Ezequiel Piovi es el futbolista de las travesías y de los tatuajes
El fútbol siempre pide acción. El mediocampista de Liga Deportiva Universitaria aplica esa premisa no solo en la cancha, sino también fuera de ella, cuando el balón parece detenerse.
Ezequiel Piovi sonríe con su uniforme de Liga en el Complejo de Pomasqui, en Quito, en marzo de 2022.
Armando Prado
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"Hice las formativas en Vélez Sarsfield (Argentina) pero no pude debutar en primera categoría. Salió la posibilidad de ir a un equipo de Italia y me fui", recuerda Ezequiel Piovi, actual capitán de Liga Deportiva Universitaria (LDU).
Ante la lesión del guardameta Adrián Gabbarini, Piovi heredó el brazalete de capitán del equipo. Se ha convertido en un hombre clave en la 'U' por su posición en la cancha.
Se ubica en el medio campo para reforzar las tareas de recuperación de balón. El argentino se convierte en la aduana, en el elemento que distribuye la pelota al compañero mejor ubicado.
Piovi, que en agosto cumplirá 30 años, es el encargado de marcar las transiciones rápidas y los pases de gol.
"Me siento bien en esa posición dentro del sistema del equipo. Es lo que uno necesita para rendir mejor", dice.
Ezequiel Piovi llegó a Liga en 2020, justo cuando empezó la pandemia de Covid-19 y cuando los aeropuertos del mundo se cerraron.
Viajó de Buenos Aires a Cancún y de allí a Houston (Estados Unidos). Llegó a Quito después de 27 horas de vuelos y de trasbordos. "Era lo único que había".
En Liga de Quito, el futbolista argentino encontró un club con proyección internacional por la participación en Copa Libertadores y la Copa Sudamericana.
Hasta que llegó a la 'U', Piovi no había debutado aún en los torneos más importantes del continente.
En la Copa Libertadores 2020 disputó cuatro partidos y en 2021 otros cuatro. Ese año también jugó la Sudamericana, donde sumó seis encuentros más.
En 2020, el mundo del fútbol aprendió a jugar con los graderíos vacíos, una realidad a la que Ezequiel no se acostumbró jamás.
Lo bonito que tiene el fútbol es la pasión de la gente que va al estadio. Era aburrido jugar en una cancha sin público.
Ezequiel Piovi.
Con Liga ya celebró su primer título. Fue la Supercopa Ecuador tras vencer a Delfín de Manta, en la primera fase, y a Barcelona, en la final.
"Ya levanté un título, espero que vengan más" porque, dice, pertenece a un club de jerarquía.
Las largas travesías
Ezequiel Piovi es el futbolista de las travesías largas. En 2013 viajó a Italia para jugar en el Messina, inicialmente por tres años, pero se quedó solo uno.
"Tuve la suerte de debutar en Primera división, que era lo que quería. Luego no pude continuar y regresé para Argentina", relata.
De ese paso aprendió mucho del fútbol táctico y de las diferentes estrategias defensivas, dos características del balompié 'azzurri'.
"En Sudamérica prima más el fútbol de barrio, como decimos en Argentina. Acá tenemos un poco más de pasión".
Antes de venir a Ecuador realizó otra travesía. Fue de vacaciones a Tailandia y llegó luego de 30 horas.
"Fue un viaje que hice con mis amigos, jugamos fútbol en la playa y me gustó todo lo que representaba. Soy fanático del mar", confiesa el capitán.
Tomó la fotografía de un atardecer que plasmó luego en la pantorrilla de su pierna derecha, gracias a un tatuaje que empezó a tomar forma en su país y culminó en Quito, cuando se convirtió en jugador de Liga.
No es el único tatuaje que tiene. Escribió en su piel frases de dos canciones de la 'Vela Puerca', una banda uruguaya de rock de la que es admirador.
En su torso lleva escrito 'Un sueño que lleva los hilos' y que Piovi lo relaciona con su vida. "Mi sueño era jugar al fútbol".
En su brazo izquierdo escribió las frases 'Somos del que lo hace por amor' y 'Lleno de vida, lleno de magia'. Piovi lo traduce en lleno de vida y de amor por el fútbol.
En Quito vive con su novia, Macarena, con quien ha podido visitar otras ciudades como Ibarra y Ambato. Les encantan el cebiche y el locro de papa. Cuando se trata de comidas y de experiencias "soy de probar mucho", dice.
Desde la capital ecuatoriana sigue los partidos de su hermano Gonzalo, quien juega en el legendario Racing de Avellaneda.
"Con mi hermano tengo una gran relación. Compartimos la misma pasión que es el fútbol. Siempre estamos pendientes el uno del otro".
Compartió la felicidad de Ecuador por su clasificación al Mundial de Catar y aplaude los proyectos de divisiones formativas que llevan adelante los clubes del país.
"El fútbol ecuatoriano ha crecido mucho. Me alegra estar en un país donde los campeonatos son de calidad", declara.
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