Fausto Grillo llegó a Universidad Católica para brindar solidez
El equipo 'camaratta' tuvo altas y bajas en el aspecto defensivo durante la primera parte del torneo. Pero en la segunda etapa, el 'Trencito' ha recibido apenas dos goles y Fausto Grillo ya fue elegido como el jugador más destacado en una jornada.
Fausto Grillo, durante una entrevista con PRIMICIAS en el complejo de la Universidad Católica.
Armando Prado / PRIMICIAS
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“Llegué hace poco, no sé si ya cumplí un mes, aún estoy en ese proceso de adaptación a este nuevo fútbol, pero muy contento y agradecido al club, al país y a mis compañeros”, dice Fausto Grillo, zaguero de 30 años, quien nació en Bariloche en la Patagonia argentina.
Salió con 11 años a Buenos Aires. Se formó en Boca Juniors y debutó en el fútbol profesional con Vélez Sarsfield, dos clubes que dejaron huella en su carrera.
Después de jugar cinco años a nivel profesional en Argentina, dejó su país para probar suerte en el exterior. En 2018 fichó por el Göztepe SK de Turquía. Un año después cambió de equipo y se fue al Trapani Calcio de la segunda división de Italia.
En 2020 otra vez armó maletas y se enfundó la camiseta de Volos NFC de Grecia donde estuvo dos temporadas.
En 2022 jugó en el O’Higgins de Chile. En 2023 estuvo en el Ibiza, en España, donde fue observado, a través de las transmisiones por TV, por el entrenador Igor Oca, que lo trajo a Universidad Católica.
Fausto Grillo tiene importantes hábitos de vida que los complementa a su profesión de futbolista. Por ejemplo, le gusta preparar sus propios alimentos. “Salmón con ensalada de brócoli y coliflor. A la mayoría no le gusta”, dice.
Cumple dietas de desayuno intermitente y le gusta saber el peso exacto de calorías en cada una de sus comidas. Por eso, aún no degusta la comida ecuatoriana, algo cargada en calorías.
Lee libros de liderazgo para tener una mayor comunicación con sus compañeros de equipo y también de autoayuda.
¿Qué le hizo dejar España y fichar por Universidad Católica?
Me gusta conocer los distintos tipos de fútbol y de países. Es el séptimo país donde me toca jugar y la verdad, me llamó la atención cómo está creciendo el fútbol ecuatoriano.
La Selección fue al Mundial y dio competencia. Los clubes como Independiente y Liga de Quito juegan internacionalmente y no solamente van a presentarse, sino que compiten y ganan títulos.
¿De lo que ha visto, es cómo se imaginó?
Sí. Es un fútbol que requiere de una gran preparación física, por todo el desgaste. El cuerpo está a prueba constantemente porque un fin de semana se juega en la altura y al otro vas al llano con una humedad increíble, eso no me había pasado.
He estado en países con las estaciones muy marcadas, me ha tocado jugar con nieve, pero no en ciudades con mucho calor y humedad, y luego cambiar a ciudades de altura, eso influye al momento de la adaptación.
¿Cómo lo han recibido en Universidad Católica?
Me gusta cómo se genera una familia dentro del club. Fui a entrenar al gimnasio en la mañana y estaban los chicos de la Sub 13 y Sub 12. ‘Facu’ Martínez, el capitán del equipo, conoce los nombres de todos los chicos, me comenta cómo juega cada uno.
El otro día nos quedamos a verlos jugar, es de esas cosas que me gustan, ver el crecimiento de los jóvenes y más teniendo ejemplos como los jugadores ecuatorianos que salen a Europa en unos montos increíbles.
Usted nació en Bariloche, ¿cómo es el fútbol en la Patagonia?
Bariloche es un pueblo muy frío, ubicado en el sur de Argentina y el fútbol no es algo principal porque como nieva en el invierno es muy difícil mantener los campos, que son todos de tierra.
Yo tenía condiciones futbolísticas, pero no las podía explotar. A los 11 años partí para Buenos Aires a la residencia de Boca Juniors en búsqueda de un sueño, que hoy puedo decir, que lo cumplí.
¿Usted era un niño en una gran ciudad?
Fue un proceso duro, me encontré muy chiquito viviendo en una residencia con muchos chicos de distintas provincias. Fue a los 15 años, que es una edad crítica creo yo, porque empiezas a verte con mujeres, a ir a los boliches, a salir a las discotecas.
Tuve compañeros con muchas condiciones que se distrajeron de su carrera. Yo siempre estuve estricto en ese sentido, salí de Boca Junior, fui a Vélez Sarsfield, un lugar donde te apadrinaban los jugadores más grandes del equipo. Crecí en ese club, debuté con el primer equipo, jugué por cinco años y luego fui a Turquía, mi primera experiencia fuera de Argentina
¿Quién fue su padrino en Vélez?
Tuve a varios, Sebastián Domínguez, campeón en cinco ocasiones, un marcador central que me enseñó cómo jugar en mi puesto. Hernán Pellerano, que jugó acá en Liga de Quito. Con él tengo todavía una relación bárbara, fue de los mejores compañeros que me ha tocado y a quien le consulté antes de venir al fútbol ecuatoriano. También hablé con Ezequiel Piovi, con él y su hermano estuvimos en las inferiores de Vélez.
¿Le gustaría apadrinar a alguien en Universidad Católica?
Sí, claro. De a poco me voy juntando con los chicos, hay quienes se acercan a preguntar cómo es vivir afuera, cómo es el fútbol, qué diferencias notan entre un fútbol y otro. No me gusta ser invasivo e ir directamente a los chicos. Voy de a poco.
Después de los entrenamientos, ¿qué hace en su tiempo de descanso?
Soy muy 'enfermito' del fútbol, me gusta ver todo tipo de torneos, en cualquier categoría. Me gusta ver los partidos de la Champions League y los de la Copa Libertadores. Cuando estaba en Europa me tocaba ver a las tres o cuatro de la mañana.
Miro para aprender de los futbolistas que juegan en mi puesto. Me gusta mirar información de los rivales, conocer a los jugadores a los que voy a enfrentar, saber con qué pierna realizan los remates. Me gusta ver documentales y leer.
¿Qué tipo de lectura?
Soy de leer mucho, dependiendo de los momentos. Leo libros de finanzas, en el auto escucho audiolibros, me gustan los libros de liderazgo para poder comunicarme con los compañeros porque no todos se manejan de la misma forma, hay algunos chicos a los que tenés que hablarle de una forma y a otros, diferente.
¿Cómo aprenden los defensas a convivir con los errores?
Trabajo con un 'coaching' una vez por semana. Cuando era más chico no lo toleraba, hoy ya con 30 años me di cuenta que es parte del juego. Uno va a tener aciertos y desaciertos, errores y virtudes, y el rival también. Debes aprender a salir de eso pronto porque uno siempre absorbe más lo negativo y se queda. Del error se aprende porque no lo haces con esa intención.
¿En este mundo nómada que ha tenido, qué papel juega la familia?
Es muy importante. Desde que me inicié, mi familia me brindó todo el respaldo. Mi novia, Soledad, me ha acompañado a todos los países donde me tocó jugar. Sabe mucho de fútbol, le gusta ver y es mi primera crítica. Además, juega fútbol, también es defensa, aunque me gustaría que juegue más adelante. Me gusta acompañarla y verla jugar.
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