Esteban Paz: "No vivimos de la historia, trabajamos para repetir ese título"
El dirigente de Liga de Quito recuerda la tensión, los nervios, la ilusión y el miedo que provocó la definición de la Copa Libertadores, que la levantó en el estadio Maracaná.
Esteban Paz posa con una réplica del trofeo de la Copa Libertadores y un libro de su padre, en Quito.
Armando Prado
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No hubo necesidad de abrir el álbum de recuerdos porque cada día, cada partido disputado, cada emoción vivida están en su memoria.
Hace 15 años, Esteban Paz buscó los brazos de su padre, Don Rodrigo, para festejar el título de la Copa Libertadores que habían logrado con Liga Deportiva Universitaria, aquella noche del 2 de julio de 2008, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
"Es la felicidad más grande que me ha dado el deporte", dice el dirigente, hincha de Liga desde su nacimiento, porque en la familia Paz, la 'U' está en el corazón.
Saboreó esa consagración porque la semana previa a la gran final hubo miedo. Miedo al fracaso, a la frustración de perder una final, a desaprovechar la oportunidad de levantar la Copa Libertadores.
"Ese miedo se transformó en energía motivadora para trabajar en la logística, para aislar a los jugadores de la presión mediática y para disfrutar de los momentos que vivíamos", como les pidió el gran Edgardo Bauza.
Liga se coronó campeón de la Copa Libertadores en el estadio Maracaná, escenario de grandes capítulos de la historia del fútbol mundial y en este caso particular, del fútbol ecuatoriano.
15 años después de aquella gesta deportiva, Esteban Paz siente que Liga de Quito dio ese salto de calidad que le hacía falta al fútbol ecuatoriano.
La 'U' completó cuatro años de estar en la cima del fútbol Sudamericano, estuvo presente en torneos donde ningún otro club del país lo había hecho antes: se enfrentó al Manchester United de Inglaterra, en el Mundial de Clubes, y al poderoso Real Madrid de España, en la Copa de la Paz.
¿Qué significó para Liga Deportiva Universitaria ganar la Copa Libertadores en 2008?
Es un orgullo enorme que todos los liguistas tenemos. Somos el único equipo ecuatoriano que ha ganado la Copa Libertadores y es el reto para que los otros clubes busquen alcanzar un título así.
Toda la vitrina que ganamos en esos cuatro años, nos puso en una posición estelar. A nivel de Sudamérica, ocupamos el primer lugar por sobre River Plate y Boca Juniors, antes eso era impensado.
A nivel mundial, estuvimos en los puestos 8 y 10, fue una etapa de muchísima exposición que muchos no la dimensionaron, fue sensacional. Cuando íbamos fuera del Ecuador, todo el mundo nos reconocía, la Liga de Ecuador.
También hubo secuelas negativas como reacción de la hinchada, ser segundo en un torneo ya no le alcanza, competir no le es suficiente, y es el sentimiento normal del ser humano, la superación, la ambición de ser mejores. No vivimos de la historia, trabajamos fuertemente para repetir ese título.
¿Qué le brindó al fútbol ecuatoriano ese primer título internacional de Liga de Quito?
Que los equipos confíen más en sus procesos, en su capacidad. En armar plantillas adecuadas para competir a nivel internacional. Los clubes tienen un mejor recurso humano porque trabajan en las categorías formativas, los chicos tienen un mejor desenvolvimiento cuando llegan a primera división. Estamos exportando talento, contamos con jugadores con mejor formación y calidad, tenemos donde escoger para competir a nivel internacional.
Ese trabajo de los clubes se visibiliza en la clasificación a los Mundiales, no solo con la Selección Nacional en la categoría de mayores, también en las categorías juveniles. Son secuelas y consecuencias de todo lo que se ha hecho.
Pero también hubo secuelas negativas, como Deportivo Quito, que exacerbó sus presupuestos, era el equipo que más pagaba a los jugadores, más que Barcelona y Liga, eso causó una inflación muy grande en el fútbol ecuatoriano.
¿Liga se volvió un referente de Sudamérica?
Fue un proceso fantástico. Ese año jugamos el Mundial de Clubes en Japón y en la final enfrentamos al Manchester United, después de haberle derrotado al Pachuca de México.
No llegamos en las mejores condiciones porque nuestros jugadores empezaron a ser requeridos. Joffre Guerrón se fue al Getafe de España, intentaron llevarse a Damián Manso y Fluminense quería al 'Pato' Urrutia.
¿Por eso llegó la invitación a jugar contra Real Madrid?
Fue increíble, perdimos (4-2), pero jugando al ataque, no la vamos a dejar de recordar. Tengo una anécdota en ese partido, en la suite de honor del Santiago Bernabéu me senté junto a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. En el estadio había tantos ecuatorianos que Florentino le preguntó a su vicepresidente si estaban jugando de visitante, porque era impresionante la fuerza de nuestros hinchas.
No se llenó el estadio, porque las tribunas altas estaban en readecuación, pero las dos plateas bajas estaban llenas con más hinchas ecuatorianos que españoles.
¿Por qué, después de 15 años, el fútbol ecuatoriano no ha vuelto a conquistar una Copa Libertadores?
Por el nivel de competencia, pero creo que estamos muy cerca de lograr una nueva Copa Libertadores. A nivel sudamericano nos respetan, nuestro torneo supera a las Ligas peruana, chilena y paraguaya. Nos queda competir con Argentina y Brasil, que están dos pasos más arriba. La estabilidad de nuestra moneda nos da una capacidad económica para armar mejores planteles.
¿Por qué el respaldo a Edgardo Bauza cuando todos los domingos la hinchada pedía su salida?
Por la imposición y la terquedad de Don Rodrigo Paz. Con la mayoría de los dirigentes veíamos que el trabajo de Bauza no se visibilizaba en los resultados y no siempre es así, el trabajo si es bueno, adecuado y sostenido, tarde o temprano va a dar resultado, y eso nos inculcó mi padre.
"Si se va Bauza me voy yo, y si se va Bauza, ustedes pagan por el entrenador que venga porque no tenemos plata". Después de escuchar esa posición de mi padre, nadie más opinó.
¿La dirigencia le dio todos los jugadores que pidió Bauza para conformar el grupo que gano el título?
Siempre nos hemos caracterizado por darles a los entrenadores todo lo que nos han pedido, dentro de un marco normal y lógico. En 2006 armamos un gran plantel con Ariel Graziani, Elkin Murillo, Álex Aguinaga, Roberto Palacios, Edison Méndez, era un equipo deslotado, que se eliminó pronto de la Copa Libertadores, pero nos quedó esa sensación que con un buen plantel, podíamos llegar.
Se marchó Juan Carlos Oblitas y llegó Edgardo, que se quedó con la base de algunos jugadores, que ya tenía el club, como Bieler, el 'Beto' Araujo y el 'Pato' Urrutia. Llegó Enrique Vera, pese a las críticas de la hinchada. Nos pidió a otros jugadores: Damián Manso, que venía de Grecia, pero lesionado y a José Francisco Cevallos.
¿Cómo convenció a su padre de contratar a José Francisco Cevallos, quien no era de su agrado?
Tuvimos una discusión abierta en la que me decía que cómo iba a incorporar a un antagonista de Liga. José Francisco estaba muy relacionado con Barcelona. Yo veía más allá, mi intención era armar un equipo que nos dé esa solidez y esa jerarquía para competir afuera.
Durante la presentación del equipo de ese año, José Francisco tomó la palabra y dijo que con un poco de suerte podíamos ser campeones de la Copa Libertadores, esas palabras aparecieron en el marcador electrónico, como un presagio de lo que finalmente sucedió.
¿En qué momento se dieron cuenta de que el equipo estaba en condiciones de pelear por el título de la Libertadores?
En los octavos de final. Enfrentamos a Estudiantes de la Plata (Argentina), que fue armado con la 'Bruja' Verón para ser campeón de la Libertadores. Ganamos 2-0 de locales, bien y perdimos 2-1 de visitante, con un buen trabajo.
Era un equipo suelto, que mantenía un esquema sostenido en la cancha, cuando recibía un gol no se desarmaba. Jugar en Quito es una ventaja, por la altura, pero de visitante teníamos un rendimiento similar, ahí me di cuenta de que ese equipo estaba para grandes cosas.
¿Cómo se manejó al grupo 'casa adentro' para las finales contra Fluminense?
Ganamos 4-2 de locales, un marcador que era impensable. Pero pasamos de una pasión desbordante de ganar 4-1 en el primer tiempo a salir desinflados, porque en el segundo tiempo no marcamos y recibimos un gol, terminamos 4-2.
Salimos preocupados, lo que fue bueno para evitar sentirnos campeones. Nos enfocamos en refrendar todo lo que habíamos hecho hasta el momento en el Maracaná y la verdad, esa semana me invadió el miedo a perder esta posibilidad de ganar la Libertadores.
¿Miedo?
Sí. Sabemos que dentro del fútbol se puede ganar, empatar o perder, podíamos perder y desaprovechar esa enorme posibilidad que teníamos. Sentíamos miedo a fracasar y era normal, pero eso también nos dio mucha energía para trabajar. Esa semana hicimos muchos videos motivacionales para los jugadores, hicimos un sinnúmero de tareas para que todo esté cubierto en la logística. Fue una semana de mucho trabajo y presión para todos.
Llegamos a Río de Janeiro, el equipo estaba distendido, con los nervios normales, pero felices de jugar esa final. Edgardo le transmitía seguridad y tranquilidad al grupo.
¿Edgardo Bauza en qué se enfocó antes de la final?
Estaba preocupado, pero muy ilusionado por la ventaja de haber ganado de local. Nos pidió aislar al equipo de la presión mediática, la hinchada se había congregado alrededor del hotel donde estábamos. A Río llegaron varios hinchas, hubo muchos vuelos chárter con hinchas que estaban ilusionados.
Un día antes de la final, el equipo se entrenó, estaba feliz y tranquilo. En el camerino, antes de salir a la cancha, Edgardo les dijo que disfruten del partido, que estaban haciendo historia, que disputar una final de una Copa Libertadores no era fácil, y los jugadores le escucharon, en la cancha se vio a un equipo con convicción.
De esa ventaja en Quito al empate de la serie, ¿cómo fueron esos momentos?
Hubo muchas emociones. Empezamos ganando y eso nos dio la tranquilidad para manejar un partido muy difícil, pero después del 3-1 todo se definió en los penales. Apareció otra posibilidad de que se nos escape el título.
José Francisco atajó el primer penal, respiramos un poco, pero luego Jairo Campos, falló, nos volvimos a contraer. Siempre con la tensión de que todo podía pasar, muchos nervios y tensión. Después, cuando ganamos, sentí el júbilo más grande de mi vida en el deporte.
Don Rodrigo Paz no viajaba con el equipo por alguna condición de salud, pero sí lo hizo para la final ¿Cómo lo convenció?
Esta vez tenía que estar con nosotros. Le dije que era la cabeza de este equipo y viajó para vivir todo ese júbilo desbordante. Hubo un sentimiento de satisfacción por todo el esfuerzo realizado, en el caso de él, después de 50 años de estar con Liga y en mi caso, de 15 años.
Vivimos juntos con ese bichito del miedo a perder, del dolor que pudo provocar perder una final de esta magnitud. Estábamos en una suite, delante estaban los fanáticos del Fluminense que mojaron papel periódico y lo pegaron en vidrio para que no viéramos los penales. Cuando ganamos, no hice más que lanzarme a mi padre, pareció que estábamos pisando en las nubes, porque todo parecía un sueño.
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