se incrementa, al igual que en otras ciudades, como Manta, Guayaquil, Latacunga, Ambato, Cuenca y Portoviejo.
César Vaca trajo el deporte al país en 2016. Junto a su hermano, Hernán y sus sobrinos Andrés Raad Vaca y Esteban Sánchez Vaca fundaron Q-Pádel. También son socios Nicolás Lalama y Christian Thobo.
Vaca arrancó con dos canchas en el El Potrero de Cumbayá. Hoy tiene cinco.
"Trajimos todo de Europa, equipos, tecnología, hasta la arena del piso. Nos creían locos", recuerda César. "Solo te diviertes desde la primera vez que juegas. Es adictivo".
"Jugué por primera vez en Buenos Aires con unos amigos y nos encantó. En Ecuador no había canchas, pero un amigo nos invitaba los viernes a jugar en su casa. La afición nació ahí. Íbamos unos veinte y cada vez llegaban más", recuerda.
La ventaja del pádel es que pueden participar hombres y mujeres de todas las edades. En las canchas se vive un ambiente distendido y relajado. Más allá de lo competitivo, nunca falta una risa o una broma.
Actualmente, existe una comunidad de unas 4.000 personas que lo practican regularmente en el país.
Eso ha provocado que se abran cada vez más academias y canchas, lo cual "es bueno para el deporte, poco a poco caes en sus redes", reconoce Vaca.
Pablo Dávila, uno de los primeros jugadores profesionales y propietario de Green Pádel, considera que parte del éxito del deporte en Ecuador se debe a la llegada de entrenadores y jugadores de otros países como Argentina y España, con el objetivo de elevar el nivel de los ecuatorianos.
Su propagación dio paso a la creación de la Asociación de Pádel de Pichincha (APP), que está avalada por el Ministerio del Deporte, afiliada a la Federación Internacional y cuenta con el apoyo de la American Padel Federation; así ha adquirido aún más relevancia y prestigio.
Gracias al trabajo del director de la APP, Mario Villacreses, solo en este año se han desarrollado siete torneos nacionales en cuatro ciudades diferentes.
Además, la selección masculina disputará su primer Mundial, del 31 de octubre al 5 de noviembre de 2022, en Dubai. El equipo tricolor marcará un hito. Antes, solo había participado en los Juegos Panamericanos de México, en 2021.
Mientras que en la rama femenina, la selección jugó la clasificación al Mundial en agosto de este año, pero no logró el objetivo. Ecuador perdió ante Chile y Uruguay.
El argentino Mario Zayas, entrenador de la selección masculina y femenina, comenta que los directivos están trabajando para convertir a la APP en una federación nacional.
Así obtendrían el apoyo económico del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE) para gastos en competencias.
El pádel cuenta con más de 65 federaciones en distintos países reconocidas por la Federación Internacional de Pádel (FIP), entre estas Ecuador.
El crecimiento de este deporte ya llama la atención incluso del Comité Olímpico Internacional, para su posible inclusión en el programa olímpico.
Félix Salazar se desempeña como administrador y gerente de clubes de pádel desde hace cuatro años.
Coincide en que la presencia de entrenadores extranjeros elevó el nivel del deporte y que Ecuador ya está en el mapa mundial del pádel.
Eso, añade Salazar, se evidenció en 2020, cuando el español Alejandro Galán (número uno del mundo) visitó Quito y disputó una exhibición junto a Juan Mieres.
El pádel se originó en México a inicios de la década de los 60. Su inventor, Enrique Concuera, se inspiró en sus deportes favoritos: el frontón y el tenis.
Así inventó el deporte y construyó la primera cancha en todo el mundo. Se popularizó en 1990 en Argentina y España y luego se regó hasta convertirse en una fiebre mundial.
Estados Unidos, otro punto de expansión
El sector del pádel aspira a contar con 10 millones de jugadores en Estados Unidos para 2030. Cada vez llama más la atención no solo de toda la población, sino también de grandes inversores.
Lo que comenzó en lugares con población de origen latino, como Miami u otras ciudades del sur de la Florida, es ahora una actividad cada vez más demandada por ciudadanos estadounidenses que han conocido y se enamoraron, de este deporte.
Según dicen estudios de mercado, sólo con garantizar que las canchas estén llenas de 17:00 a 21:00 de lunes a viernes, el negocio ya es rentable. Y es que jugar al pádel en Estados Unidos no es barato, el gasto medio por partido que tiene un jugador aficionado es de USD 35, únicamente en concepto de alquiler de la cancha.
Algunos clubes ya ocupan el ranking de popularidad en grandes ciudades, como el ‘Padel Haus’ de Brooklyn en Nueva York, primer centro de este icónico lugar, con cuatro pistas profesionales y un coste de membresía de USD 150 al mes, previo pago de USD 490 matrícula.
La competición se traslada también hasta los despachos de inversionistas que protagonizan una carrera frenética por encontrar locales en los que poder construir pistas y abrir clubes que satisfagan la demanda creciente de los practicantes de este deporte.
Incluso potentes fondos de inversión internacionales están comprando clubes ya existentes. Uno de ellos, Open Padel, en la localidad de Miramar, junto a Miami, recibió una propuesta del doble de su inversión inicial para adquirir los derechos de explotación del negocio, cuando todavía no habían abierto sus puertas.
El atractivo del pádel como negocio para los inversores está en el constante crecimiento, que cuenta actualmente con una industria de USD 600 millones, practicado además por un abanico de edad muy amplio entre 25 y 55 años, entre los cuales además el 50% son mujeres.
*Esta nota se escribió en colaboración con Jorge León, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito.
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