¡Todo salió mal! Estas son las calificaciones para los jugadores de Ecuador tras la derrota ante Venezuela

No tuvo mayores exigencias en el primer tiempo. Destacó más con sus saques largos, sobre todo tras la expulsión, cuando hizo mejores centros que Ángelo. En el gol de Cádiz, la bola pasó entre el palo y sus manos porque voló tarde, como si fuera un tronco talado que demora una eternidad en caer. En el segundo gol, no tuvo apoyo de los centrales.

Sostuvo un encarnizado duelo con Soteldo. A veces los ganó, y a veces era desbordado. Las peleó todas, pero ya se sabe que la buena actitud no basta.

Seguro por arriba, impuso jerarquía en la primera parte. Pudo ordenar mejor a la zaga en la absurda distracción del gol de Cádiz. Y luego se descuadernó todo en el segundo gol llanero, cuando perdió las marcas. De más a menos.

Tuvo mucho trabajo para contener a los rivales, pero resolvió con seguridad en el primer tiempo.  El segundo tiempo fue un horror. Se distrajo en ese saque lateral que costó el gol del empate. Y en el segundo gol, cuando debió ayudar a Dida, encarnó ese refrán que dice: Tengo abuelita, pero muerta.

No le gusta ser lateral, pero parecía que  estaba firmando un buen cotejo. No obstante, se desgastó y en el segundo tiempo ya regresaba con mucha lentitud, como esos gorditos que corren una vuelta a la manzana y se toman el costado.

Hoy no dio gusto a sus críticos. Seguro en sus jugadas, incluso tuvo una opción de gol. Pero se cansó por su esfuerzo y entonces pasó algo extraño, que sorprendió a todos: no terminó el partido.

Empezó como un Ferrari y acabó como un Andino de 1977.

Está en su mejor momento con la Tricolor. Marcó el gol de apertura gracias a que siguió la jugada y remató con prestancia. Aportó con  recuperación y criterio de salida. Se pintó de amarillo por meter con demasiada vehemencia la pierna para complementar los anticipos de Moisés y Franco. Un crack. Lástima que el equipo esta vez fue un canto a la calamidad.

Fue cruelmente sacrificado tras la salida de Enner, porque hasta entonces estaba cumpliendo su cometido. Mostró velocidad y tuvo una opción de gol. Debió quedarse.

Irónicamene, su gran jugada al minuto 18 terminó en la expulsión de Enner. El míster lo dejó en la cancha tras la expulsión porque apostó por su calidad en los pases. Fue un error, porque a ratos parecía que Ecuador tenía dos menos.

Vergonzosa tarjeta roja. Solo él pudo transformar un balón perdido en una absurda expulsión. Desde su escape en ambulancia no había dejado una cancha de forma tan funesta.

No fue su culpa haber entrado de golpe, para salvar lo insalvable.

Por supuesto, la expulsión de Enner estaba fuera de libreto. Y es verdad que puso el mejor equipo titular posible. Pero el míster no pudo resolver el apremio y, una vez más, sus cambios desmejoraron al equipo. Debió sacrificar a Kendry y no a Yeboah, con mejor estado físico. Apostar al pelotazo hacia Kevin fue grosero. Pero, aunque hubo inferioridad numérica durante 70 minutos, es imperdonable que Venezuela haya hecho el doble de pases que Ecuador y que se haya quedado con la pelota el 66% del partido.