Arella Jácome y la dinastía futbolística de los leones blancos
El apellido Jácome no es su única herencia. Está la afición al fútbol y el amor a Liga Deportiva Universitaria de Quito. El liderazgo en el equipo, el dejarlo todo en la cancha. Exigirse al máximo.
Arella y Santiago Jácome posan en el museo de Liga Deportiva Universitaria, en el estadio Rodrigo Paz Delgado, el miércoles 1 de diciembre de 2021.
Armando Prado
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Santiago Jácome tenía 13 años cuando ingresó a las formativas Liga. Jugó durante 20 años con la 'U' en el corazón y desde de su retiro, hace 14 años, se desempeña como gerente deportivo del club del que se hizo hincha con solo 11 años de edad.
El fútbol que vivió y lo hizo vibrar desde la cancha hoy lo emociona desde las gradas, cuando apoya a su hija Arella, de 17 años.
Ella ha sido seleccionada nacional desde los 13 años y ha jugado con Liga de Quito las tres ediciones de la Superliga de fútbol profesional.
Arella es la segunda capitana de la 'U' y viste la camiseta con el dorsal 10 en la Selección ecuatoriana.
Santiago ocupaba el puesto de zaguero. Sus 1,70 metros de estatura le fueron suficientes para disputar balones en el área con delanteros más altos y más corpulentos.
Se distinguía por derrochar talento y por su imbatible espíritu guerrero. Por algo le decían el 'León Blanco'.
Mientras que Arella prefiere el medio campo. Es una volante ofensiva con gol. En Liga es la encargada de ejecutar los tiros libres y los penales, dos remates que requieren de mucha técnica, entrenamiento y repeticiones para que el movimiento se torne natural.
Santiago se ha convertido en su entrenador personal y con quien más reflexiona después de cada partido, lo bueno o malo porque ella quiere llegar lejos con la Selección y jugar por un club del exterior.
“El fútbol es parte de la familia. Mis hijos crecieron en este entorno, venían al estadio los días en que había partidos, y al complejo de Pomasqui los días de entrenamiento”, dice el papá 'León', nacido en Quito hace 48 años.
Santiago Jácome se hizo hincha de Liga cuando fue al estadio Atahualpa al partido de despedida del eterno Polo Carrera.
Ese día quedó impresionado porque la hinchada pintó de blanco el escenario y a su ingreso al estadio recibió dos tablitas para que animara al equipo con la barra.
"Liga ha sido mi casa, he pasado la mayor parte de mi vida en el club. Liga me dio la oportunidad de jugar al fútbol, así que el fútbol y Liga van de la mano en la familia", dice orgulloso.
Nace una leona
Arella es la primera hija del matrimonio entre Santiago y Groanette Agnalt. Cuando el embarazo se confirmó, el papá no ocultó el deseo de que la criatura que venía en camino fuera niño, porque su sueño era enseñarle a jugar al fútbol.
El hecho de que Arella fuera niña no cambió ese anhelo. "Para los papás, la hija es especial. Y en mi caso, si juega fútbol, es más especial".
Cuando la pequeña tenía solo dos meses de edad, saltó por primera vez a la cancha de Liga, en los brazos de su padre.
Luego le acompañó en varios partidos y varias finales. Ver el balón tan de cerca la motivó a tocarlo, a dominarlo y, finalmente, a jugar.
Ha sido un camino lindo, con mucha gente que la ha apoyado.
En ese grupo está Jeny Herrera, la entrenadora que la proyectó al fútbol profesional en Liga. Los entrenadores del colegio y hasta el mismo Álex Aguinaga, quien le enseñó la técnica de golpear el balón con la parte interior del pie, al ejecutar los lanzamientos libres.
En 2020 y 2021, la joven futbolista marcó verdaderos golazos, los mejores de cada temporada.
El fútbol, la familia
Para Arella, la herencia deportiva no pesa, motiva. "Todos saben la historia de los Jácome en Liga y en la Selección. De la familia recibí los genes futbolísticos", dice la jugadora quiteña, que además cursa el último año de bachillerato.
Y dice sentirse aún más feliz, porque este año, su hermano André ya se entrena con el equipo Sub 16 de Liga.
"Es algo increíble. Estamos en un equipo que representa mucho en la familia". Ahora solo falta que Emma, de 4 años, también defienda la camiseta blanca.
Sí, la palabra que repite es familia. Le gusta llamar por teléfono a su padre y a su madre antes de cada partido, para descargar nervios y escuchar palabras que la llenen de confianza.
Verlos en cada escenario deportivo le trae aliento. Siente seguridad, sabe que el entrenamiento diario lo cumplió a cabalidad.
“Me gusta dedicarles los goles, en especial a mi mamá que es la que siempre está. A veces mi papá por el trabajo no asiste, pero mi mamá me acompaña a todos los partidos”.
Pese a sus 17 años, tiene la madurez que le ha brindado el fútbol para asimilar todo lo que le ha sucedido en los tres últimos años.
Debutó a nivel profesional empezando su adolescencia. "No fue fácil para mis entrenadoras colocar en la cancha a una niña de 13 años para enfrentar a jugadoras de 20 ó 30 años. Pero todas me han llenado de confianza".
Dice que jamás pensó que a su edad iba a cumplir varios sueños, como el de jugar en el estadio Rodrigo Paz, convertido en su casa, su cancha. "Amo este deporte, amo todo el proceso que he vivido".
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