Club Universidad Católica: 60 años de un legado de honestidad

El legado futbolero de Eduardo Galeano es, a no dudarlo, su libro 'Fútbol a Sol y Sombra', en cuyas páginas vertió su pasión por el fútbol.

Al hablar del amor del hincha por su equipo, lo hace con una frase directa y letal, como era el escritor uruguayo: "es lo único puro que le queda al fútbol".

Así de puro es el amor que sienten hinchas, seguidores, directivos, exjugadores y extrabajadores por la Universidad Católica, como don Arturo Iriguan, quien trabajó como utilero durante 42 años.

"Soy hincha de la Católica desde que tuve uso de razón. Fueron muchos años que estuve con el equipo. Descendimos, regresamos, sufrimos bastante para llegar a dónde estamos", dice Arturito, como es conocido.

Hoy es uno de los seguidores del equipo, parte del grupo de hinchas fieles que acompaña a Universidad Católica en los partidos que juega en el estadio Olímpico Atahualpa.

Ayudó a los futbolistas que pasaron por el equipo 'camaratta' desde 1986 hasta 2018, cuando dejó su puesto de trabajo. "Desde el 2014 estamos en torneos internacionales, es la mejor etapa del equipo", añade.

Antonio Arias jugó en Universidad Católica por 11 años. Fue parte de ese grupo de futbolistas que disputó la Copa Libertadores de 1979, ese equipo que se sintió perjudicado por el título nacional que empezaron a festejar pero que luego, la Federación Ecuatoriana de Fútbol, le despojó y determinó la disputa de un partido extra.

"Universidad Católica es todo para mí. Nací y crecí en un equipo de fútbol. Me dio muchas alegrías y satisfacciones. Jugué por 11 años con el equipo de primera y durante seis, trabajé en la institución. Me dio todo lo que hoy poseo", dice el exmediocampista.

Arias viste la casaca de Católica cada sábado o domingo que juega el equipo. Va a la tribuna a alentar como un hincha, con ese amor 'camaratta' que hoy transmite a sus hijos y a sus nietos.

Otro exjugador, convertido en hincha incondicional es Patricio Corrella, quien formó parte de la Católica en las décadas de los 80 y 90.

"El hecho de haber jugado en el equipo hace que lo sienta parte de mi vida y de mi familia. Todos venimos al estadio a apoyar y a recordar viejos tiempos".

60 años de una pasión

Universidad Católica conmemora el aniversario 60 de fundación. El club deportivo nació el 15 de mayo de 1963 en el interior de la Pontificia Universidad Católica y con el auspicio del rector de entonces, el Padre Luis Orellana.

Relata la historia que el equipo de fútbol, conformado exclusivamente por estudiantes, se había consagrado campeón interuniversitario en Guayaquil en 1962.

Los profesores y directivos Carlos Egas y Hugo Albornoz; los clérigos José Rivera y Liborio López, y Gustavo Riofrío, protesorero de la Universidad Católica, propusieron la creación del club para que ese grupo de futbolistas continuara activo.

En 1963, tras la fundación y el reconocimiento jurídico, inició el camino a la Primera A del fútbol nacional. Ese mismo año jugó el torneo amateur. En 1964 el campeonato de ascenso y en 1965 ya ganó el título profesional de Pichincha.

Su mejor año deportivo fue en 1973, cuando logró el vicecampeonato nacional y debutó en Copa Libertadores de América, bajo el mando del recordado Alberto Spencer.

En 1979, con un plantel histórico, también fue vicecampeón, tras una polémica decisión de la Federación Ecuatoriana de Fútbol. En ese equipo, brillaron Washington Méndez, John Landeta, Fausto Carrera, Juan Ramón Silva, Antonio Arias, entre otros.

Luego vinieron años difíciles. La etapa más dura se vivió entre 1992 a 2008 cuando descendió a la Serie B y luego a la Segunda Categoría.

El retorno definitivo a la Primera A lo alcanzó en 2013 y hasta este 2023 ha sido animador de los campeonatos nacionales.

Desde 2014 hasta esta temporada -con excepción de 2018- Universidad Católica disputó las copas Libertadores y Sudamericana.

En estos 60 años, "Universidad Católica es sinónimo de honestidad, transparencia, juego limpio. Es un equipo noble que representa a una institución noble", afirma el jurista Oswaldo Paz y Miño, que va al estadio Atahualpa en compañía de su esposa y su nieto.

Paúl Briz, empresario de la comunicación, heredó de su padre su afición por la Universidad Católica. Ahora transmite ese cariño a su hijo.

"Hemos acompañado al equipo cuando jugó en Segunda Categoría, en la Serie B, donde sea. Es aquello que alegra el fin de semana, es el amor de la vida de uno".

María Sol Muñoz, representante de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) ante el Consejo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), es hincha de Universidad Católica y siempre va vestida de celeste al estadio.

"Por la Universidad Católica he llorado de alegría y de tristeza. Me permitió vivir de cerca el mundo del fútbol profesional", dice la dirigente, que hoy también forma parte de la directiva de la Federación Ecuatoriana de Fútbol.

"No sé cuántos hinchas venimos al estadio, somos pocos, pero querendones del equipo".