Andrés Gómez recomienda a su hijo Emilio ser más arriesgado
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Pese a la derrota sufrida ante el italiano Lorenzo Sonego en un disputado partido (6-7, 6-3, 6-1, 6-7 y 6-3), Gómez asegura que su hijo "no tiene de qué arrepentirse" y que, a sus 28 años, está en buena condición para seguir adelante hacia otros torneos del Gran Slam.
"Qué va a sacar él de esto es lo que vamos a encontrar y entender en las próximas semanas porque, ¿qué va a hacer, ir a jugar los Challengers de vuelta? No, que vaya a los qualys a fajarse, porque mientras más juegue con mejores jugadores, más cosas va a poder hacer".
Treinta años después de arrebatar la Copa de los Mosqueteros a Andre Agassi el 10 de junio de 1990, el 'Zurdo de oro' confiesa haber vivido con una emoción de vértigo la participación de Emilio en el torneo.
Emilio Gómez, 156 del mundo, pasó la qualy con solvencia pero no pudo superar la primera fase del torneo al caer ante un rival superior en el puesto 46 de la ATP, no sin antes dejarse la piel en la cancha durante más de cuatro horas.
Dedicado desde su retirada en 1993 a la formación de nuevas generaciones de tenistas, Gómez asegura que en el caso de su hijo "ha tenido que aprender a quedarse callado" a la hora de dar consejos "porque no es su entrenador", pero que al verlo jugar partidos de alta competición sí que se le escapa algún comentario espontáneo.
Y preguntado por Efe sobre si detectó algún error particular de su hijo en el partido, sentencia que "normalmente hace lo correcto" en la cancha, pero que "le diría que se concentre en tirar la bolita un poquito más sobre la derecha para los primeros saques, para tener un poco más de efectividad y hacer más daño".
Gómez vio los partidos de Roland Garros desde su casa en Guayaquil, pero dice haber percibido que Emilio "está comenzando a tomar más riesgos", lo que "lo va a hacer mucho más peligroso en la cancha".
Padre de otros cuatro hijos que han practicado el tenis a nivel universitario, del único que ha cruzado la línea al tenis profesional destaca su "buena derecha" y su buena "condición física", que aflora en compromisos a cinco sets como el que tuvo contra Sonego.
Y evitando cualquier paralelismo (las semejanzas en "técnicas y tácticas" comienzan y terminan en que "yo soy zurdo y él derecho"), dice "admirar" la forma en la que su hijo "se mueve por la cancha".
Aunque le ve un exceso de "responsabilidad" y le insta a "ir con todo a ver que pasa", porque "cuando eres muy cauto al jugar, el rival sabe lo que vas a hacer y comienza a tomar nota. Es la diferencia con los grandes campeones".
"Es una de las cosas que va a sacar en limpio de aquí, porque en dos partidos de la qualy tuvo que hacer eso, ir a buscar un poco más el partido".
Con 54 títulos de la ATP (21 individuales y el resto en dobles), el 'Zurdo de oro' apela a no elucubrar demasiado sobre la derrota de Emilio en la primera fase del Roland Garros: "Es simplemente la realidad del deporte".
"Son experiencias. Es un chico de 28 años, pero yo siempre digo que ha tardado en madurar y lo que lleva son realmente cinco años en circuitos a pesar de que viene jugando torneos ATP desde los 16".
Padre e hijo solían disputar partidos de tenis frecuentemente hasta que "Emilio comenzó a ganar", si bien ambos siguen "peloteando" con frecuencia cuando este último se encuentra en Guayaquil.
En cuanto a si su hijo podrá a los 28 años desarrollar una carrera de alto nivel, no cree que "la edad sea un impedimento" siempre que uno "esté fresco", y pone el ejemplo del suizo Roger Federer, aún en el top ten a sus 39 años.
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