'Beto' Torres traspasa fronteras con una sola mano y dos ruedas
Cada 3 de junio se celebra el Día Mundial de la Bicicleta, en honor a las dos ruedas que ponen en marcha los sueños. Alberto Torres tiene 31 años y desde 2014 recorre América pedaleando.
'Beto' Torres, recorriendo las carreteras durante su visita a Ecuador.
Cortesía
Autor:
Actualizada:
Compartir:
'Beto', como lo conocen sus amigos, es oriundo de Guadalajara, Jalisco. De estatura pequeña, cabello oscuro y mirada sencilla.
Su brazo izquierdo siempre luce encogido, producto de un accidente que sufrió a los cinco años. Esto ocasionó una afectación en su plexo braquial.
Así, con una sola mano, arma carpas, cocina, maneja su bicicleta, cambia llantas, sobrevive.
Lleva recorridos 24.000 kilómetros sumando territorios por Alaska, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador y Perú.
“El brazo izquierdo viene de polizonte”, dice 'Beto'. Él asegura que las personas lo toman como ejemplo, pues para muchos su historia tiene un significado de superación.
Sin embargo, el mexicano le ha dado otra mirada a su realidad. “Tengo otras cosas que superar”, menciona y sonríe.
“El polizón es este 'cuate' que va en las embarcaciones y no paga peaje, este que viene sin ayudar”.
Para él, esa es una forma divertida de abordar el tema de su discapacidad, pues su brazo lo acompaña, sin hacer esfuerzo alguno.
Esta epopeya por América sobre dos ruedas ha sido una oportunidad de autoconocimiento, de sentirse acompañado consigo mismo la mayoría del tiempo, pese a que siempre se lleva amistades de cada lugar que visita.
Cuando se encontraba en un pueblo de Perú, llamado Pampa de Arrieros, era tan profundo el silencio que podía escuchar el palpitar de su corazón.
En Alaska llegó a pensar que moriría congelado. El miedo y la adrenalina le invadieron cuando pensó que sería secuestrado en el paso de Panamá a Colombia, donde la frontera es controlada por la guerrilla.
“Llegué a pensar un par de veces que, si ese día moría, iba a morir feliz”, dice con una voz firme. Sus sueños más locos de niño se materializaban durante este viaje.
Visitó Angangueo, Michoacán, un pueblito mexicano que le permitió involucrarse en experiencias que solo se había imaginado en sus sueños de adolescente.
Su idea era acampar en el quiosco que se encontraba pegado a la iglesia del lugar. 'Beto' se dirigió al Palacio Municipal para solicitar permiso para pasar ahí la noche. Sin embargo, en este pueblito lo único que le pudieron ofrecer para dormir fue una celda.
En ese lugar había tres celdas. Una servía como bodega, otra estaba habitada por un borracho que había agredido a su esposa y la tercero se encontraba vacía, ese fue su espacio.
El lugar olía a orina y como melodía tenía a los constantes reclamos y cantos de aquel borracho. Con su sleeping bag y su colchoneta inflable, 'Beto' pasó la noche. Se consideraba “un vagabundo pudiente”.
Ecuador fue otro de los destinos que conoció. Él asegura que cuando ingresó al país, se enamoró de los paisajes y las montañas que lo abrazaban mientras iba en su bicicleta.
Mirar al Volcán Pichincha, al Cotopaxi, al Chimborazo y a toda la naturaleza a su alrededor le dejó encantado.
La cultura, las personas, las calles y la gastronomía del país, en especial el encebollado, como él menciona, han perdurado en su memoria.
Tras altos y bajos durante todo el viaje, una pandemia de por medio, miedos, incertidumbre acerca de entender si se encontraba en el camino correcto para su vida, la soledad, combinados con la mezcla de otras experiencias de gratitud, alegría, reflexión e introspección, despertaron en 'Beto' la seguridad de que lo hacía.
Él hizo énfasis en que “los sueños no son solo una fantasía juvenil, tienen que ver con la persona que somos y con la particularidad que tiene cada ser humano, una clase de misión, que siempre nos va a estar persiguiendo”.
Desde que descubrió la libertad que sentía al andar en bicicleta, sabía que esta era la forma en la que podía vivir fuera del sistema y conocer otros lugares.
Durante el viaje, 'Beto' registró todas sus experiencias en un diario. Ahora se han materializado en un libro.
Entre risas, comenta que cuando su madre leía cada travesía, lo regañaba. “Lo primero que te encargué era que te cuidarás y andabas haciendo locuras”. Él guarda en su corazón los aprendizajes y las vivencias de cada lugar.
Tras regresar a México, por consecuencia de la pandemia, se dedicó a realizar entregas por delivery y a escribir, pero nunca se separó de ese elemento que lo ha acompañado constantemente, su bicicleta. El viaje se puso en pie nuevamente, ahora se encuentra en el Cusco, Perú.
Así como 'Beto', existen cicloviajeros ecuatorianos quienes buscan abrazar sus sueños. Alexis Cadena es de Tulcán y la carretera se ha vuelto su lugar de encuentro desde antes de la pandemia.
Él es líder del grupo de cicloviajeros de Ecuador. “No es un viaje hacia el exterior, es un viaje hacia el interior”, asegura.
El ciclismo tiene un sinnúmero de beneficios: favorece a la salud, ayuda al medio ambiente, fortalece la motivación y la disciplina. Gracias a esta actividad, muchas limitaciones como las discapacidades han sido desafiadas.
Nicolás Cueva, director de marketing y comunicación de Olimpiadas Especiales del Ecuador cree que “las barreras de la mente son las más difíciles de derribar”.
*Escrito por Martina Palacios, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco.
También le puede interesar:
Paola Gamboa y una carrera de seis días en el desierto del Sahara
Paola Gamboa se convirtió en la primera ecuatoriana en completar la Marathon des Sables, una competencia de 245 kilómetros en Marruecos.
Lucía Tapia y una epopeya de tres días y 515 kilómetros
Lucía Tapia compitió en el Ultraman de Florida y se convirtió en la primera mujer ecuatoriana en completar un triatlón de esta magnitud.
Sabine Manz y un inesperado ascenso al doble oro mundial
Sabine Manz compite en apnea hace apenas unos meses, fue al Mundial sin su entrenador, pero regresó al Ecuador con dos medallas de oro.
Compartir: