Arabia Saudita y el deporte: ¿Una estrategia de 'Sportswashing'?
Arabia Saudita ha acaparado la atención del mundo del deporte en los últimos años. Compra de equipos de fútbol, fichajes millonarios, organización de torneos de golf y Grandes Premios de Fórmula 1. ¿Qué busca en realidad el país asiático?
Imágenes de distintos deportes y jugadores que han llegado a Arabia Saudita.
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Arabia Saudita pisa fuerte en la industria del deporte. La Fórmula 1 deslumbra con el GP de Yeda. La fusión de su circuito de golf con el PGA Tour atrae a los mejores exponentes. Y ni hablar de fichajes como el de Cristiano Ronaldo, Karim Benzema o N'Golo Kanté.
Son solo algunos ejemplos de la inversión que ha hecho Arabia en los últimos años, a los que se suma el Mundial de Clubes de 2023, anunciado hace pocos días.
Según organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, Arabia Saudita intenta, a través del deporte, desviar la atención de sus problemas políticos.
Esta estrategia es conocida como Sportswashing o blanqueamiento deportivo. El objetivo es mejorar la imagen y reputación de un país, especialmente en situaciones en las que se enfrentan críticas o acusaciones de violaciones a los derechos humanos y/o corrupción.
En 2010, Qatar fue acusada de "lavado deportivo" cuando presentó su candidatura y fue sede del Mundial de la FIFA. Activistas y organizaciones como Human Rights Watch denunciaron que el país utilizó el evento para mejorar su historial de derechos humanos.
De acuerdo a un informe del diario The Guardian, al menos 6.500 trabajadores migrantes, en su mayoría de India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán, murieron durante la construcción de los estadios en ese país.
Estas estrategias se han repetido en varias naciones en donde sus gobiernos y regímenes vulneran los derechos humanos, en especial de las mujeres.
Por ejemplo, en 2018, Arabia Saudita prohibía a mujeres y niñas participar en deportes en las escuelas o incluso asistir a estadios.
Pero durante la última década, las mujeres sauditas lucharon y cosecharon algunas reformas. Una de esas es que ahora pueden manejar y viajar al extranjero sin permiso de los hombres.
Paralelamente, el país invirtió miles de millones de dólares en el deporte. Solo en enero de 2020 fue la sede del Rally Dakar, la Supercopa de España y el torneo de golf Saudi International, que hace parte del PGA Tour.
En 2021, el Fondo de Inversión Pública saudita (PIF), dirigido por Mohammad bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, adquirió el club Newcastle de Inglaterra por 350 millones de euros (unos USD 383 millones).
Pese a que hubo muchas críticas a la operación, debido a que Arabia ha sido acusado de cometer crímenes contra los derechos humanos, como con el periodista Jamal Khashoggi, descuartizado en el consulado saudí en Estambul (2018), el PIF está considerado como un ente independiente del estado, por lo que la Premier League no pudo detener el negocio.
"En lugar de permitir a aquellos implicados en la violación de los derechos humanos entrar en el fútbol inglés solo porque tienen dinero, instamos a la Premier que cambie sus políticas de dueños para que se adecúen a los derechos humanos” dijo Amnistía Internacional.
Lo cierto es que Arabia Saudita no se ha visto afectado por la oposición y las críticas a su gestión en el deporte. De hecho, año tras año ha incrementado la cantidad de eventos, amparado por un colchón económico inigualable.
Otro informe de The Guardian revela que Arabia Saudita ya ha invertido más de USD 1.000 millones en labores de Sportswashing.
El 30 de diciembre de 2022, el Al Nassr de Arabia Saudita sacudió al mundo con el fichaje de Cristiano Ronaldo. El portugués firmó un contrato de USD 200 millones por año, incluidos acuerdos comerciales.
Y en el último mercado de pases de este año, el Al-Ittihad dio un bombazo y contrató al francés Karim Benzema, quien firmó un contrato de USD 100 millones al año hasta 2026, el cual podría aumentar hasta los USD 200 millones con acuerdos comerciales.
Unos días más tarde, el Al-Ittihad también confirmó la contratación de N'Golo Kanté, campeón con Francia en el Mundial de 2018, con un contrato de USD 86 millones por año.
Además, el ecuatoriano Enner Valencia tuvo una oferta millonaria para llegar al fútbol saudita, según su representante Gonzalo Vargas. Pero el delantero prefirió el Internacional de Porto Alegre.
En definitiva, las organizaciones que defienden los derechos humanos aseguran que estas inversiones en el deporte son intencionadas, y no en busca de "modernizar" al reino, como dice el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salman.
Pero la seducción económica para organizaciones como la FIFA, la FIA, la Real Federación Española de Fútbol o para grandes estrellas del deporte es innegable. Arabia Saudita elude las acusaciones. Y sigue marcado el camino en la industria.
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