Valle Esperanza: Un plan de vivienda social que quedó en 'nobles intenciones'
El proyecto municipal de vivienda social Valle Esperanza, en el noroeste de Guayaquil, carece de agua potable, calles, aceras, bordillos y cerramiento. Además, los posesionarios carecen de títulos de propiedad.
El plan habitacional municipal Valle Esperanza, de 20 casas, carece de agua potable, calles, bordillos y aceras en el noroeste de Guayaquil.
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Los patios y callejones entre las casas carecen de cerramiento. En algunas viviendas de Valle Esperanza, los residentes colocaron madera o láminas de zinc, pero en otras se puede acceder al patio desde la calle en el distrito más inseguro de Guayaquil.
La propia urbanización, ubicada en Monte Sinaí, al noroeste de Guayaquil, carece de cerramiento perimetral. Así, las 20 casas del plan de vivienda municipal de interés social lucen expuestas en el distrito Nueva Prosperina, el más violento de la ciudad en 2023.
Se trata de solo dos de las falencias del programa municipal. Además, Valle Esperanza carece de agua potable y redes de alcantarillado. Tampoco tiene calles asfaltadas, aceras o bordillos.
El plan de vivienda de interés social, impulsado por la administración municipal de la exalcaldesa Cynthia Viteri (2019-2023), se concibió con la noble intención de proporcionar hogares a personas en extrema pobreza, en situación de vulnerabilidad o riesgo.
Pero ha enfrentado una serie de desafíos que han dejado a sus habitantes en condiciones precarias y con una visión del futuro incierta. Tras siete años, por ejemplo, los posesionarios carecen de títulos de propiedad de sus casas.
Municipio cuestiona plan inconcluso
La administración municipal del alcalde Aquiles Alvarez decidió suprimir la Empresa Pública Municipal de Vivienda. Y cuestionó la entrega de 19 casas, cuando el lugar ni siquiera contaba con permisos municipales en orden ni estudios concluidos.
Eso provocó que el plan se desarrolle sin conformación de calles, servicios básicos y urbanismo mínimo.
Según el Municipio de Guayaquil, Valle Esperanza estaba destinado a albergar 114 viviendas, construidas y donadas en un terreno urbanizado mediante un fideicomiso.
Sin embargo, una vez realizados los diseños preliminares se evidenció que solo sería posible levantar 99 casas y solo se han construido 20 viviendas.
El programa también carece de redes de alcantarillado sanitario. Las aguas servidas van a tres tanques plásticos subterráneos que hace solo dos semanas se rebosaron y les tocó reunirse a los vecinos para ayudar a desocupar las aguas negras.
Pablo Mina, de 33 años, padre de dos niños y residente desde hace siete años en Valle Esperanza, confirma que la falta de títulos de propiedad, la inseguridad y las limitaciones en el acceso a servicios básicos son los principales problemas.
La entrega de las viviendas bajo la modalidad de custodia ha generado incertidumbre sobre la tenencia de los hogares, dijo.
“Solo somos custodios de las casas. No sabemos hasta cuándo vamos a poder vivir aquí, o si en algún momento nos pueden expulsar”.
Pablo Mina, residente de Valle Esperanza.
Mientras que la falta de infraestructura adecuada ha dejado a la comunidad vulnerable a robos y riesgos de seguridad.
Beneficiados de incendios y atentado terrorista
Mina llegó a Valle Esperanza hace siete años luego de quedarse en la calle tras un incendio que consumió su vivienda en la cooperativa Nigeria, en la isla Trinitaria (suroeste de la ciudad).
La conformación de la entrada se ha mejorado con los años, porque antes en cada temporada lluviosa el lodo impedía el ingreso del camión tanquero repartidor de agua, dijo.
Las casas cuentan en su exterior con un tanque de plástico de 1.000 litros, que reabastecen dos veces por semana con un camión cisterna, a un costo de USD 3,75.
Una reja con candado impide la entrada indiscriminada de autos por el ingreso principal. Pero la entrada es libre desde las calles de la vecina cooperativa Trinidad de Dios, de Monte Sinaí.
“En los últimos tres meses, hombres armados (en moto) se han metido dos veces a robar celulares o lo que encuentren a mano”, dice otra de las vecinas.
Una familia víctima del atentado terrorista del Cristo del Consuelo, de agosto de 2022, encontró refugio en Valle Esperanza hace un año y medio.
Pero su testimonio fluctúa entre el agradecimiento y la decepción de quienes esperaban una nueva oportunidad tras la tragedia.
El Municipio de Guayaquil les prometió casas a cuatro familias víctimas del atentado, pero solo le cumplió a una, dice una afectada del Cristo del Consuelo, que reside en el plan municipal.
“Una joven que perdió a su mamá en el atentado no ha podido reconstruir su casa y sigue viviendo con familiares de acogida”, dijo la mujer, con un niño de brazos. “A pesar de las necesidades, nosotros agradecemos contar con un lugar en donde vivir”.
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