Estas son las calificaciones del picapedrero equipo de Ecuador que cayó ante Argentina

Mostró reflejos felinos al atajar un remate de Julián Álvarez, a los 25 minutos. Cuatro minutos después, quiso jugar por abajo con Torres y casi hay un blooper. En el gol de apertura, no pudo achicar el espacio. Por lo demás, respondió con seguridad.

La NASA debe resolver dos misterios. El primero, si una luna de Júpiter posee suficiente agua para que la humanidad viva allá. El segundo, por qué la ley de la gravedad afecta tanto a Ángelo Preciado, que pasa más en el piso que jugando. Para colmo, lo mandan de lateral pero jamás le dio salida al equipo por su costado. Que la NASA lo averigüe, pero ya.

Luchó y fue el más seguro de la defensa. Seguramente extrañó a Arboleda, quien debe estar leyendo la Biblia.

Quiso ser una muralla, pero, en jugadas puntuales, se convertía en alambre caído. Un rebote suyo habilitó a Julián Álvarez para ese remate que atajó Galíndez. El gol de apertura fue por un pésimo despeje suyo. No justificó su titularidad.

Todavía está buscando dónde quedó su cadera luego de que el Cuti Romero se la desarmó en el gol de apertura.

Brusquísimo, parecía más un picapedrero que un finísimo jugador de la Premier League.

Hizo lo suyo, lo de siempre: marcar y pasar para los costados. Sí, como Carlos Gruezo. De paso, le desniveló la mandíbula a De Paul. No pudo ser el acompañante de Moisés Caicedo y por eso, en el minuto 61, lo cambiaron por Gruezo.

Si le dieran 10 dólares por cada balón que pierde, sería millonario.

En este partido fue una especie de Lord Voldemort: ningún relator lo nombró.

Sí, le hizo un túnel a De Paul, pero en general su juego fue muy improductivo. En parte, no fue su culpa, pues recibía más cerca del área de Galíndez que desde la mitad de cancha, que era lo obvio.

Tiene buen pie, pero ponerlo de 9 (o algo parecido) para chocar fue un despropósito. Lo intentó. Y, como Kendry, también debía retroceder demasiado para recibir algún balón. Lo sacrificaron.

El míster se superó con la alineación más rocambolesca desde que comanda a Ecuador. Jugar sin 9 de oficio. Ratonear y apelar al juego brusco, de picapedreros. Ceder al rival la pelota en un 65 % del tiempo. No hay remates del arco. Jugadores en puestos impensados. Los cambios, al menos los del minuto 61, fueron para destruir y no para crear. Cuesta creer que esto sea realmente un ensayo serio para ser protagonistas en la Copa América. Quizás esto haya sido solamente un tinglado para que el DT de la todopoderosa Jamaica tome notas equivocadas. No hay otra explicación.