Así fueron la emoción y la euforia para una hinchada fiel que regresó
Hubo expectación y sonrisas, por la pasión que nunca dejaron de sentir pese a los 574 días en que el Estadio Banco Pichincha permaneció en silencio: sin el latido amarillo en los graderíos.
Los hinchas de Barcelona regresaron al Estadio Banco Pichincha, después de 574 días, para presenciar la semifinal de la Copa Libertadores, ante Flamengo, el miércoles 29 de septiembre de 2021.
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El partido entre Barcelona y Flamengo de Brasil, por las semifinales de la Copa Libertadores, fue el día del reencuentro.
El día de volver al rito de vestir de amarillo para gritar desde los graderíos. “Hay emoción, ansiedad. Volvemos a nuestro lugar, al sitio a donde veníamos cada semana”, repetían una y otra vez los hinchas mientras caminaban presurosos.
Los seguidores de Barcelona llegaron a Guayaquil desde El Carmen, desde Manta, desde Santo Domingo de los Tsáchilas.
También los había de Quito, de Ambato, de Tulcán y sus alrededores. Luis Carchi incluso viajó desde Miami (Estados Unidos) para alentar a Barcelona en las tribunas: no lo llamó lujo, lo llamó pasión.
Luis Carchi viajó desde Miami para estar en la tribuna amarilla, no lo llamó lujo, lo llamó pasión.
Para Eduardo Pozo fue un partido especial. El Covid-19 le quitó amigos y familiares con los que iba al Coloso. "Estamos aquí para respaldar a Barcelona hasta cuando Dios me dé vida", dijo emocionado.
Jonathan Israel viajó desde Loja a Guayaquil para pisar de nuevo el Estadio Banco Pichincha. Para él "la emoción es inexplicable".
Bastaron pocas horas para que el Coloso dejara de ser solo cemento. Tomó el color, el brillo y el alma como hace un año y medio. Latió de nuevo y también lloró.
Claribel Jiménez cayó embargada por la emoción. Subió cada grada con la alegría de sus 19 años. Parecía su primera vez en el estadio.
El reencuentro también fue con los amigos, con los compañeros de barra a los que la pandemia distanció. Fue el reencuentro con las bromas y el chiste fino.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su libro ‘Cuentos de fútbol’ describió al hincha como la razón de ser del fútbol y de su pasión. "Es lo más puro que le queda a este deporte", aseveró.
Los hinchas de Barcelona, en el día del reencuentro lo confirmaron. Franco Bravo, que viajó desde Santo Domingo de los Tsáchilas, y los casi 11.000 aficionados que llegaron al Coloso de América, cumplieron sin reparo con las nuevas exigencias sanitarias.
La nueva normalidad para los estadios exige que los boletos sean adquiridos a través de plataformas virtuales. Una facilidad para los que no viven en Guayaquil y una innovación a la que, poco a poco, deberán acostumbrarse.
No se vendieron boletos el día del partido como tampoco comida. Desaparecieron las ventas ambulantes de comida y los goles se gritaron bajo la mascarilla, porque su uso fue obligatorio antes, durante y después del partido.
No se permitió el ingreso de banderas, ni de pitos ni bengalas. Por ello vestir de amarillo fue lucir una 'bandera con mangas', como aseguraba el escritor argentino Roberto Fontanarrosa, ferviente hincha del fútbol.
Desaparecieron las ventas ambulantes de comidas y los goles se gritaron bajo la mascarilla.
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