Las centrales térmicas que más contaminan, el plan B de Colombia para evitar apagones
Desde que llegó al poder, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha prometido eliminar las centrales térmicas, pero hoy le sirven como salvavidas en la crisis energética.
Imagen referencial de una de las plantas térmicas de Colombia, Termocandelaria.
Tomada de la empresa
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Por Lucas Reynoso
El presidente Gustavo Petro ha sido enfático en que no quiere más centrales térmicas para generar electricidad en Colombia. “Nosotros ya deberíamos estar reemplazándolas, no viendo cómo producimos más energía limpia al lado de las termoeléctricas”, dijo en febrero de 2024.
Dos meses después, el fenómeno El Niño está demostrando lo difícil que es cumplir este objetivo. El sistema eléctrico, mayormente de generación hidráulica, está contra las cuerdas: la demanda ha aumentado con el calor y los embalses se han vaciado por la falta de lluvias.
Por ello, para compensar, las termoeléctricas están funcionando a su máxima capacidad. La pesadilla de Petro es la única manera de evitar que Colombia se quede a oscuras.
El protagonismo de la energía térmica no sorprende. Es el plan B que se ideó hace 30 años, tras los apagones masivos en 1992 y 1993. Las centrales térmicas actúan como complemento de las hidráulicas, que componen casi el 70% de la capacidad de generación.
"Si no hubiera generación térmica, nos apagaríamos”, dice Alejandro Castañeda, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (Andeg), el gremio de las termoeléctricas.
Este gremio tiene contratos con el Estado para que 27 de las 29 centrales estén disponibles en caso de que haya que aumentar la producción por faltantes de lluvias, que debido a la crisis climática ahora es más seguido.
Es decir, sin estas centrales contaminantes, Colombia estaría sometido a largos cortes de luz como ocurre en Ecuador, debido a la sequía en los embalses que alimentan las hidroeléctricas.
Sequías y El Niño
Este año, El Niño ha sido más largo de lo habitual, y no ha llovido como se esperaba en abril: los registros de XM, la empresa encargada de operar el sistema eléctrico, muestran que los embalses estuvieron el viernes por debajo del 29% de su capacidad, menos de dos puntos del 27% que se define como punto crítico.
Las lluvias del pasado fin de semana elevaron los niveles al 30%, pero no se proyectan precipitaciones significativas para los últimos días de abril. Las centrales térmicas no dan abasto y las alarmas por un posible racionamiento están encendidas como no pasaba desde los 90.
Lo que está garantizado es el gas, el carbón y los combustibles líquidos que las térmicas utilizan para generar energía. “Consumimos unas cinco millones de toneladas de carbón en esta época de sequía, mientras que en un año normal ronda las tres millones de toneladas”, afirma Castañeda del gremio termoeléctrico.
El ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, ha enfatizado en que el año pasado se realizó el mantenimiento necesario para que las plantas térmicas pudieran aumentar su producción por El Niño.
También ha defendido la suspensión del suministro eléctrico a Ecuador, lo cual fue una las causas también del faltante energético en el país.
Además, Camacho ha insistido en varias ocasiones con que el racionamiento no está entre las opciones contempladas, pese a que el presidente sí ha insinuado que es una posibilidad.
La energía que quiere Petro
También hay problemas de fondo, más de largo plazo. El sistema eléctrico no ha aumentado su capacidad al ritmo proyectado en los últimos años: en 2023, por ejemplo, los datos de XM muestran que solo ingresaron 1.142 nuevos megavatios de los 6.608 que se esperaban.
Los sectores de energía solar y eólica, protagonistas de la transición energética que ambiciona el presidente Petro, son los más rezagados.
El año pasado, contabilizaron un 5% de desarrollo de lo proyectado y un 0%, respectivamente.
Hay inversiones millonarias en departamentos como La Guajira que no están saliendo adelante. Luis Baquero, gerente de la mesa que coordina los proyectos desde la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), explica que hay problemas burocráticos por la limitada capacidad que tienen la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales y la Corporación Autónoma Regional de La Guajira para evaluar tantas solicitudes.
Además, hay desacuerdos entre los líderes indígenas con los que se negocia y falta avanzar con decenas de consultas a comunidades.
La demanda energética continuará creciendo en los próximos años —aumenta a un ritmo de 2,5% por año, según XM—. Aprovechar los vientos y la radiación de lugares como La Guajira es una alternativa ideal para aumentar la oferta.
Pero, eliminar las centrales térmicas no es factible en un futuro cercano. “Casi siempre los gobiernos tienen un discurso de transición energética, pero a corto plazo prima la seguridad energética y la flexibilidad necesaria para garantizar el suministro”, afirma Santiago Arango, profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional en Medellín.
*Artículo publicado el 24 de abril de 2024 en El País, de PRISA MEDIA. Lea el contenido completo aquí. PRIMICIAS reproduce este contenido con autorización de PRISA MEDIA.
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